Jueves, 28 Marzo 2024
Franco Muract Sosa

Franco Muract Sosa

Figuritas de la Música Argentina es una publicación de distribución gratuita pensada para las escuelas que cuenta con textos explicativos sobre los diversos estilos musicales de nuestro país y 400 figuritas con más de 1200 dibujos sobre grandes artistas musicales de todos los tiempos.

El lunes 11 de abril el Instituto Nacional de la Música (INAMU) presentó la publicación Figuritas de la Música Argentina, un álbum de distribución gratuita para coleccionar 400 figuritas. El mismo cuenta con más de 1200 dibujos sobre grandes artistas musicales de todos los tiempos y un sitio web para descargarlo en formato pdf. Del evento participaron León Gieco, Litto Nebbia, Moris, Marcela Morello, David Lebón, Victor Heredia, Hilda Lizarazu, Bernardo Baraj, Susy Shock, Boom Boom Kid, María Garay, Lito Vitale, Celsa Mel Gowland, Charo Bogarín, Mavi Diaz, Bruno Arias, Isabel De Sebastián, Yamila Cafrune, Eduardo Balan (El Culebrón Timbal) y Gabriela Martínez Campos, compañera de Horacio Fontova, entre otros.

Los dibujos fueron realizados por Jorge de los Ríos, extraordinario caricaturista que fue autor de las tapas de revistas argentinas como Anteojito, Canal TV, Petete y Trapito, con la colaboración de Daniel Diebold, Fabián de los Ríos y Santiago Dufour y el aporte de jóvenes talentos como Nicolás Sanabria, Juan Manuel Gordillo y Fabián Zaccaría. La idea y dirección del proyecto estuvo a cargo de Diego Boris (presidente del INAMU); Roy Stahli en la coordinación general y textos; Hernán Vargas hizo el diseño y la diagramación; Pali Muñoz realizó el arte de tapa y María Claudia Lamacchia la edición y corrección.


Jorge de los Ríos y Litto Nebbia

Respecto del proyecto, Diego Boris comentó: “La idea es poder proponerle al sistema educativo una forma divertida y también contraponerle, al gran estímulo de pantallas que compiten todo el tiempo por la atención de nuestros adolescentes, algo físico, algo lúdico y que busque recuperar ese impulso de juego, de intercambio de figuritas y poder tener todo eso unido al conocimiento de nuestros estilos musicales. Para que este material se pueda utilizar en las escuelas y así los profesores puedan tener herramientas para que nuestros alumnos puedan conocer, 11 estilos musicales que se desarrollan en nuestro país”. Por su parte, Litto Nebbia declaró: “Este trabajo une a las generaciones, tanto por lo que implica la figurita, el álbum, como por los artistas”.

Hilda Lizarazu sostuvo sobre este lanzamiento que es “un gran orgullo, muy emocionante, gracias por convertirnos en figuritas y que podamos seguir jugando”.

Por su parte, León Gieco afirmó que "las figuritas son una cosa perfecta y popular para llegar a los chicos y que conozcan a los artistas y sepan de la cultura que tiene nuestro país. Para mí la invención más importante que tuvimos en los últimos años fue el INAMU, un equipo que trabaja coherentemente".

Víctor Heredia señaló: “Que lindo que se sigan disparando sueños, esto que está proponiendo el INAMU tiene que ver con la posibilidad de que un niño tenga este álbum, estas figuritas, estos músicos y músicas entrañables que la han dado a la cultura popular argentina todo su talento”.

Yamila Cafrune expresó: “Muchas gracias, todo esto sirve para que el folclore cambie y decir que en vez de folclore tenemos identidad, muchísimas gracias porque todo esto hace a la identidad nacional”.

Para Moris “es fabuloso que estemos juntos y que empujemos nuestra música, no en contra de nadie sino a favor nuestro".


Fotos: Laura Tenenbaum para INAMU

En una primera etapa el proyecto contará con mil ejemplares para ser entregados a los ministerios y secretarías de Cultura de todas las provincias, y en las siguientes etapas se agregarán más artistas musicales y se firmarán más convenios para que el álbum llegue a todas las escuelas del país. El propósito principal de este proyecto es generar herramientas para que el sistema educativo provincial y nacional acerque a sus estudiantes a referentes de nuestra música de los distintos géneros y sus diferentes épocas. Parte fundamental de esta misión, incluyó el desafío de desarrollar la tarea de divulgación de manera que resulte novedosa para jóvenes que han nacido en la era digital utilizando la caricatura como forma de comunicación.

Hace un par de años, gentileza de la BBC, es que ya podemos ver completo un nuevo documental de las leyendas del punk británico The Clash, llamado New Year’s Day ’77, que abarca el show que la banda realizó en el Roxy de Londres -y como bien su nombre lo dice-, en 1977, el 1 de enero de ese año, sin duda uno de los años más importantes de su carrera, cuando recién  estaban empezando .

La película tiene imágenes inéditas que el director y documentalista esencial de los años de gloria del punk Julien Temple filmó de los primeros días de la banda, y también se intenta situar en lo que estaba sucediendo en Inglaterra en esos años con otras bandas de total importancia como los Sex Pistols y el comienzo de toda la movida contestataria en Reino Unido, entre otras cosas.

Las grabaciones nos muestran a la banda simplemente pasando el rato juntos y están intercaladas con muestras de la programación ridículamente simplista de la BBC que se emitió en la víspera de Año Nuevo ¡Con la personificación de Bruce Lee de Mick Jones y un cameo de Johnny Rotten!

Te lo dejamos completo y en buena calidad en este enlace 

Un día 29 de noviembre del año 2001 uno de los artistas más importantes del siglo pasado dejó de existir y nosotros nos damos la libertad y el gusto de recordar a este gran guitarrista y compositor de notables canciones junto a The Beatles. Fue el miembro de la banda que logró desmarcarse de la sombra que tuvo de dos compositores monstruosamente talentosos como John Lennon y Paul Mc Cartney. Es más, lo hizo con talento, elegancia y nutriéndose de influencias orientales que lograron imprimir a The Beatles un sello muy distintivo por sobre las bandas del género. Además también destacamos grandes pasos de su impecable carrera de solista y  aprovechamos de mostrarte algunos proyectos en los cuales ha participado.

Partamos por The Beatles y una tremenda canción que se considera la mejor de su factura junto a los cuatro fabulosos de Liverpool: ‘While my Guitar Gently Weeps’, pero acá la presentación en su concierto de homenaje en noviembre del 2002, cuando cumplió 1 año de fallecido. Como se puede ver los invitados están de lujo: Eric Clapton, Paul McCartney, Jeff Lyne, Ringo Starr y hasta su hijo Dhani Harrison (quien es prácticamente calcado a su papá) entre otros:

Otra gran canción que compuso para The Beatles fue ‘I me Mine’, que fue incluida en su disco Let It Be y que acá suena en escenas de la película del mismo nombre. Un período en que las relaciones estaban bastante tensas en la agrupación británica. Sin ir más allá en este mismo film hay una seria diferencia de opiniones entre Paul McCartney y Harrison.

En 1971 Harrison junto a otros músicos destacados organizan el mítico Concert for Bangladesh, el cual se realizó en favor de los refugiados en Pakistán. En ese período Harrison acababa de dejar a The Beatles y era un momento en que cada beatle emprendía su carrera como solista. Lo que hizo Harrison fue bastante ambicioso: lanzó el primer disco triple de la historia sorprendiendo a sus colegas y al mundo entero en realidad. De ese disco acá va su presentación en este gran concierto con su  ya clásico  ‘My Sweet Lord’:

Bien sabido es que The Beatles fueron pioneros en realizar la promoción de sus canciones mediante lo que todos conocemos como videoclip. En esta oportunidad y bajo esta composición hermosísima de George Harrison editaron este romántico videoclip donde cada beatle aparece con su pareja. Harrison en ese tiempo con Pattie Boyd, Paul con Linda, Ringo con Maureen Cox y ya desde hace poco en ese entonces John Lennon con Yoko Ono. Una entrega audiovisual que llega a poner la carne de gallina, tanto por la nostalgia de verlos en esa época como por su buena realización, hay unos primeros planos tan notables que es imposible no emocionarse. Esto se llama ‘Something’:

A finales de los ’80 George Harrison participó de una superbanda compuesta por verdaderos íconos del rock clásico, es el caso de Traveling Wilburys donde compartió con Bob Dylan, Roy Orbison, Tom Petty y Jeff Lyne, este último de la Electric Light Orchestra. La banda lanzó dos discos pero el triste fallecimiento de Orbison y la difícil tarea de reemplazarlo truncó los planes de seguir adelante. De su primer disco este fue el video para el sencillo ‘Handle With Care’:

 

En 1991 convencido por su amigo Eric Clapton (sí, amigos pese al robo de chica y todo) emprendió una gira que terminó por ser una nueva producción en vivo, la cual no realizaba desde 1971, es decir 20 años atrás,  que fue desde el Concert for Bangladesh. Aquí interpretando el tema ‘Cloud Nine’ de su disco del mismo nombre de 1987.

 

Bonus tracks:

Quisimos incluir dos bonus tracks en este especial. El primero más que nada se trata de la herencia física que dejó Harrison: su hijo Dhani, quien se parece a un nivel impresionante a su padre, de hecho la anécdota cuenta que para el Concert for George Mc Cartney dijo: “Olivia me dijo que, con Dhani en el escenario, parece que George se mantuvo joven mientras el resto envejecimos.” Dhani  ya está siguiendo los mismos pasos de su padre. Por si no la conocen les presentamos la banda que tiene junto a Ben Harper y Joseph Arthur, llamada Fistful of Mercy. Justamente este tema titulado ‘Father’s Son’ de su único álbum hasta el momento titulado As I Call You Down:

 

 

El otro se trata de un video de The Beatles en sus inicos, que si bien realizan la comparación , el parecido de joven de George con su hijo Dhani es mucho más notorio. Esto es de la época de la beatlemanía y se llama ‘Roll Over Beethoven’, original de Chuck berry y una de las pocas que interpretó Harrison en su etapa inicial junto a los Fab Four.

El líder espiritual y guitarrista de la banda de Liverpool falleció en 2001, una muerte que de alguna manera se venía anunciando. Ya en 1997 su cáncer a la garganta se había detectado, aunque a punta de tratamientos intensivos y de radiaciones se suponía había desparecido. Pero al parecer la muerte se empecinaba en rondar al talentoso guitarrista, quien en diciembre de 1999, es víctima de un atentado en su propia mansión donde se encontraba mejorando. Aunque el atentado fue frustrado gracias a su propia defensa y la de su esposa, que lograron reducir a este tal Michael Abram, de 33 años, quien era natural de Liverpool, que escapaba recurrentemente de una clínica psiquiátrica y que tenía una obsesión con The Beatles. Curiosamente casi 19 años después del atentado a su ex-compañero de banda John Lennon. Más tarde el cáncer reapareció pero pese a todos los esfuerzos esta vez no hubo terapia que lo venciera.

Seguramente hay muchas razones para recordar todo su legado. Su conexión con lo espiritual, su amistad con Ravi Shankar y esa inyección de meditación trascendental que puso en The Beatles. Quizá llegó en un momento justo, cuando The Beatles estaba teniendo serios problemas para asumir la fama y donde necesitaba un cambio. Quizá fue él o las drogas, ambas cosas ayudaron, la reunión con Bob Dylan, tal vez. La incursión con la sitar llegó en el disco Rubber Soul en 1965. Pero este cambio de perspectiva musical ni el mismo Harrison o Lennon dimensionaron lo importante que iba a ser para la música rock de aquí en adelante.

Un músico de los que merecen ser homenajeados. El director de cine Martin Scorsese le dedicó un film el cual nos aporta muchos detalles acerca de su vida. Un hombre tranquilo que a través de su búsqueda del misticismo siempre quiso encontrar la paz y regalarla a sus hermanos a través de su música, esa paz que muchos buscamos y la cual George merecida y felizmente encontró para siempre.

Meg White debe ser la más improbable estrella de rock, pero igualmente tiene un espacio más que ganado en este ciclo dedicado a las Heroínas. De naturaleza tímida, tranquila y sin formación musical, se dio el lujo de ganar cuatro Grammys y formar la mitad de una de las mejores bandas de rock alternativo de la que tengamos memoria: The White Stripes.

Todas las miradas siempre se concentraron en la versatilidad y calidad de Jack, pero tras ese éxito y reconocimiento a un virtuoso, se escondía el sonido de una batería pura, simple, no retorcida y que era resultado de un olfato nacido para hacer de lo simple algo eterno. Ya no estaba para la técnica ni para la elaboración, y se valió del tremendo soporte de su marido, en las letras y voz, y de su puro instinto para capturar la imaginación de una generación completa. Reconocida como una persona extremadamente tímida, curiosamente allí estaba su fuerza, de ahí nacía su sonido no elaborado, de la percusión constante de las notas, de golpearlas y golpearlas una y otra vez hasta sacar una resonancia llamativa y divertida, la que era el complemento perfecto, el otro 50% que necesitaba Jack para sacar afuera el poderío de White Stripes.

Así, sin saber nada de técnica, comenzó a hacerse un nombre en la escena rock underground de Detroit; en 1999 The White Stripes lanzó un auto- álbum debut con el sencillo “The Big Three Killed My Baby”, dejando atónita a la crítica.

Luego vino “De Stijl”, totalmente auto-grabado en cinta analógica de ocho pistas; el disco recibió  elogios universales, hasta convertirse en un clásico de culto, y elevando el perfil del guitarrista y la baterista, algo que a Meg no le gustó en lo absoluto. Para ella, el permanecer tras las sombras le permitía jugar con la batería sin ser analizada, haciendo volar su instinto sólo teniendo como parangón la línea de guitarra de Jack. Algo muy parecido se escuchó en “White Blood Cells”. Luego vino “Elephant” con el omnipresente  “Seven Nation Army”, con su batería simple y pegadiza, demostrándole a toda una generación que era posible aprender a tocar en casa, sin pretender llegar a la expertiz, e igualmente poder crear un tema icónico.

Con “Get Behind Me Satan” el sonido fue claramente diferente, más complejo, agregando piano de forma importante, mientras que “Icky Thump” fue la última muestra de su equilibrio y razonamiento melódico con platillos……platillos- bombo-platillos-bombo. Hasta Dave Grohl dijo en una entrevista a la Rolling Stone que “todos los grupos de punk-country-blues-metal deberían sonar así de bien”.

Meg+White

Una característica de Meg y que no hemos vuelto a ver en un baterista, es la capacidad de desarrollar ese nivel de comunicación no verbal y de sinergia mágica con el público, y obviamente con Jack White; aunque él acaparaba la atención, ella brillaba por allá atrás con su sonido totalmente displicente. Aunque muchas veces tuvo que enfrentarse al menosprecio de fans y críticos (en una demostración clara de desconocimiento del concepto de la banda), Meg demostró que su estrategia de silencio frente a los ataques acabaría acallando el ruido de las críticas; si no lo crees, escucha la letra de “Truth Doesn’t Make A Noise”.

Hoy, Meg White está totalmente desaparecida del mainstream (para felicidad de ella) y es una lástima tener que decir que ella decidió dejar de aportar en su relación con la batería, un instrumento que requiere fuerza, equilibrio, poder y total complemento con el resto de los instrumentos pues les sigue el ritmo y, en ocasiones, les da la entrada. Varias voces de la crítica han señalado que la batería ha perdido su personalidad y que Meg, al no ser técnicamente perfecta, se hacía fácilmente escuchable y disfrutable… ¿Un ejemplo? dale play a “Screwdriver” (puede ser en aquel concierto en Glastonbury) y podrás comprobar cómo esa batería te llevaba completamente arriba.

The White Stripes fueron una guitarra y una batería. Meg White fue la niña escondida tras el brillo de Jack, pero que supo mantenerse fiel a su estilo y ser reconocida como un valioso aporte a un estilo sin técnicas pero lleno de fuerza, siendo protagonista de toda una generación que aún la recuerda como una heroína del rock.

En un periodo en que Deep Purple ha lanzado un nuevo álbum, sería interesante echar una mirada por los diferentes trabajos que sus integrantes han editado por su cuenta a lo largo de más de cincuenta años de trayectoria.

Podríamos hacerla fácil, y hablar de los dos hijos dilectos del Purple años 70, como lo serian Rainbow o Whitesnake. Pero esa es historia demasiada conocida para sumarle otra reseña que difícilmente agregue algo. En cambio, vamos a desempolvar un poco  aquellos discos no muy populares que tienen la firma de algún Purple en solitario o en combinación.

Hoy hablaremos de Jon Lord.

Fallecido ya hace 10 años, Lord era junto a Blackmore el fundador de Deep Purple. Su estilo único de tocar el órgano Hammond, dio a los primeros álbumes de Purple, el llamado MK I, buena parte de su sonido característico, donde los teclados eran bastante predominantes.

Y es que Lord, formado desde temprana edad en la escuela de piano clásico, no era diferente de otros colegas que pretendían dar otra dimensión al rock, fusionándolo con orquestas, algo que poco después daría nacimiento al llamado rock sinfónico, grandilocuente y operístico. Lord lograría imponer este estilo en alguna canción de los primeros discos de Purple como “Anthem” o “April”. Pero llegaría a su punto cumbre en Concerto for Group and Orchestra, donde Lord se dio el gusto de interpretar junto a la Royal Philharmonic Orchestra una obra de su propia autoría.

El concierto, junto con su consiguiente edición en vinilo dio a Lord un momento de fama. Purple había sido pionero en el sinfonismo, pese a las reticencias de Blackmore, quien respetó la idea de Lord aunque la odiaba simplemente porque sentía demasiado respeto por la formación de los músicos de orquesta como para sentirse un igual, según sus palabras. De modo que aceptó el Concerto, pero impuso que el siguiente fuera un álbum de rock. Ese disco fue In Rock, cuya masiva aceptación de público y crítica enterró los sueños de Jon de hacer de su grupo uno de rock sinfónico.

Pero Jon no dejó que el deseo de sus compañeros de hacer un rock fuerte y ruidoso lo deprimiera. Por 1971 decía a quien quisiera oírlo que “si hago algo en el futuro, será para un grupo de tipos que tocan instrumentos eléctricos con la orquesta como respaldo”. Por suerte para él, Concerto for Group… cayó en saco roto.

Hubo dentro de la BBC alguien que gustó de la experiencia de Concerto y guardó el nombre de Lord en carpeta. Tres años después, la BBC le comisionó una nueva obra, la que Jon se dio el gusto de grabar y editar por su cuenta y nombre: Gemini Suite, una suite de cinco movimientos como su nombre indica, inspirados irónicamente en sus compañeros de grupo, aunque ni Gillan ni Blackmore participaron del álbum. Esta vez, Lord separó los tantos y no cometió el error de incluir el nombre de su banda en los créditos de interpretación.

Si bien la suite fue presentada en vivo en el Royal Festival Hall otra vez con la de su grupo,  fue grabada unos meses después, con invitados para cubrir las partes solistas.

Lord estaba entusiasmado. En entrevista a Melody Maker, demostraba alegría y aprensión por partes iguales: “¡Es todo mi propio trabajo!; le he pedido a Keith Emerson que venga a tocar también, si tiene tiempo”. Pero a la vez tenía dudas: “Debería ser aterrador trabajar con la orquesta. Ya tengo miedo. Hay un punto en el que le he pedido a la orquesta que improvise, lo cual debe ser divertido. Si sale, habré probado un punto. Con un poco de aplicación e inspiración, debería resultar válido para el entretenimiento”, para rematar: “Con el éxito actual del grupo, ahora es el momento para que los miembros individuales del grupo se entreguen a varios proyectos. Creo que Ritchie también quiere hacer su propio álbum. La complacencia es nuestro mayor enemigo”.

Gemini Suite es el justo reconocimiento a la pasión de Jon Lord por la música orquestal. Evidentemente su idea de componer grandes obras para orquesta fue el sueño de su vida, cortado por su dedicación de tiempo pleno a Deep Purple, pero al que pudo volver cuando dejo el grupo, y dedicar su tiempo a diferentes proyectos que fueron desde el blues al ensamble de instrumentos. Y de hecho casi todos sus trabajos post Purple son orquestales.

En el caso de Gemini Suite nos encontramos ante una obra dividida en seis movimientos. Cada uno de ellos, como se dijo o quiso decir, representa un instrumento: Guitarra, piano, batería, voces, bajo y órgano. Albert Lee tomó el lugar de Blackmore, y Tony Ashton e Yvonne Elliman compartieron las voces. Es un álbum muy agradable de oír, siempre y cuando uno se libere de prejuicios. Las partes de Lord (“Piano” y “Órgano”) son especialmente buenas, con toques jazzeros en la primera, y la segunda banda y orquesta plenas, dando un gran cierre a Gemini Suite; Paice se luce en “Batería”; Ashton (en “Voces”) le pone un tono a su parte que recuerda al finado Cocker; y Glover hace un contrapunto con toda la orquesta en “Bajo”. En el conjunto, curiosamente el único que no destaca particularmente es Albert Lee, o más concretamente, la guitarra, el alter ego de Blackmore. ¿Casualidad? Quién sabe.

El álbum demuestra las capacidades de Lord para componer música popular con acompañamiento orquestal de primera. Y es música que no desentonaría en absoluto en cualquier Opera del mundo.

Así, Concerto for Group and Orchestra y Gemini Suite cimentaron la notoriedad de Jon Lord como compositor e intérprete de música progresivo/sinfónica ejecutada por orquestas. Por lo que no iba a transcurrir mucho tiempo para que otra oferta apareciera. Y la llamada llegó desde Alemania (República Federal Alemana en esos días). Eberhard Schoener, un compositor de ese origen, uno de los primeros en popularizar el Moog, era un tipo formado en la música clásica que (entre otras cosas) estaba enfrascado en combinar los autores clásicos con instrumentación y composiciones contemporáneas. Ambos fueron contactados para presentar una obra en conjunto, para lo que trabajaron toda la primera mitad de 1974. El resultado fue presentado en concierto en Munich, en junio de 1974, concierto del que se editó  bajo el nombre de Windows poco después.

Windows tiene dos composiciones. La primera, “Continuo en BACH”, es su propia versión de cómo finalizar un trabajo inconcluso del genio del barroco, Johann S. Bach llamado “Art of the Fugue”. Explicaba Lord en la contratapa del álbum que “Art of the Fugue” estaba basada en una escala que usaba las notas representadas por el propio apellido de Bach (en su notación anglosajona)”, y esperaba que el compositor alemán hubiera aprobado su propia versión.

En cuanto a la otra composición, bautizada “Window”, estaba dividida en tres movimientos: Renga, Gemini y Alla Marcia: Allegro. Toda la pieza está inspirada en el Renga japonés, un estilo de composición poética colaborativa en que cada escritor compone un verso a continuación de su compañero. En este caso, Schoener compuso “Renga”, Lord el “Alleggro”, y, como su nombre sugiere, “Gemini” fue aportada como una reversión de “Voces” de Gemini Suite.

El disco fue editado (según Lord) tal como se grabó, “usando solo lo que estaba en el tape”. Como para esos días, Purple había echado a Gillan y Glover, sus reemplazos (Coverdale y Hughes) aparecen en escena como músicos invitados, siendo los únicos Purple (aparte del propio Lord) en decir presente esa noche. Ray Fenwick (posteriormente formará parte de la Ian Gillan Band), Tony Ashton y Pete York completarían lo sería la banda de rock de la casa, acompañados de la Munich Chamber Opera Orchestra conducida por Schoener.

Windows, como se ha dicho, combina entonces una recuperación de Bach, y música nueva. En cuanto a “Art of the Fugue”, lo que Jon hizo fue adaptar la fuga inacabada a los instrumentos del grupo eléctrico y la orquesta, lo que por momentos suena muy bien a nuestros oídos rockeros, pero por otros a algo sumamente extraño, como  una extraña trompeta que rememora soundtracks de esos años, o sonidos que quieren despegar entre notas disonantes, para culminar el armado en un final bastante purpleiano.

En cuanto a “Windows”, “Renga” tiene un interesante trabajo de Ray Fenwick a la guitarra, acompañado por los sonidos percusivos de la orquesta; “Gemini” da paso a las voces soprano de Ermina Santi, Sigune Von Osten, y por supuesto, Coverdale (que no es soprano), mientras la guitarra y el órgano de Lord van marcando los compases hasta la aparición del grupo completo. Desde ya que las dos sopranos combinadas con el inglés suenan en conjunto como un antecedente extraño de Nina Hagen, aunque al final Coverdale hace su parte dignamente. Finalmente, el “Allegro” cierra el disco y el concierto de un modo más pop, con menos orquesta y más banda en el conjunto, solo de batería incluido, lucimiento de Jon Lord al piano y Hammond, y final (contradicción aquí) a toda orquesta (y grupo).

A diferencia de Gemini Suite, Windows se trata de una música más difícil de digerir para el amante del rock. Si bien hay mucho mas trabajo de orquesta, es una orquesta al servicio de una música no necesariamente formal (y aquí me meto en terrenos fangosos, de los que trataré de salir rápido). Por momentos Schoener hace que la música sea agradable al oído; pero por otros (no muchos, pero los hay), empieza a tirarte con sonidos enmarañados que llaman la atención justamente por eso, por lo raros. Salvando las grandes diferencias (y que los devotos de John me perdonen), esos fragmentos suenan a los delirios de Lennon-Ono. Pero por suerte, son los menos. En su conjunto, Windows califica como un trabajo interesante, aunque quizás no tan completo como Concerto for Group and Orchestra o Gemini Suite. Pero fue un paso más en la dirección que Jon Lord buscaba para su costado clásicamente “instruido”.

Sin embargo quizás estemos solos en esta calificación de Windows como interesante. En su momento JonLord expresó a NME cuando se edito el álbum, que “Estuvo fuera de mis manos. No estoy del todo seguro de que sea un álbum particularmente necesario. He tenido menos que ver con eso que con cualquier otra cosa que haya hecho”. Punto y aparte.

1975 fue el momento de la partida de Blackmore de Purple. Tommy Bolin entró en su reemplazo. Y Jon Lord aprovecharía para hacer otro disco en solitario. Pero será un cuento para otro momento.

VIDEOS: Mira a Red Hot Chili Peppers de regreso a la TV y a los shows en vivo presentando su nuevo álbum

Ayer llegó finalmente el esperado día del lanzamiento de “Unlimited Love”, un nuevo álbum de Red Hot Chili Peppers, para nada mezquino consistente en 17 tracks, que ha recapturado la esencia de la banda dejada en discos como “By The Way” o “Californication”. Pese a que el álbum ha tenido críticas mixtas hasta el momento, el recibimiento ha sido favorable y la banda se ha estado enfocando en promocionarlo y mostrarlo.

Primero, tenemos la presentación transmitida en el show de Jimmy Fallon, donde interpretaron “Black Summer”

También pasaron por el show de Jimmy Kimmel presentando otro de los temas del álbum “These Are The Ways”

Eso no fue todo, la banda también se presentó en un show limitado en el Fonda Theater en Los Angeles, donde brindaron un set más extenso con canciones del nuevo disco y clásicos como “Can’t Stop”, “Give it Away”. “Hey” o “Snow”, y donde podemos ver a John Frusciante haciendo un cover de Elton John (“Your Song”) entre otras cosas

ATCO Records, 1992

La vulgar demostración de poder de Pantera. Un disco que rompió todo esquema de lo que estuvo hecho hasta el momento en materia de metal. Es más, este disco logró separar lo que es el thrash o el metal propiamente tal para ofrecer algo totalmente novedoso. Si bien los elementos del thrash, death, punk y crossover están claros y muy bien puestos, acá las guitarras presentaron unos riffs pesadísimos, un sonido completamente fresco pero al mismo tiempo un poco más sabio en cuanto a la señal de los tiempos. Era el nacimiento de lo que se conoce por groove metal hoy en día y este disco se transformó en obra clave de este nuevo estilo.

La depuración en el trabajo de composición es notable, los solos de Dimebag Darrell impresionantes, la fuerza en la batería de Vinnie Paul absolutamente brutal y la potencia en la voz de Phil Anselmo temible. El arranque es demoledor con ‘Mouth for War’, una montaña de riffs desmoronándose para caer encima tuyo, dejándote totalmente superado. El final del tema es simplemente electrizante, insuperable, infartante, donde no hay mucho tiempo para la compostura, ya que entra como cayéndose, pero nuevamente con los riffs más avezados del planeta ‘A New Level’. Acá vamos dando cuenta de que los tiempos van disminuyendo, lo cual no quita para nada potencia, al contrario, imprime esa cuota de rock’ & roll al metal, en gran parte de este disco, un rock & roll metalizado, con una onda increíble. Esto de los riffs cortantes y del tempo ralentizado es premisa en casi todo el disco: ‘Rise’ por ejemplo, aunque aquí el thrash toma la batuta también en gran parte del tema. Más claro ejemplo es ‘Walk’, una de sus canciones más aclamadas, donde la testosterona y la desafiante actitud de Anselmo sobrepasa todo estatus.

La casi hardcore ‘Fucking Hostile’ simplemente te vuela todo el cráneo desde esa entrada con el ‘one, two, three, four…’ de su arranque, un tema que no da ningún tipo de respiro y con unos coros medios funkys, los cuales de verdad llamaban la atención para la época en que fueron compuestos. La dirección musical de Pantera estaba claro que quería ir hacia otra parte, en pos de una innovación y renovación de la escena, lo cual fue el gran logro de la banda y de esta placa. El tema de este tipo de coros también se repite en ‘No Good (Attack the Radical)’.

La técnica de Dimebag Darrell y el derroche de energía, sabiduría y al mismo tiempo estilo es lo mejor que tiene este disco, haciendo perfecto uso de los pedales distorsionadores o lo que fuera para solventar una guitarra que llega a impresionar cómo aguantaba tanto poder sobre ella misma. En ‘Live in a Hole’ hay una conjuncíón impecable de todas las técnicas que se pueden usar para sacarle el máximo provecho al instrumento en la canción.

En ‘This Love’ podemos encontrar lo más parecido a una ‘powerballad’ dentro de este disco, una canción que habla de lo más oscuro de las relaciones, el amor, el desencanto y cuando éste llega a los extremos de la locura, y en la cual Anselmo se inspiró en una anterior relación. Los solos de Darrell aquí llegan a ser conmovedores, el feeling que impactó a su guitarra debe estar dentro de los mejores de la historia del rock, sin ir más allá.

Para el final del disco aguardan dos piezas de lujo: primero un tema  que como su nombre lo dice te invita a ser poseído. Se trata de ‘By Demons Be Driven’ que golpea fuerte sobre todo al final, con ese juego de riffs cortantes que no acaban nunca. Ni un exorcista te puede sacar el demonio que se te cuela adentro al escuchar esta canción, sobretodo en su parte culmine final.

Después y sellando con un broche de oro llega ‘Hollow’, una que arranca muy bella en melodía, muy inspirada por algunas de las mejores baladas de Black Sabbath y que quiebra todo margen al final con un impactante riff y enérgicos fraseos de Anselmo. Nos pueden recordar algo del ‘Master of Puppets’ de Metallica quizá pero doblando en actitud y poderío instrumental, lo cual es bastante decir.

Pantera con ‘Vulgar’ impuso un nuevo orden en el metal, si bien ya otras bandas hacían logros en el estilo, es Pantera la que de verdad logró imponerse y llevar todo esto a un punto que llegó a gobernar la escena, en un momento que el grunge acaparaba todas las miradas, de alguna forma Pantera hizo resucitar a los viudos del thrash metal, pero esta vez para renovar el movimiento en algo mucho más poderoso, con cuotas soberbias de actitud, con una técnica abismante y sin quitar una pizca de onda y estilo. Llama la atención, es un disco para no soltarlo jamás, han pasado 30 años y suena como hecho ayer, tan demoledor y brutal como en ese ya lejano 1992.

Atlantic Records, 1985

No Jacket Required es el álbum más exitoso de la carrera de Phil Collins, ganando con claridad en el rubro ventas a su sucesor,… but Seriously. En todo caso se trata de discos fundamentales que cimentaron la fama de superestrella de Collins.

Para este momento, Collins ya había editado por su cuenta Face Value, y un año y medio después Hello, I Must Be Going!, que tuvo similar respuesta de ventas y atención pública. Buenos discos, con buena recepción, que lo dejaron en una posición expectante. Desde allí, se subía o se caía. No Jacket Required iba a dar la respuesta.

Pero antes de eso, se metió de lleno con Genesis, grabando el disco homónimo (también conocido como Mama) y saliendo de gira entre 1983 y 1984, relanzando definitivamente la carrera del grupo (“un estilo refuerza al otro y nuestras canciones parecen entusiasmar cada vez a más gente”, reflexionaba Collins).

Pero Collins no se quedó quieto. Tuvo tiempo para grabar dos canciones fuera de sus discos que se convirtieron en sendos Nº 1. ‘Against All Odds’ (del soundtrack del film americano del mismo nombre) fue su primer top chart en Estados Unidos.  Una canción compuesta y desestimada por Collins tanto para Face Value como para su segundo álbum. Collins reconoce que no se le da bien elegir que canción tiene pasta y cual no. Tiene esta canción, titulada ‘How Can You Sit There?’, que para él no encaja en ningún lado. Se aparece Taylor Hackford, el director de Reto al destino y le pide un tema para su próxima película. “¿Qué te parece ésta? – Genial, pero agrégale a la letra Against All Odds, que es como se llamará la película”. Por una vez, Collins rompe su actitud de no dejar que se metan con sus “bebes” (como llama a sus canciones), y concede tanto el cambio de letra como de título.

Collins es ahora el músico de moda.  Philip Bailey le pide que produzca su siguiente álbum, Chinese Wall, pero solo pueden componer a dúo una canción. La única canción compuesta por ambos. Titulada provisionalmente ‘choosy lover’, tras un par de arreglos cambia de nombre y se convierte en el segundo gran éxito de Phil ese año, ‘Easy Lover’. El tema fue Nº 1 en Inglaterra y Nº 2  en USA.

Estamos en 1984, y Collins comienza a ser figura repetida en muchos lados, al punto de la molestia. El mismo reconoce esta saturación: “Estos son los años en los que aparezco en todas partes, todo el tiempo, monopolizando las ondas, la MTV y las listas de éxitos; ni los malditos Oscar se escapan. Por mucho que lo intentes, cuando enciendes el televisor o la radio no puedes huir de mí”.

Aparece en Band Aid, como prolegómeno a su doble presentación en Live Aid (¡quién entrado en años no recuerda, y por qué no decirlo,  siente vergüenza ajena por verlo ocupar el lugar vacante dejado por John Bonham en Zeppelin!).  Y muchas cosas que llevó adelante en los siguientes meses y años. Como Midas, parecía que todo lo que tocaba era oro, y también parecía que todos lo llamaban para poner colgarse del éxito de Collins.

Bien. En este contexto Phil Collins comenzó a ocuparse de su tercer álbum propio, luego de finalizar la gira de Genesis y de producir el disco de su amigo Eric Clapton (Behind the Sun, un álbum que presenta a Clapton acompañado de máquinas, un LP que hoy es una rareza musical, ya que Eric tomó la decisión correcta de volver a sus raíces bluseras entrando en los 90`s).

Collins se sentó a producirse en forma tranquila, tomándose toda la segunda mitad del año 84 para componer y grabar hasta conseguir lo que quería.  El título del álbum (No se requiere chaqueta) sale de un incidente ocurrido en un restaurant, donde se le negó el ingreso por no estar vestido adecuadamente. El enojo de Collins fue mucho, ya que dedicó cada entrevista promocional a defenestrar el restaurant.

En No Jacket Required Collins va intentar hacer un álbum que lo aparte de la etiqueta de baladista romántico. En sus palabras, “Voy a hacer un álbum de baile. O, por lo menos, un álbum con un par de canciones moviditas”. Pero no va a ser fácil pelear con el instinto. En definitiva es un hombre de afectos, no un rocker que se acuesta cada noche con una groupie diferente. Ha roto con su primera esposa, se ha visto separado de sus hijos, y ahora está nuevamente enamorado e intentando rehacer su vida. Peor aún, se deja invadir por el sosiego que traen más noticias de separación de amigos, la más relevante la de Clapton y Pattie Boyd. Inevitablemente eso va a reflejarse en la composición, y aparecen canciones como ‘Doesn’t Anybody Stay Together Anymore?’, ‘Inside Out’ o ‘One More Night’.

Como en casos anteriores, varias de las composiciones salen de la improvisación, el caso de ‘Sussudio’, palabra que no significa nada pero aún así no puede reemplazar por otra: “No se me ocurre otra palabra que quede tan bien como «sussudio», así que la dejo y trabajo en torno a ella”. Es una canción trabajada con maquinas y un ritmo pegadizo que se convierte en el obvio track de inicio de No Jacket Required. ‘Sussudio’ es elegida como single de difusión y se va derecho al tope de los charts.

El siguiente tema es del LP es ‘Only You Know and I Know’, una colaboración con su guitarrista Daryl Struemer, también una canción up marcada por los vientos de sus viejos colaboradores de EWF, ahora bautizados como ‘The Phenix Horns’, que mantiene alto el pulso del disco.

Otras piezas fueron más premeditadas, como  ‘Long Long Way to Go’, un tema marcado por los colchones de teclas, y un resabio de su inducción política de su paso por los proyectos de Bob Geldof; ‘Doesn’t Anybody Stay Together Anymore’, un tema mid-tempo con una reflexión personal acerca del divorcio como se dijo antes; o ‘Take Me Home ’, una brillante canción acerca de un paciente psiquiátrico e inspirada directamente por la novela One Flew Over the Cuckoo’s Nest. Y que es un cierre notable para un gran álbum.

¿Y qué hay en el medio? Están la melosa ‘One More Night’, otro nº1; la modernosa ‘Don’t lose my number’ (otro top five); el funky ‘Who Said I Would’, muy en la onda de ‘Sussudio’, y quizás junto a éste tema y ‘Take Me Home ’, el trío de canciones de mejor factura del  LP.

Como se dijo, Collins ya venía volando alto en el mercado de singles, y además su figura estaba muy promocionada. Por lo tanto era de esperar que el álbum y algunos de sus sencillos saltaran a lo alto de los charts. Y así ocurrió. El disco fue 12 veces disco de Platino en Estados Unidos (12 millones de copias vendidas solamente ahí), lo que lo convirtió en el LP más exitoso de su carrera.

Y es un disco que lo vale. Más allá de alguna canción omitible, en general es un álbum que está lleno de canciones de calidad, mas balanceado que otros del inglés, y definitivamente un LP que vale tener en tu discoteca, si es que antes no le tomaste antipatía al jovial Phil.

Parlophone Records, 2005

“El desastre ha de ser descrito de forma más realista como un proceso de degradación ya iniciado, extremadamente intenso, que se acelera de forma creciente y que es en muchos aspectos irreversible”

(Danowsky y Viveiros, 2019: 24, ¿Hay mundo por venir?)

Hablar del fin del mundo siempre supone bifurcaciones y ambivalencias interpretacionales. Por un lado, emerge el miedo a lo incierto, a lo desconocido, a lo alterno; mientras que por otro lado, también emerge una especie de tranquilidad como resultante del fin a la vida agobiante tal y como la conocemos. No obstante, como línea transversal, es que el tópico “fin del mundo” siempre tiene una carga reflexiva y crítica que nos posiciona como humanidad en el centro de la responsabilidad del detrimento socioambiental, y es de esto lo que nos nutre Demon Days.

Uno de los tópicos más relevantes que caracteriza a la banda animada es la construcción narrativa de cada propuesta. Una generativa que una que comprende tanto la creación arquetípica de cada personaje, como también las historias que van a dar sentido a cada lanzamiento de Gorillaz. La profundidad de cada detalle es que hace de este proyecto artístico, uno de los más complejos a nivel creativo, ya que posiciona como relevante la constante conexión y abstracción de contexto, los nuevos sonidos, pero también la oscilación y amplitud desprejuicida de lo inspiracional.

Cerca de 17 años han pasado desde el lanzamiento de Demon Days, y para ser sincera, en 17 años el mundo sigue -tanto o más- sanguinario que lo criticado en aquel 2005. Con 15 tracks contenidos en un margen de casi 51 minutos, es que 2D, Murdoc, Russel y Noodle nos llevan a un viaje tan distópico como la crisis política y social de Gilead, en The Handmaids Tale. Un viaje a un contexto post-apocalíptico, donde la destrucción, desolación y devastación es multivariable.

Con una fuerte articulación creativa vinculada al movimiento punk “No Future” de mediados del siglo XX, es que iniciamos esta experiencia multisensorial con la siempre bien ponderada “Intro”, una que con una fuerte carga sensitiva nos permite dar cuenta de que nos encontramos en un espacio estéril, oscuro e incierto. Continuamos con “Last Living Souls”, track que evidentemente nos da un primer alcance de la historia que estamos por conocer, porque “Take a gun or how you say? That’s no way to behave”, da cuenta de que este LP representa aquellos espacios colonizados por la muerte en subalternidad.

¿Quién es Dirty Harry?, ¿a qué nos referimos?, ¿de qué hablamos?… Muchas son las dudas respecto al real mensaje de tan potente track, que cuenta con la colaboración de niñas, niñes y niños del Coro de San Fernández y Bootie Brown. No obstante, se hace latente el guiño a una preocupación constante a las infancias, al dolor, a la pobreza. Porque las guerras robustecen la ambición de una élite descompuesta y sin alma que deja a “The poor people are burning in the Sun. But they ain’t got a chance, They ain’t got a chance”.

Continuamos con “Kids With Guns”, track donde la inspiración hip hop se manifiesta a tal punto, que la metáfora de violencia trasciende a la consolidación de la monstrificación de las infancias y humanidades corrompidas por el poder de las armas. Luego seguimos con “O Green World”, casi como una sátira al recuerdo de aquel mundo forestado, una aproximación a la aniquilación y muerte, es que llegamos a “Dirty Harry”, probablemente la canción más controversial a nivel político, puesto que la imagen de Bush y la guerra de Irak no pasan desapercibidos al ojo crítico de Damon Albarn.

Llegando al segundo bloque del álbum, nos encontramos directamente con la dialéctica sonora y emotiva de Demon Days, puesto que con la irrupción de “Feel Good Inc.” el cuarteto digital esboza que hemos llegamos a uno de los tracks más poperos del álbum, pieza que por lo demás fue el primer adelanto con el que se dio a conocer este disco. No obstante, seguimos con “El Mañana”, casi como una antítesis de “Feel Good Inc”, esto porque “El Mañana” nos recuerda que el amor, los afectos y la emotividad son aquellos albores que dan vida a la diversidad de la existencia. La esperanza ante el miedo, son verdaderos escudos ante la desolación del mundo construido en Demon Days, que para nuestra sorpresa, también se hace extensiva a nuestra realidad cotidiana.

“Every Planet We Reach Is Dead”, “November Has Come” y “All Alone” son realmente la trilogía indisociable de este LP. Tres variables concretas que dan cuenta de la perspectiva crítica de Damon respecto a la crisis socio-humanitaria de la que somos protagonistas. Por un lado “Every Planet We Reach is Dead”, apela constante e invariablemente a sensación de desorientación y desasosiego. Por otro lado “November Has Come” es la profundización argumental de la reflexiva competitiva imperante en las interacciones establecidas y conversaciones mal intencionadas. Y finalmente “All Alone” se transforma en el resultante de la articulación de los tracks antecesores, destacando observación activa a la soledad como establishment de lo social.

El último bloque de este gran LP que fue pensado y ejecutado como crítica a un contexto específico, hoy es una pieza atemporal que sigue trascendiendo contextos, espacios y situaciones. “White Light” es la encargada de dar inicio al ciclo final, con una apuesta minimalista y armónicamente rimbombante, abriendo paso a la estocada Dance-pop con “DARE”. “Fire Coming Out of the Monkey’s Head” aparece como una analogía crítica a la profundidad del daño a las guerras, donde la irónica metáfora “The dance of the dead” es realmente una perspectiva detractora y realista a la muerte en masa, a la devastación y al poder.

Finalmente “Don’t Get Lost In Heaven” abre paso a “Demon Days”, track que dio origen al nombre de este disco. “Demon Days” puede ser considerada una conclusión a una narrativa directa y elocuente a un contexto, pero también tiene la suficiente carga emotiva capaz de cerrar esta propuesta postapocalíptica como constructo articulador de nodos críticos de lo social. “Demon Days” como track también es resistencia, también es amor, y también es motivación. El amor propio es sin duda uno de los tópicos más complejos de abordar en el contexto actual, no obstante la grandilocuencia compositiva de Albarn nos invita a cuestionarnos sin tapujos: ¿Esperaremos que los “Demon Days” nos obliguen a mirar con rencor todo el amor que carenciamos de nosotras, nosotres y nosotros mismos?

Columbia, 1980

El punk y el disco desaparecieron de las listas, al tiempo que la new wave iniciaba su reinado. Sin embargo, hacia 1979, y en el terreno que Margareth Thatcher quería invisibilizar, empezaba a crecer con fuerza la New Wave of British Heavy Metal, marca con la cual bandas muchos británicos empezaron a aglutinar la rabia y la desesperanza de una generación.

Judas Priest llevaba casi una década haciendo metal, con letras generadas desde la impronta sabbathiana; sin embargo, los liderados por Ozzy fueron evolucionando hacia el hard rock, dejando el nicho puramente metalero con un camino ya iniciado y que podría ser fértil para la siembra de otras bandas. Y ahí mismo fue donde Judas Priest plantó sus semillas, las que germinaron vigorosas en abril de 1980 cuando lanzaron “British Steel”.

Este es un disco que se ha impuesto en la historia como un antes y un después, e incluso muchos críticos lo consideran el punto de partida de la NWOBHM. Este álbum llegó muy lejos y se distingue por su sonido duro, afilado y mucho más veloz que el de los discos anteriores de la banda y de todos los producidos en Inglaterra. “British Steel” se grabó en un estudio de Ringo Starr en 28 días, usando la tecnología analógica que estaba disponible; por eso, el trabajo encabezado por Tom Allon es magnánimo. Y qué decir de los bastiones que de allí se desprendieron.

“Breaking the Law” es un himno que se clavó como un imprescindible para el metalero de cepa. Su riff principal es perfecto y ha sido base creativa para cientos de bandas posteriores, mientras que su estribillo lo define como un himno antiopresión. Hicieron su primer video reventando tímpanos con la guitarra y con Halford doblando barrotes; por su concepto de ritmo de base, se podría poner al lado de “Smoke on the Water”, donde la simpleza instrumental enganchaba con la ira de la clase obrera. “Rapid Fire” es pura velocidad y furia de Holland, quien da inicio a la batalla de riffs entre Downing y Tipton al estilo de la vieja escuela, con puro sentimiento, y un Rob Halford sensacional. “Metal Gods” hasta hoy se mantiene como parte del setlist básico porque la esencia se desprende de su ritmo contundente y sus guitarras afiladas. Demás está decir que Halford es esta canción.

“Grinder” es un track muy heavy gracias a sus riffs abrasivos, al tiempo que Rob le da un estilo cimentado en potencia. “United” se convertiría en otro himno gracias a su dinámica y su estribillo fantástico; unas guitarras que acaban con todo lo que se ponga a su paso, tanto así, que en vivo te puede hacer llorar. “Living After Midnight” es otro trallazo decisivo, que con los años se ha transformado en el mejor resumen de la naturaleza de Judas Priest; por eso mismo es la más versionada del grupo, aunque ninguna de ellas se acerca siquiera a darle sombra a la original. “You Don’t Have to Be Old to Be Wise” es puro power, gracias a su mensaje y el solo destructivo que lo compaña.

“The Rage” es un medio tiempo con una interesante intro de bajo de Ian Hill, tras el cual las guitarras se convierten en una marcha abrumadora. Y “Steeler” es un rapidísimo tema, que hoy suena totalmente old school, y cierra el disco con broche de oro. Este breve resumen refiere a aspectos del metal fundacional, ese que actualmente no se hace y al cual terminamos recurriendo con frecuencia, estampando la trayectoria de “British Steel” como memorable.

La portada del álbum la diseñó Roslav Szaybo. Para crearla, se basó en la imagen de una empresa siderúrgica británica llamada British Steel. Con motivo del 30° aniversario el diseño fue retocado, añadiéndosele unas gotas de sangre que no aparecían en el original de 1980. Enlazando la imagen con el contenido, el metal generado por Judas Priest, instrumentalmente, no era tan nocivo comparado con la crítica que contenía en su lírica, la cual apoyaba a la multitud de obreros de Birmingham que habían quedado sin trabajo tras las reformas liberales de Thatcher.

Un brutal asalto de dobles guitarras gracias a la labor prodigiosa de Glenn Tipton y K. K. Downing. Y la interpretación de Rob Halford que, tras el disco, se transformó en figura a imitar y hoy ya es leyenda, casi a la altura de Ronnie James Dio o Lemmy. El sexto álbum de Judas Priest alternó gloriosos himnos que iban a definir el panorama de los ’80 para un sinnúmero de bandas en todo el orbe, varios de ellos precursores del thrash que nacería pronto. Todo en “British Steel” da origen a algún mito que personifica el género metal, tanto en lo creativo como en lo estético, sino que hablen los cueros y las cadenas.

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