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La carga silenciosa que destruye a las familias

“Estoy agotada, siento que todo recae sobre mí”. Así comienza el testimonio de muchas mujeres que conviven con una pareja con problemas de adicciones, un drama silencioso que se vive puertas adentro y que, lejos de resolverse con el paso del tiempo, suele agravarse si no hay acompañamiento ni compromiso real del afectado.

En este caso, se trata de una mujer que alguna vez tuvo una vida tranquila, estable, con proyectos y una economía familiar sólida. Sin embargo, la llegada de las adicciones lo cambió todo: perdieron sus ingresos y la armonía en el hogar. Él dejó de trabajar, se volvió apático, agresivo, y ella quedó sola frente a todo.

Un peso que no se elige

Vivir con una persona que sufre adicciones y que no tiene motivación para cambiar, ni voluntad para trabajar o ayudar en el hogar, se convierte en un desgaste diario. Para la pareja –muchas veces la esposa o madre de los hijos– la carga es doble o triple: tiene que sostener la economía familiar, encargarse de las tareas del hogar, cuidar a los hijos y, a la vez, convivir con el dolor y la frustración de ver a alguien que ama deteriorarse física y emocionalmente.

No se levanta de la cama, no busca trabajo, no participa en nada. Todo es mi responsabilidad y ya no puedo más”, relata esta mujer puntana, cuyo entorno social se fue desmoronando junto con la pérdida de estabilidad. Ya no hay amigos, no hay salidas, no hay alegría. Solo cansancio, deudas y silencio.

Las consecuencias invisibles

La situación no solo afecta la economía familiar, sino también la salud mental de quien se hace cargo de todo. Ansiedad, insomnio, tristeza, irritabilidad, pérdida de autoestima, son algunos de los síntomas frecuentes en quienes conviven con personas adictas que no buscan recuperarse.

Además, muchas mujeres no encuentran espacios de contención ni redes de apoyo, lo que agudiza el aislamiento y la desesperanza. “Es como cargar con un peso que nunca se alivia. Siento que estoy criando a otro hijo más”, confiesa.

Es necesario poner límites

Especialistas en salud mental coinciden en que no se puede ayudar a alguien que no quiere ser ayudado, y que es fundamental que la pareja del adicto también reciba apoyo psicológico y emocional. Aceptar que no se puede salvar a alguien a costa del propio bienestar es un paso difícil, pero necesario. “No es egoísmo, es amor propio”, remarcan quienes han podido salir de ese ciclo.

Línea 141 – Atención gratuita, anónima y confidencial de SEDRONAR, disponible en todo el país las 24 horas.


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