Y les dijo Jesucristo: “Miren, y guárdense de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”. Es curioso ver como Jesús pide que nos guardemos de la avaricia, lo cual hoy en día muchos están envueltos en ella.
Políticos y empresarios se han dejado envolver por la misma sin medir las consecuencias, sin pensar del daño que ocasionan. Hoy estamos viviendo tiempos difíciles por la avaricia de muchos, hay quienes profetizan que las riquezas y los bienes materiales te llevan a la felicidad.
Cierta vez un predicador centro americana que le decía a la multitud, “Dios les dará carros de lujos y la gente los admirará”, ante esto habría que ver si es de Dios ese mensaje ¿para qué queremos tener por tener? ¿Para que la gente nos admire? Si Dios nos da, es para que nosotros demos también, en eso consiste la bondad y la misericordia!!
Dios nos expresa que somos mayordomos de los bienes que tenemos, y nos vuelve a recalcar ¡Ay del pobre que se enriquece y olvida atender a los de su condición primera! ¡Ay del rico que lo pierde todo: comprobará en su carne cómo los que creía suyos ya no atienden sus llamadas!
El principio de John Wesley (clérigo anglicano y teólogo cristiano británico) era ahorrar y dar todo lo que pudiera, cuenta la historia que cuando estaba en Oxford, tenía unos ingresos de treinta libras al año, vivía con veintiocho libras y daba las otras dos. Cuando sus ingresos ascendieron a sesenta libras, a noventa y a ciento veinte al año, todavía vivía con veintiocho libras y daba el resto.
Un día un inspector general de la plata le dijo que tenía que pagar un impuesto, y Wesley contestó: “Tengo dos cucharillas de plata en Londres y otras dos en Bristol. Esa es toda la plata que tengo por el momento, y mientras haya tantas personas a mí alrededor que necesitan pan, no tengo intención de comprar más”. Los romanos tenían un dicho de decía “El dinero es como el agua del mar: Cuanta más se bebe, más sed se tiene”.
Cuenta la biblia de que una persona se dirigió a Jesús y le dijo “Maestro, dile a mi hermano que comparta la herencia conmigo. Hombre (replicó Jesús), ¿quién me nombró a mí juez o árbitro entre ustedes? ¡Tengan cuidado! (advirtió a la gente). Absténganse de toda avaricia; la vida de una persona no depende de la abundancia de sus bienes».
Entonces les contó esta parábola:
“El terreno de un hombre rico le produjo una buena cosecha. Así que se puso a pensar: “¿Qué voy a hacer? No tengo dónde almacenar mi cosecha”.
Por fin dijo: “Ya sé lo que voy a hacer: derribaré mis graneros y construiré otros más grandes, donde pueda almacenar todo mi grano y mis bienes. Y diré: Alma mía, ya tienes bastantes cosas buenas guardadas para muchos años. Descansa, come, bebe y goza de la vida”. Pero Dios le dijo: “¡Necio! Esta misma noche te van a reclamar la vida. ¿Y quién se quedará con lo que has acumulado? así le sucede al que acumula riquezas para sí mismo, en vez de ser rico delante de Dios”.
Mientras se tenga la actitud del rico insensato, no podemos agradar a Dios, ya que el deseo de tener más solamente por placer, es contrario al Evangelio.
Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tienen ahora; porque Jesús dijo: “No te desampararé, ni te dejaré”; de manera que podemos decir confiadamente: “El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre”.
Como todo aquellos que llevamos “la industria” en la sangre, esperamos ansiosos esos aluviones monetarios que nunca llegaron.
Me gusta aclarar que este modelo económico no fue bendecido con mi voto; no obstante decidí nunca obstruir con comentarios antagónicos, pero si críticos.
Hasta llegué a entender al economista Milei con su postura liberal de mercado, dije entender, no aplaudir. Tratando de entrelazar el concepto Keynesiano con un mercado abierto, esperando la lluvia.
También googlee "chamanes para hacer llover"; pero nada.
¿Por qué nos afecta? Porque de esta situación en la cual se encuentra el País se sale entre otras cosas, con TRABAJO, con GENERACIÓN de EMPLEO.
No solo que esto no sucedió, sino que las industrias fueron disminuyendo su capacidad productiva y los productos de muchas PYMEs están siendo reemplazados por productos importados, ergo cerrando las puertas a la producción nacional.
Años de corrupción, deshonestidad y malversación de fondos estatales han llevado a los países a situaciones calamitosas, la solución es muy fácil, todo se resume a una palabra “honestidad”, Dios en su palabra nos enseña “El que rehúsa ganancias fraudulentas, el que se sacude la palma de la mano para no aceptar soborno, el que se tapa las orejas para no oír hablar de sangre, y cierra sus ojos para no ver el mal. Ese morará en las alturas, subirá a refugiarse en la fortaleza de las peñas, se le dará su pan y tendrá el agua segura”
No hurten; no mientan, ni se defrauden unos a otros, no dicten sentencias injustas, ni cometan injusticias en pesos y dólares.
No tuercen lo derecho, no hagan acepción de personas, no acepten soborno, porque el soborno cierra los ojos de los sabios y corrompe las palabras de los justos.
Maldito quien acepte soborno para quitar la vida a un inocente y la corrupción mata, teman a Dios, cambien de actitud porque no morará en la casa de Dios quien cometa fraude, ni con los hombres sanguinarios, que tienen en sus manos la infamia, y su diestra repleta de soborno, no se dejen atrapar por la mentira, no se dejen atraer por el lucro, no acepten regalos dejándose sobornar y no se tuercen, sean derechos cueste lo que cueste.
Vuélvanse a Dios “El es justo y fiel, lerdo para la ira y pronto para la misericordia! y cambien de actitud, el que robo entregue la mitad de sus bienes a los pobres; y si en algo han defraudado a alguien, devuelvan el cuádruple.
Recuerden que Dios es amor, pero también fuego consumidor. Nunca dejen de ser diligentes; antes bien, sirvan al Señor con el fervor que da el Espíritu y vuélvanse a Dios, dejen los malos caminos y Dios los perdonará.
Le pido a Dios que por medio del Espíritu Santo y con el poder que procede de sus gloriosas riquezas, los fortalezca a ustedes en lo íntimo de su ser, para que por fe, Cristo habite en sus corazones.
Crean y acepten a Dios y el Dios de la esperanza los llenará de toda alegría y paz, para que rebosen de esperanza por el poder del Espíritu Santo. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, son llamados hijos de Dios.
Pido que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre glorioso, les dé el Espíritu de sabiduría y de revelación, para que lo conozcan mejor.
Pues si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan! Que Dios haga crecer en ustedes un corazón limpio, y renueve la firmeza de su espíritu. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes.
Jesús lo dijo “No los voy a dejar huérfanos; volveré a ustedes” y el Espíritu Santo .
Descendió, obedezcan los mandamientos y Dios permanecerá en ustedes, ¿Cómo sabemos que él permanece en nosotros? Por el Espíritu que nos dio.
Todos fuimos bautizados por un solo Espíritu para constituir un solo cuerpo —ya seamos judíos o gentiles, esclavos o libres—, y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. El que tenga oídos para oír oiga lo que el Espíritu dice. Y si Dios lo dice, así es..
Tres cosas son importantes, la fe, la esperanza y el amor, pero el más importante es el amor y el que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.
Un mandamiento nuevo nos dejó Dios: Que nos amemos unos a otros, así como Él nos amó a nosotros. Porque toda la ley se cumple en esta sola palabra: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» Por sobre todas las cosas, ámense intensamente los unos a los otros, porque el amor cubre infinidad de pecados.
El amor no hace daño a nadie. De modo que el amor es el cumplimiento de la ley. Aménse unos a otros, porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, ha nacido de Dios y conoce a Dios.
El amor es paciente y bondadoso; no es envidioso ni jactancioso, no se envanece; no hace nada impropio; no es egoísta ni se irrita; no es rencoroso; no se alegra de la injusticia, sino que se une a la alegría de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. Seamos humildes y mansos, tolerantes y pacientes unos con otros en amor. Y sobre todo, revístanse de amor, que es el vínculo perfecto.
Jesús lo dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.” Éste es el primero y más importante mandamiento. Y el segundo es semejante al primero: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
Y si les falta amor, pidan a Dios “Porque todo lo que pidan conforme a la voluntad de Dios se les dará”, llénense del poder de Dios y serán llenos de los frutos del Espíritu Santo, que son amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas. Así es.
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Lo reconozcas o no, Él es tu Padre, Él es tu pronto auxilio, digno de toda gloria, tres veces santo, creador de los cielos y la tierra, Él es majestuoso, poderoso, su trono es el cielo, y la tierra el estrado de sus pies, su nombre es santificado y solamente de Él debe ser la gloria, la honra y el honor ¡y lo es y lo será!.
Cuando Abraham alcanzó la edad de noventa y nueve años, EL se le apareció y le dijo: “Yo soy Dios Todopoderoso. Anda delante de mí y resulta exento de falta”. También le dijo a Moisés: “YO SOY EL QUE SOY”, y añadió: “Esto es lo que has de decir a los hijos de Israel: YO SOY me ha enviado a ustedes”.
Así dice el Señor, el Señor Todopoderoso, rey y redentor:
“Yo soy el primero y el último; fuera de mí no hay otro Dios.
¿Quién es como yo? Que lo diga. Que declare lo que ha ocurrido
desde que establecí a mi antiguo pueblo; que exponga ante mí lo que está por venir, ¡que anuncie lo que va a suceder! No tiemblen ni se asusten. ¿Acaso no lo anuncié y profeticé hace tiempo? Ustedes son mis testigos. ¿Hay algún Dios fuera de mí? No, no hay otra Roca; no conozco ninguna.
Guarda silencio ante el Señor, y espera en él con paciencia; no te irrites ante el éxito de otros, de los que maquinan planes malvados, confía en Dios, al contrario del hombre EL sabe muy bien que tiene para vos —afirma el Señor —, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darte un futuro y una esperanza.
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