Ramón Falcón: el jefe policial más temido de su época y su trágico final a manos de un anarquista

La reciente decisión de volver a colocar el nombre de Ramón Falcón en una institución policial reabrió un debate histórico sobre la figura de uno de los personajes más polémicos de comienzos del siglo XX. Para muchos, Falcón representa la cara más dura de la represión estatal; para otros, un símbolo de autoridad y disciplina en tiempos de agitación social.
Falcón fue jefe de la Policía de Buenos Aires y se destacó por su mano dura contra las movilizaciones obreras y los movimientos sindicales nacientes. Durante su gestión, en 1909, ordenó una brutal represión contra una manifestación del Día del Trabajador, episodio conocido como la “Semana Roja”, que dejó decenas de muertos y heridos. Desde entonces, su nombre quedó asociado a la represión y al autoritarismo.
Su final fue tan violento como su historia: el 14 de noviembre de 1909, mientras regresaba en carruaje junto a su secretario, Simón Radowitzky, un joven anarquista de origen ruso, lanzó una bomba que los mató en el acto. Radowitzky fue detenido, condenado a prisión perpetua y más tarde se convirtió en un símbolo del movimiento obrero y la resistencia política.
Más de un siglo después, su figura sigue dividiendo opiniones. Algunos lo recuerdan como un funcionario que impuso orden en una Buenos Aires convulsionada; otros, como el ejecutor de una de las más sangrientas represiones de la historia argentina.
El debate sobre su legado también plantea una discusión más amplia: ¿cómo debe el Estado recordar a figuras vinculadas a la violencia institucional? La pregunta vuelve a resonar con fuerza cada vez que se intenta resignificar su nombre en espacios públicos.
En ese dilema entre autoridad y represión, entre orden y memoria, la historia de Ramón Falcón sigue interpelando al presente y obligando a revisar las huellas del poder y sus excesos.



