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De la mafia de los discapacitados a la Unidad Ciudadana

Publicado el Domingo, 25 Junio 2017 13:13 Escrito por Sebastián Fernández

Luego de pagarle a los holdouts, liberar el terrible cepo, aumentar las tarifas y eliminar retenciones, el mejor equipo de los últimos 50 años ha conseguido endeudarse en los próximos 100 a una tasa similar a la que conseguía Axel Kicillof, ¿cómo no entusiasmarse?

Termina otra semana trepidante en la que no tuvimos noticias de la lluvia de inversiones pero tampoco de la Pobreza Cero; es decir, una de cal y otra de arena. Además, luego de pagarle a los holdouts, liberar el terrible cepo, aumentar las tarifas y eliminar retenciones, el mejor equipo de los últimos 50 años ha conseguido endeudarse en los próximos 100 a una tasa similar a la que conseguía el ministro oriundo del marxismo Axel Kicillof, ¿cómo no entusiasmarse?

El martes 20 de junio, CFK lanzó el nuevo frente político Unidad Ciudadana en la cancha de Arsenal. Retomando el discurso que pronunció frente a Comodoro Py en abril del año pasado (“Ese es el punto de unidad de los argentinos: reclamar los derechos que les han arrebatado"), invitó a subir al escenario a un grupo de becarios del Conicet, empresarios, estudiantes, pensionados, comerciantes y docentes que explicaron lo que fueron perdiendo en este año y medio, y llamó a frenar “el desorden del macrismo”. Con violencia típicamente peronista hizo subir a un boliviano, de esos que vienen a robar lo que es nuestro, como nos lo explicaron Jorge Lanata y Maxi Montenegro.

Varios comentaristas serios, que habían criticado a CFK por “usar al PJ”, la denunciaron con similar indignación por “abandonarlo”, lo que prueba, si aún hiciera falta, que CFK es el Aleph.

Apenas concluido el acto, Margarita Stolbizer opinó: "Cristina Kirchner presenta historias reales de vida de los que perdieron. Ahora sube alguno de los chorros de su gobierno que también se quedaron sin laburo."  Algunas fuentes que pidieron el anonimato sostienen haber visto a la diputada corriendo por los pasillos de la Fundación Alfredo Casero para el Tratamiento de las Psiquis Devastadas por el Kirchnerismo, al grito de “¡SONTODOCHORRO!”, pero la información no ha sido debidamente chequeada.

Luego de convocar a nuestras fuerzas casi vivas a una manifestación en Comodoro Py a favor de la independencia judicial y la cárcel inmediata para CFK, la Mentalista Carrió las dejó en el frío porteño y viajó a Brasil. A su regreso, opinó sobre los más de 500 días de preventiva de Milagro Sala: “La primer detención de Milagro Sala puede haber sido arbitraria pero no las siguientes por defraudación al estado y asociación ilícita”. Es la famosa Justicia Vamos Viendo de Gerardo I, Emperador del Sol Poniente por la gracia de los Blaquier, Mariscal del Altiplano, Marqués de Ledesma, Protector de la Justicia, Orgullo Radical y Azote de Dios.

Como señaló Graciana Peñafort,“si unos miembros del poder judicial aplican una detención arbitraria, simplemente ya no pueden seguir interviniendo”, aunque esa noción jurídica elemental- una detención cuyo origen es arbitrario no puede ser subsanada- parece escapar a la madre de Republiquita. Como diría Margarita Stolbizer, nuestra Pasionaria de la hotelería: la detención no fue ilegal, fue desprolija.

Luego de enfrentarse a la terrible mafia de los investigadores, los docentes y los jubilados, el gobierno decidió ir aún más lejos y confrontar con la mafia de los discapacitados que reciben una pensión. Al parecer, muchos nacían con parálisis cerebral para poder vivir de arriba o se cortaban una pierna para recibir una prótesis gratuita y poder usarla para hacer el asado. Es más, según el ineludible Alejandro Fantino, hay trabajadores que se cortan un dedo para fundir a las empresas que los emplean. Esa locura debía terminar. En el mismo programa, el notable analista político Sergio Berensztein, explicó que "la gente tenía laburo pero no sabía que ese laburo era artificial".Hoy, en cambio, sabe que su desempleo es real y, sobre todo, ya no se corta los dedos.

Un cambio encomiable.

Todo lo que quieran pero ya no le tenemos miedo al censista.

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