En poco más de dos años, crecieron el desempleo y el trabajo informal. Mientras, los trabajadores perdieron contra la inflación. De los pocos empleos que se crean, la mayoría pertenece al rubro monotributo.
La única verdad es la realidad. Desde diciembre de 2015, cuando Mauricio Macri llegó a la Casa Rosada, todos los indicadores laborales empeoraron. En poco más de dos años, aumentaron el desempleo y el trabajo informal. El poco empleo que se creó tuvo como estrella al monotributo, es decir, más trabajo precario. Mientras tanto, el poder adquisitivo de los trabajadores cayó entre 3 y 8 puntos en dos años.
Según el Indec, el último dato de desempleo del kirchnerismo fue del 5,8%, el más bajo en más de una década. Dos años después, la desocupación está en 7,6%, casi dos puntos por arriba. En 2016, el peor año macrista, el desempleo llegó a rozar los dos dígitos, lo que no pasaba desde hace muchos años. En algunos aglomerados urbanos la situación es alarmante: en el GBA, el desempleo es del 9,9% (el empleo inestable llega al 24%, según un trabajo de la Defensoría del Pueblo bonaerense).
En relación a la informalidad, el macrismo logró revertir una tendencia a la baja que se había dado durante la década kirchnerista. En 2003, la mitad de los empleados estaba en negro. En 2015, ese número se redujo hasta el 33%. Vale consignar, que esa mejora se dio en simultáneo con la creación de empleo (lo que aumentó notablemente la masa de trabajadores). Lo que también debe destacarse es que todos esos indicadores se estancaron hacia el final del último mandato de Cristina Fernández de Kirchner.
Con la llegada del macrismo, la situación del empleo informal corrió la misma suerte que el desempleo. Subió fuerte en 2016 y bajó en 2017. Como sea, está en el 34%, un punto por arriba que el último dato del kirchnerismo.
Los vaivenes en el empleo durante los últimos 30 meses muestran otro dato preocupante: casi 3 de 4 empleos que se generaron durante el macrismo pertenecen al rubro monotributo y monotributo social. El resto, en su mayoría, son empleos públicos. A diferencia del relato oficial, el sector privado prácticamente no generó empleo en más de dos años. En el caso del empleo industrial, la situación retrocedió a niveles del 2010.
Por último, puede mencionarse lo que pasó con el poder adquisitivo de trabajadores y trabajadoras. En 2016, perdieron en promedio entre 6 y 12% (dependiendo de la actividad), debido a unas paritarias que en general estuvieron muy por abajo de la inflación (superó el 40%). En 2017, recuperaron espacio pero nunca a nivel de antes de la caída de 2016. En lo que va de este año, la inflación le está ganando otra vez a los ingresos, que el Gobierno quiere frenar en el 15% interanual, cuando la suba de precios estará claramente por arriba de ese número.