Los hechos de la semana pasada nos pusieron a todos a pensar. Algunos en los créditos, otros en el sueldo, otros en las tarifas otros (los menos) en los buenos dividendos que consiguieron con los vaivenes económicos recientes.
Un país con 35 años de democracia, debería reflexionar de otra manera. De la Dictadura hacia acá, sabemos bien que la grieta entre el pueblo y la oligarquía siempre existió. Con características propias y diferenciadas respecto a, por citar alguna, la oligarquía de fines del Siglo 19. Supongamos también que los intereses de unos y otros son genuinos. Ahora bien.
Entiende la sociedad argentina del peligro que significa para el conjunto poner a esa oligarquía egoísta al frente de los destinos de la patria?
Efectivamente en algunas cosas son muchos más efectivos que las organizaciones populares, los partidos políticos y los demás actores del todo social. No se preocupan por la historia, los sentimientos, las ideologías. Son un equipo bien articulado de comerciantes dispuestos a hacer negocios. Entre bueyes no hay cornadas.
Natalio Botana, politólogo argentino en las antípodas de mi pensamiento, da esta definición inicial de qué es la oligarquía. Realmente podemos dejarla del lado al momento de categorizar al actual gobierno argentino?.
“Hay oligarquía cuando un pequeño número de actores se apropia de los resortes fundamentales del poder y además está localizado en una posición privilegiada en la escala de la estratificación social.”
Por eso el título del artículo, la grieta existe y la debemos profundizar. Entre los que somos pueblo, los que queremos un país hermanado, pacificado y solidario que quiere y respeta al otro, al vecino, al compatriota. No un país sumergido en la pobreza y el individualismo de una oligarquía adicta a la especulación financiera.
El pasado 24 de Marzo volvimos a reflexionar acerca de porqué gran parte de la población argentina continúa movilizándose detrás de un pedido de MEMORIA, VERDAD y JUSTICIA. Tal vez sea demasiado ambicioso al querer interpretar las razones de este fenómeno social; vale la pena intentarlo porque se trata de una de esas actitudes que se dan en este lugar del mundo y son inusuales en otros lugares.
El pasado y el presente están atados por hilos que a veces parecen invisibles. Como si fuesen el trabajo de un cirujano plástico cuyo objetivo principal es que no queden huellas de la intervención. Creemos que nuestra tarea es la de convocar a las reflexiones permanentes. Poner la lupa sobre la piel, analizar el tejido, cada pliegue… Mirar con atención allí donde parece que no hay vestigios de carnes corruptas y dar señales de advertencia para tratar de evitar el avance hacia el resto del cuerpo.
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