Lunes, 18 Marzo 2024

Marilina Bertoldi: «en el escenario, soy mi heroína y también soy una villana»

Publicado el Sábado, 09 Abril 2022 18:54 Escrito por

La música sacó su esperado disco Mojigata. Abiertamente lesbiana y feminista, puso patas para arriba el mundo tradicionalmente masculino del rock. En junio, lo presentará en el Luna Park. 

No existe lesbiana fanática de la música que no conozca – e incluso hasta cierto punto venere – a Marilina Bertoldi. Esto no es un mero indicativo de una moda musical ni de aquello que suena en la radio; da cuenta de una larga trayectoria de parte de una artista versátil pero consistente, con un sonido único y rockero como pocos. Da cuenta de una artista que siempre levantó las mismas banderas.

Cuando hable con Presentes, Marilina nos contará que a ella no le costó salir del clóset públicamente. Ni siquiera lo decidió: simplemente sintió que estaba bien decirlo. Así fue como, a través de un acto casi instintivo, se convirtió en un ícono, un faro de representatividad en el medio del mundo masculino, cis y heterosexual del rock.

Basta con verla en un escenario, luciendo trajes y anteojos de sol, moviendo las caderas casi como Elvis mientras toca su guitarra eléctrica para entender que no solo pertenece a ese mundo, sino que ella, una mujer abiertamente lesbiana, hoy es la viva imagen del rock, y un personaje crucial en la escena musical actual.

Después de su último y muy exitoso disco Prender un Fuego, por el que ganó el Gardel de Oro en 2019 – y se convirtió así en la segunda mujer y primera lesbiana en recibir el galardón – Marilina lanzó Mojigata. Si Prender un Fuego era una explosión de energía hacia el afuera, Mojigata nos invita a conmovernos y excitarnos en un viaje hacia adentro.

Marilina Bertoldi presentará su disco en el Luna Park. | Foto: Victoria Del Sel

-¿Cómo describirías tu último disco, Mojigata?

-Todos los artistas ahora tienen entre 15 y 25 años, entonces la música se volvió muy viciosa de un discurso sobre cómo es el amor, cómo es el sexo, la salida a la joda, los problemas, de parte de niños. Siento que este disco habla desde un lugar de una adulta joven. Es una mujer hablando, no soy una niña que está haciéndose la pendeja. Y eso, para empezar, es algo que yo quería tener en el siguiente disco, algo que no podía no pasar. Lo mismo con el concepto de mojigata y la foto; sentía que tenía que tener otra cosa, otro aire. Las letras son de mis letras favoritas que hice hasta ahora. Siento que realmente es un calco de una época, de un momento y de problemáticas que realmente me pasan. La compuse y lo produce todo en pandemia. En este caso yo era la persona adecuada para producirlo, porque tenía ciertos requerimientos muy específicos tema a tema; solo yo entendía cómo tenía que sonar. Este disco es hasta ahora mi favorito. El proceso de hacerlo fue el más sano, siento que no estuve limitada por nadie. Así que todo lo que se escucha ahí es solo una decisión mía y muy consciente. La verdad es que estoy muy contenta.

– ¿Cómo te parece que encaja con el resto de tu trayectoria?

-Es distinto, aunque está dentro de cierta estética que manejo y cierto color que es mío. Es la primera vez que hago un disco de rock conscientemente diciendo “voy a hacer un disco de rock”. Antes componía y a veces me salía un tema medio rockero y cada tanto uno medio popero. Esta vez quise hacer un disco clásico de rock. ¿Qué es clásico para mí? Fui a mis referencias, que son más de los noventa, y las mujeres de los noventa, sobre todo. Hay mucha influencia de Sheryl Crow, de Fiona Apple -hay un tema que es una referencia calcada de ella-, de Beck también tengo un poco. Esos noventa de esa gente que no era la main. Eran conocidos obviamente, pero eran más los outsiders dentro de esa época, los que no eran los cool. No eran Nirvana.

-Es un poco lo que te pasó a vos. Vos venís de algo más under y con Prender un Fuego accediste a un ambiente más mainstream. ¿Sentís que te cambió la forma de hacer o pensar la música?

-Por suerte no, mejor. ¿Sabés por qué? Porque fue gradual. No es que un día aparecí, subí un video y de repente estaba tocando frente a 20.000 personas. Todo tuvo una lógica y fue súper orgánico en cómo fue creciendo paso a paso. De todos modos, lo que siempre sorprende es la atención de la gente hacia lo que uno hace. Hasta que no lo sacás no sabés si realmente te van a seguir bancando con eso. Yo nunca voy a hacer nada para mantener al público. No lo quiero retener, quiero que la gente escuche si le gusta y fin. La prioridad es que me guste a mí. Y sigue pasando, me sigue gustando a mí y viene la gente a verme y yo no lo puedo creer.

– ¿Cómo surgió la idea de los videos de “Amuleto” y “La Cena”, y de las colaboraciones con Javiera Mena y María Riot?

-Javiera es la única que participa en el disco, en el tema “Amuleto”. Cuando empecé a pensar junto a Miche, que es quien dirigió el video de “Amuleto”, qué queríamos mostrar en “La Cena” se nos había ocurrido hacerlo en el campo porque yo soy de ahí. Empezamos a hablar de que tenía que tener una pareja ahí, y yo le dije “María Riot es perfecta”. Tengo amor absoluto por María. Hacía rato que quería hacer algo con ella, pero no sabía bien qué. Di con ella en el auge del feminismo, entrando en esta nueva ola que habrá sido hace seis años. La había escuchado de casualidad en la radio y me flasheó porque nunca había escuchado la perspectiva de una trabajadora sexual. Además, me parecía una artista increíble y súper completa, un ícono. Por suerte se copó a venir porque no está viviendo acá, está viviendo en España.

-Los videos tienen contenido sexual hecho por lesbianas para lesbianas. ¿Cómo trabajaron para alejarse de la mirada más fetichista, la que va dirigida a los hombres que les excita ver dos mujeres?

-Siempre fue ese el miedo, el de caer en ese cliché. Básicamente, con Miche nos sentamos y dijimos “¿qué nos gustaría ver a nosotras?” En “La Cena”, lo primero que nos planteamos fue “no seamos tan binarias». Que la que es más chonguito haga cosas que no son tan de chonguito.” Y después dijimos, “¿por qué no hay que ser binarias con esto? Hagámoslo, si esto ni siquiera estuvo representado de otro modo”. La vuelta de rosca de parte del lesbianismo es que el rol de María no es de pasiva ni de una mina que no tiene fuerza. Ella es la que está con un arma y la que en realidad dispara y me enseña a disparar. Es una mujer que se vale por sí misma, no es indefensa.

-Se nota que son dos mujeres que ya son lesbianas, que se ven y se gustan. No es que gustarse es parte de un problema, como pasa mucho en ciertas narrativas.

-Eso es algo que también queríamos esquivar, esta cosa de que siempre tenemos que estar mostrándonos como que a pesar del mundo. Acá estamos en el medio del campo porque no queremos que nos rompan las pelotas y queremos hacer nuestra vida, fin. No hay nadie más. Después todo el resto se desenvuelve súper naturalmente.

– ¿Cómo te preparás para la presentación de Mojigata en el Luna Park?

-Me emociona un montón. Va a haber un pogo súper lesbiano. Me hizo falta el vivo durante la pandemia. Faltaba la gente saltando, faltaba eso que tiene el rock. Poder tomarte una birra, fumarte un pucho, venir vestido como quieras porque vas a chivar; sentirte en casa. Lo que tienen mis pogos es que son mayoría mujeres, entonces de repente están en tetas. Es fantástico, se sienten muy seguras. ¿Qué mejor que eso? Sentirte segura en un lugar así y además estar cantando con pibas.

– ¿Cómo encarás el salir al escenario? Hay algo de pose y de personaje al tocar en vivo.

-Yo me enojo antes de salir a tocar. Me agarra como si saliera un toro. Voy a las piñas porque siento que es la energía que requiere estar ahí cantando esas canciones en este momento frente a ese público. No sos vos, es como un paréntesis en tu vida donde vos sos esta otra persona en la que podés depositar un montón de cosas que sos pero potenciarlas un montón. Yo soy como mi heroína en el escenario y es ese personaje donde soy todo lo que desearía ser todos los días. Soy una villana porque también si hay algo que deseo es ser una persona mucho más confrontativa con la gente que es una porquería.

-Javiera Mena dice que ser lesbiana es una forma de activismo. ¿Estás de acuerdo? Ser abiertamente lesbiana y hacer música, ¿es hacer activismo?

-En esta época, inevitablemente sí. Decirlo es ya una cuestión súper política y ocupando ciertos espacios más que nunca. Yo miro a mi alrededor y la verdad es que soy la única en el espacio que yo ocupo. Y no solo que lo ocupo como lesbiana sino también como mujer. La falta de diversidad es absoluta. Venimos de épocas de luchar por tanta representatividad y visibilidad en todos los sentidos, todo lo que no sea lo que venimos viendo siempre que son hombres heterosexuales, cis. Al final, terminamos en una época en la que sí hay más mujeres que antes, definitivamente, pero lo único que logramos es que los hombres heterosexuales cis cambien un poco. De repente, ellos son lo queer ahora, porque ahora se pintan las uñas. Es sorpresivo. Me parece bien igual porque creo que si hay algo que le va a hacer bien a la humanidad es que los hombres heterosexuales empiecen a soltar esas presiones que tienen de ser esta estructura sólida, rígida que no tiene ningún tipo de sensibilidad. Que la feminidad no es una mala palabra y que es algo que también les pertenece. Eso me parece que es una victoria. Pero al final las victorias son siempre más de ellos que nuestras incluso cuando son nuestras luchas, con nuestros cuerpos o nuestras vidas. Es gracioso; es una risa-llanto.

Marilina Bertoldi presentará Mojigata el 19 de junio en el Luna Park. Las entradas para el show ya están disponibles aquí para su compra.  

Acá podés escuchar el disco completo.

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