Desde que el kirchnerismo rompió con el grupo Clarín -entre 2006 y 2007- comenzó un proceso de vinculación entre esa línea política del peronismo y las acusaciones de corrupción que no ha parado de crecer. El tridente que gobierna a la Argentina -grupos empresarios de medios, Poder Judicial y concentrados económicos- han logrado instalar en el imaginario colectivo que todo lo que huela a kirchenirismo y/o peronismo está podrido. De esta manera han volcado las adhesiones de cientos de miles de argentinos de beuna fe, que para alejarse de esa supuesta podredumbre, se referencian en quienes se proclaman combatientes anticorrupción; y apoyan al ingeniero Mauricio Macri y su partido político convencidos de que adhieren a formas político-institucionales virtuosas de las que carecerían por completo los seguidores del partido creado por Juan Perón.
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