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La desinformación social en los procesos políticos electorales

Publicado el Martes, 16 Agosto 2022 08:25 Escrito por VERÓNICA SFORZIN para TELAM

Un nuevo fenómeno recorre América Latina y el mundo: la saturación de información. Los ciudadanos latinoamericanos se informan a través de las redes sociales, "con lo que les llega al celular", una información filtrada y adaptada a su perfil psicosocial. Esto va constituyendo una forma de ver y comprender el mundo y modificando la forma de interactuar socialmente, la cual se manifiesta también en los procesos político electorales.

Con el ritmo de vida actual, los latinoamericanos no pueden desplegar la capacidad de ordenar esta saturación de información y darle un sentido y una narración. Esta saturación genera nuevas situaciones con modificaciones tanto psicológicas como sociales. Siguiendo a Chibey (Chibey Rivas, T. J. 2021), por un lado tenemos el fenómeno de la 'infoxicación', "un exceso de información incapaz de ser absorbida o discriminada"; por otro lado, el quizás más conocido de 'infodemia', "un gran aumento del volumen de información relacionada con un tema en particular" y por último el tercer fenómeno que afecta de manera más directa la psicología de los sujetos: el síndrome ligado al cansancio de la información (IFS) el cual genera una "creciente parálisis de la capacidad analítica" y la "perturbación de la atención, inquietud general o incapacidad de asumir responsabilidades" (Han, 2014).

El sistema de desinformación es la expresión de la profunda desigualdad en la producción del conocimiento y de la tecnología, en el momento actual. Es un fenómeno indisociable del modo de producción y, en específico, de la monopolización en unas pocas manos de los circuitos por los que fluye la información y de la producción de la información misma. Por más de que muchos lo planteen como un hecho dado y del cual no podemos escapar, hay que resaltar que no es un fenómeno natural o de la divina providencia, es un fenómeno que hace a las relaciones de fuerza sociales actuales y por lo tanto su modificación tendrá que ver con los procesos geopolíticos que se están desarrollando en este preciso momento histórico.

Frente a la evidencia empírica de las secuelas sociales y psicológicas que deja la exposición a los servicios de las corporaciones como Alphabet (Google), Metaverso (Facebook, Instagram, WhatsApp) o Microsoft, ya son muy pocos los que se animan a sostener que internet o las redes sociales son un ámbito de igualdad y libertad de acción.

Este fenómeno afecta a los procesos político-electorales en la región y lamentablemente todavía son muchos los analistas y referentes políticos que plantean que la contienda se tiene que trasladar a las redes sociales virtuales, como si estas fueran un terreno neutro, en donde cada candidato puede utilizarlas a su conveniencia. Tanto las elecciones de Estados Unidos, como "la toma del capitolio" de ese país, evidenciaron cómo las redes sociales son instrumentos manejados por estas grandes corporaciones en función de sus intereses.

Los procesos electorales pueden quedar presos de la lógica tecnocrática bajo la cual se intenta no sólo construir un buen candidato, sino influenciar en todo el tablero electoral. Al mejor estilo las elecciones estadounidenses los grandes medios de comunicación, en comunión con las redes sociales, encapsulan las múltiples expresiones políticas en una polarización social, dejando tan solo dos alternativas. En el caso de Chile, el sector reaccionario y conservador fue representado por Kast, defensor de Pinochet, en al caso de Colombia por Hernández, un candidato sin estructura que superó, gracias a las redes sociales, al candidato Uribista.

En Argentina estamos próximos a entrar en un proceso electoral y ya las noticias falsas que circulan por las redes sociales han aumentado pronunciadamente su reproducción y viralización, pero tendemos a creer que la que nos llega a nuestro celular no lo es, lo cual es parte del problema y consolida el sistema de desinformación social en el cual estamos inmersos.

Frente a la propuesta tecnocrática de una democracia secuestrada por los algoritmos de las redes sociales, en donde éstas quedan en el centro de la escena y donde los memes y discursos buscan las reacciones emocionales para influenciar a los electores; es la movilización y la organización social encabezada por procesos de participación física en diversos territorios: el sindical, territorial, barrial y organizada a partir de reivindicaciones como los derechos humanos o los de géneros y diversidades, los que construyen las mejores condiciones para generar conciencia de los propios intereses, fortalecer los proyectos nacionales y populares y el sistema democrático, actualmente en crisis.

El fortalecimiento de la vida en comunidad y de puentes que consoliden el diálogo social es un aspecto clave a la hora de abordar la crisis de representatividad y la disociación entre la vida cotidiana de la gente y la política.

(Verónica Sforzin es doctora en Comunicación y licenciada en Sociología por la UNLP, docente, investigadora y autora del libro "Geopolítica de las Tecnologías de la Información y la Comunicación")

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