Reclamo urgente: familias de niños, niñas y adolescentes con diabetes exigen insumos inaccesibles

En la provincia de San Luis crece la angustia entre las familias de niños, niñas y adolescentes que conviven con diabetes, un grupo especialmente vulnerable que denuncia repetidos faltantes en insumos clave para el tratamiento de la enfermedad. Los medicamentos, las tiras reactivas, agujas, sensores de glucosa y otros elementos esenciales cada vez son más difíciles de obtener, lo que pone en riesgo la salud de menores con diagnóstico de diabetes tipo 1.
Padres y madres de la provincia señalan que la provisión estatal de medicamentos e insumos llegó a detenerse o reducirse considerablemente, lo que los obliga a recurrir al gasto personal, esperar meses por la entrega o depender de la solidaridad entre familias. En esos casos, jóvenes y niños quedan expuestos a complicaciones graves, como hipoglucemias o hiperglucemias prolongadas, que pueden derivar en hospitalización o peor.
El escenario preocupa porque, más allá del tratamiento farmacológico, el control continuo de la glucosa y la detección temprana de alteraciones es clave para evitar secuelas. Las familias responsabilizan al Estado provincial por ausencia de planificación, demoras en licitaciones o falta de seguimiento del programa de diabetes que debería garantizar la cobertura integral. Incluso, advierten que la burocracia y los filtros administrativos demoran la entrega de insumos vitales.
Especialistas en endocrinología pediátrica señalan que la atención de la diabetes en niños y adolescentes requiere no solo medicamentos, sino un equipo interdisciplinario: nutricionistas, psicólogos, educadores, acompañamiento escolar que entienda la enfermedad y espacios de contención para las familias. La falta de articulación entre salud, educación y asistencia social incrementa la vulnerabilidad.
Frente a esta realidad, reclaman medidas concretas: un plan de abastecimiento inmediato de insumos, transparencia en el stock y en la cadena de compras, protocolos escolares para que los menores sean atendidos correctamente en casos de emergencia, campañas de formación para docentes y compañeros, y presupuesto suficiente para cubrir la demanda creciente.
Mientras tanto, la comunidad afectada mantiene firme su pedido: “No es un lujo, es una necesidad para que un chico con diabetes tenga las mismas oportunidades que uno sin la enfermedad”, remarca una madre activa en agrupaciones de apoyo. La provincia tiene ante sí el desafío de garantizar que la enfermedad crónica de miles de jóvenes no se convierta en una barrera que impida su desarrollo y bienestar.