Ola de robos en Juana Koslay: delincuentes actúan a metros de la comisaría y del centro de monitoreo

Vecinos y comerciantes de Juana Koslay están indignados. Durante la madrugada del martes, en un radio de pocas cuadras y a escasa distancia de la Comisaría 5° y la nueva Sala de Monitoreo municipal, se registraron al menos cuatro intentos de robo, de los cuales tres fueron concretados. En uno de los casos, los ladridos de perros evitaron que se consumara un nuevo delito.
La seguidilla de hechos ocurrió cerca de la Parroquia Nuestra Señora de Fátima. Una de las damnificadas, dueña de un comercio de alimentos, relató que es la tercera vez que sufre un robo en el mismo local. En esta ocasión, los delincuentes forzaron la puerta trasera del negocio, robaron dinero en efectivo, un parlante, una pava eléctrica y otros elementos.
«Estamos a una cuadra y media de la comisaría y a dos de la Sala de Monitoreo. ¿Para qué están si no previenen nada? Esto no puede seguir así», se quejó la comerciante, que además denunció la falta de cámaras en las calles cercanas.
A través de registros de cámaras domiciliarias, vecinos confirmaron que a las 04:30 de la madrugada, un individuo fue captado ingresando al instituto de inglés ubicado sobre calle Fátima. La alarma del lugar se activó y los delincuentes no lograron robar, aunque destruyeron todas las conexiones del sistema, lo que obligó a suspender las clases por un día.
Minutos después, sobre calle Anchorena —justo frente a la comisaría—, abrieron un vehículo y sustrajeron documentación, que luego fue recuperada por el dueño.
El raid delictivo terminó con un intento de robo en una peluquería, donde los perros guardianes frustraron el ingreso de los delincuentes, que ya habían comenzado a forzar aberturas.
Bronca vecinal ante un sistema que no funciona
La situación generó una fuerte reacción en los vecinos, que cuestionan duramente la eficacia de los organismos de seguridad locales. “La Sala de Monitoreo fue un anuncio electoral más que una solución real”, dijo una de las víctimas.
Los testimonios coinciden en un reclamo urgente: más presencia policial, cámaras activas en las zonas vulnerables y una respuesta real de las autoridades.
“No podemos vivir con miedo, dormir mirando la hora pensando si te van a volver a robar. Queremos paz y que alguien se haga cargo”, concluyó la comerciante.