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Domingo, 13 Mayo 2018 12:48

El dolor argentino (por Jorge Aleman*)

Primera parte

(Escrito en la madrugada del 22 de noviembre de 2015)

Puede ser que un grupo de gerentes inmorales e infatuados, con los grupos corporativos y financieros que representan, sean capaces en muy poco tiempo de destruir todo lo valioso que la experiencia popular del país fue capaz de generar en todos estos años. Puede ser. ¿Va a ser gobernable un país con nuestra historia política si esto sucede?

La infatuación en algunos textos sobre psicología alude específicamente a cierto estado emocional caracterizado por el dejarse llevar por una pasión irracional, especialmente por el amor adictivo. La infatuación ocurre normalmente al inicio de una relación amorosa.

Seguramente no. Pero aquí está la cuestión, que según mi criterio, merece ser atendida. Quizás no pretendan gobernar y sólo se propongan, como un mandato mortífero, destruir y que después ya no importe que suceda. Podrán entonces perder el gobierno, pero ya no importará; habrán cumplido con la misión de romper la construcción política que un colectivo había tenido la osadía de darse a sí misma. Lo que venga después no les preocupa en la medida en que liquiden al kirchnerismo. Es una especulación muy dura verlo de este modo, pero se trata de saber a qué tarea fueron llamados. Incluso más allá de como ellos mismos se la representan. No parece que haya un plan de gobierno, más bien se trata de una tarea de disciplinamiento e intimidación para que después gobierne cualquiera que ya esté domesticado. Por esta razón es que urge pensar la respuesta política a esta operación y la organización que la misma debe adoptar.

Segunda parte

A partir del 76,en los momentos más tenebrosos de la dictadura y en el exilio singular que me correspondió ,llegué a pensar que lo sucedido era de tal calado, que había penetrado de un modo tan pertinaz en el zócalo de la nación, que la sociedad argentina como tal no iba a recuperarse jamás de esa ignominia. En definitiva, llegué a pensar que algo había muerto para siempre en nuestro “ser con los otros”. O de otro modo, qué cuando se franquean ciertas barreras constitutivas de la condición humana ,eso no tiene retorno posible.

Desde este horizonte ,nunca consideré al kirchnerismo cómo un espacio homogéneo y logrado, o que no estuviera atravesado por errores, defecciones, complicidades con el Capital etc. Ni siquiera lo he visto por fuera de la lógica neoliberal que actualmente se le impone a cualquier estado occidental. Vivir, ya casi cuarenta años en España y por Europa, me ha confirmado que lo mismo sucede aquí, pero todavía de un modo más inerte y metódico, a excepción de los excelentes signos de la España actual con Podemos.

Por ello, fue tan profunda mi convicción sobre el efecto del genocidio sobre el país, que cuando de distintas posiciones, me responden, me replican, me critican, presentándome la lista de dimisiones del kirchnerismo, por izquierda o por derecha, siento que estoy en una posición irreductible. Me parece bien que lo hagan, porque supongo que también necesitaran confirmar la propia posición.
Pero ya nada ni nadie, a estas alturas, me podrá convencer que lo que llamamos kirchnerismo, fue la mayor apertura a las posibilidades de un destino verdadero en una sociedad y una nación que había sido asesinada en su propio ser. Fue, con todos los errores que se quieran sumar, un momento de, y aquí me permito la licencia de una metáfora religiosa, la salvación en un lugar donde ya se había profanado todo.

(*) psicoanalista y escritor argentino.

Calle Angosta | Periódico Digital. Publicación digital con artículos de interés en diversas temáticas, con selección de textos, imágenes, audios y vídeos.

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