El olvido de lo que son las personas, de la frágil humanidad de las personas, ha desplegado sobre ellas un funesto manto que les quita el sol de los sueños y la esperanza. Ésa es la razón por la cual los personeros del odio no temen en absoluto hablar descarnadamente, sin sensibilidad y respeto, del desamparo y desprotección que planean para dejarnos a la intemperie.
Como antiguamente en la cueva primigenia, los hombres y mujeres tienen miedo a lo desconocido y suelen amedrentarse, buscando refugio. Pero luego salen a la intemperie a enfrentar el fuego y la tormenta. Por esta última actitud, que nos caracteriza como humanos, la esperanza en la Humanidad es una hierba que siempre crece.
“Estoy muy solo y triste en este mundo abandonado /Tengo una idea, es la de irme al lugar que yo más quiera” (José Alberto Iglesias ‘Tanguito’- Litto Nebbia).
Nuestro País, se asemeja a un Arca. Lleva toda clase de animales; buenos y malos, salvajes y domésticos. Porque es lógico, la lluvia cae en el campo de buenos y malos por igual. Desde la Independencia, navegamos por mares desconocidos para salvarnos de un eterno diluvio anunciado, cuyos latigazos son casi permanentes, a punto de ahogarnos en un mar embravecido, con esporádicos tiempos de bonanza donde la paloma de la paz y de la estabilidad regresa pocas veces, pero aún sin el ramito de olivo; esperanza de la tierra prometida.
En primer lugar, no se desespere y en caso de zafarrancho no siga las reglas que el huracán querrá imponerle.
Refúgiese en la casa y asegure los postigos una vez que todos los suyos estén a salvo.
Comparta el mate y la charla con los compañeros, los besos furtivos y las noches clandestinas, con quien le asegure ternura.
Tres cosas son importantes, la fe, la esperanza y el amor, pero el más importante es el amor y el que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.
Un mandamiento nuevo nos dejó Dios: Que nos amemos unos a otros, así como Él nos amó a nosotros. Porque toda la ley se cumple en esta sola palabra: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» Por sobre todas las cosas, ámense intensamente los unos a los otros, porque el amor cubre infinidad de pecados.
El amor no hace daño a nadie. De modo que el amor es el cumplimiento de la ley. Aménse unos a otros, porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, ha nacido de Dios y conoce a Dios.
El amor es paciente y bondadoso; no es envidioso ni jactancioso, no se envanece; no hace nada impropio; no es egoísta ni se irrita; no es rencoroso; no se alegra de la injusticia, sino que se une a la alegría de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. Seamos humildes y mansos, tolerantes y pacientes unos con otros en amor. Y sobre todo, revístanse de amor, que es el vínculo perfecto.
Jesús lo dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.” Éste es el primero y más importante mandamiento. Y el segundo es semejante al primero: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
Y si les falta amor, pidan a Dios “Porque todo lo que pidan conforme a la voluntad de Dios se les dará”, llénense del poder de Dios y serán llenos de los frutos del Espíritu Santo, que son amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas. Así es.
jalyD
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