“Una palabra humilla o enaltece, consuela o seduce. Nada dice o dice todo. Pero si nombra algo, da un significado, creándolo todo”.
Así como gestos y palabras conducen a buenas acciones, también hay gestos y palabras que producen lo contrario. Las palabras sinceras, dan consuelo y esperanza; las violentas, terminan en acciones de muerte. Y el egoísmo, el engaño y la mentira, generan injusticias.
Hay personas que viven sin preguntarse nada por la vida y, sin embargo, viven responsablemente. Otras, tal vez las más soberbias, o escasos de humildad y algo llenos de vanidad, nos preguntamos por el sentido de la existencia. No sé si para la mayoría, esos interrogantes pasan como momentos sin mucha importancia, resignándose a una vida sin sentido o aún, dándole un sentido materialista o indiferente.
Algunos creen que sin debate interno sobre la gestión de gobierno, en las presidenciales de este año, al Frente de Todos le irá mejor. Otros, como Riconet, sostienen lo contrario, y ponen en la recuperación del ingreso el eje a revolver de manera urgente, para ganar legitimidad, y también, la elección.
Por las experiencias vividas, por las consecuencias sociales de prácticas culturales que se han vuelto hegemónicas, ya sea por la tecnología, por estilos de vida multiculturales de la sociedad contemporánea, prácticas económicas y políticas inducidas la mayoría de ellas por los medios de comunicación, tanto buenas como malas para los pueblos, por todo ello el imaginario colectivo en la Argentina no tiene hoy una identidad que podríamos llamar por lo menos coyuntural, para hacer frente a la actual crisis más allá de las históricas adhesiones ideológicas que coexisten más o menos abroqueladas alrededor de expresiones políticas tradicionales, la mayoría de ellas anacrónicas a los tiempos que vivimos y fragmentadas.
Ya es común escuchar que muchos jóvenes, y familias jóvenes, no sólo descreen de la política, sino de la posibilidad de vivir en una sociedad económica y socialmente estable, con posibilidades de progreso y bienestar.
Ya de por sí, los jóvenes se ven ante la asfixia de una vida que no ofrece expectativas de felicidad. Hasta para constituir una familia. Ven como imposible lograr un trabajo seguro, medios económicos para vivir dignamente, y sienten que resignadamente tienen que seguir viviendo con seguridad en casa de sus padres y hasta con sus propias familias, porque encuentran que lograr una vivienda propia está fuera de su alcance. Y esto ocurre en todo el país sin excepción.
La Naturaleza humana es portentosa, tan magnífica como bella; capaz de los actos más altruistas y desinteresados, como la locura del heroísmo incomprensible. Sin embargo, y a la par de esto, igual que la otra cara de una moneda justificándose en el engañoso azar, puede provocar maldad y dolor absolutos.
Los términos que conceptualizaban el fenómeno de la Revolución Social, parecen haber cambiado. Las revoluciones históricas produjeron cambios que lograron la independencia política en muchos casos, pero las más impactantes fueron aquellas que generaron cambios estructurales, afectando a la organización social, económica, cultural e institucional de la vida de los Pueblos. Las Revoluciones Sociales. ¿Es posible que aún se produzcan? ¿O se están reconfigurando en otros términos?
Hay continuismo porque en el Partido Político gobernante, no hay renovación democrática de sus dirigentes desde la base de quienes comparten la idea del Peronismo. El Partido Justicialista se ha encerrado en sí mismo, sin participación amplia, pública, transparente y no sólo de sus afiliados, sino de la población peronista y de la población en general. Una ciudadanía y militancia que ha soportado estoicamente hasta ahora la digitación de candidatos y funcionarios para un Proyecto Político agotado, que no ofrece ningún sueño, ninguna esperanza, ningún entusiasmo de protagonismo político y social efectivo. Porque no hay un Proyecto hecho con la gente, que se traduzca en atención de las necesidades básicas y elementales de todas las familias que merecen vivir dignamente, con trabajo y estabilidad económica, y que no depende sólo de Nación, porque la Provincia también es responsable del control precios y tarifas, y de generar fuentes laborales genuinas como hacen otras provincias.
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