Necesitamos un nuevo camino, una nueva causa, un nuevo entusiasmo que aglutine y consolide solidariamente a nuestra comunidad. Que no haga mella en nosotros ni el odio, ni el rencor, ni la violencia o el engaño, inducidos por las redes sociales, los medios de comunicación, algunos grupos instituyentes y los políticos. No necesitamos eso. Tampoco a las mentiras persistentes del gobierno provincial como de los partidos políticos o de los oportunistas que aparecen en tiempos de crisis con nuevas fachadas.
Necesitamos romper con toda práctica política tradicional, politiquera, conservadora y mercenaria. Terminar con sus instituciones desnaturalizadas y caducas. Sabemos que una propuesta distinta genera dudas e incertidumbres. Pero también la tentación de seguir con lo mismo para no romper la comodidad y la aparente seguridad que da el continuismo termina en la abulia y resignación. La política es válida y atraviesa necesariamente la vida de una comunidad, pero siempre y cuando sea garantía de un servicio público y desinteresado que provenga de la deliberación y decisión de la comunidad.
Necesitamos soñar en grande para realizar los desafíos para lo que somos capaces, ante una realidad que nos exige e interpela vivir mejor: autogobernarnos, reformar la Carta Orgánica Municipal, establecer Consejos de Salud, Consejos Escolares, Urbanísticos y de Seguridad en agrupamientos de barrios organizados en Comunas, romper con el pacto Provincia-Municipio para decidir sobre los ingresos de la coparticipación y tener independencia económica, controlar de modo directo la gestión de gobierno, etc. Los desafíos sociopolíticos y económicos que nos interpelan son muchos y grandes, pero no imposibles si estamos dispuestos a afrontarlos con la confianza absoluta y sin dudas de poder lograrlo. Es posible un Proyecto de Provincia y de Ciudad construido mancomunadamente, solidariamente, factible, autosustentable y de progreso. A la falta de voluntad política, que prime la voluntad popular.
Pero hay que tomar conciencia de que no lo harán los partidos políticos tradicionales, ni los políticos tradicionales con sus discursos y promesas tradicionales. Lo tiene que hacer la comunidad con las herramientas y organizaciones nacidas de sus necesidades, demandas y problemáticas. Solidariamente. Colegiadamente. También al interior –o por fuera- de los sindicatos, que representan al trabajo. Ello implica –por supuesto- barajar y dar de nuevo, o lo que es lo mismo, comenzar a reunirse los vecinos, los barrios, la comunidad, y empezar a proponer, debatir, deliberar, decidir y exigir, a las autoridades establecidas; y si éstas no responden, hacerlo igualmente.
No podemos seguir dejando que políticos unipersonales decidan los destinos de una comunidad justificados en una democracia que no existe. Si necesitamos un nuevo camino, que lo construya la Comunidad. Si necesitamos un nuevo gobierno y un nuevo sistema de gobierno, que lo decida la Comunidad. Del modo más democrático, inclusivo, transparente, masivo y ampliamente participativo posible. La Democracia Participativa, Directa y empoderada no es una ilusión. Pero necesitamos de todos.