Claro está que cualquier traición es odiosa, básicamente porque se trata en una elección y de un voto de confianza; a menos que sea una extremísima urgencia, si andamos enfermos generalmente elegimos a un médico y ponemos en sus conocimientos, experiencia y profesionalismo todo nuestro potencial para ser curados; lo horrible es que te opere y sigas andando mal porque no te puso la malla o cosas por el estilo que -de momento- son improbables hasta tanto trascurre el tiempo y te seguís sintiendo mal. Y vas a otro hasta que te dice: "te operaron mal".
Ya hace unos años (se imaginan quién) quiso violar una ley nacional relativamente nueva que protege el ambiente y sanciona el daño -por otra parte, irreparable- que ocasionamos a diario a nivel social e industrial; ahí dice, por ejemplo, que no se pueden ingresar al país deshechos considerados peligrosos como la basura electrónica.
Ya sé que parece una tautología, porque tanto la injusticia como el calificativo que ha dado caracterización a esta saga de pensamientos en voz alta tienen como una carga conceptual negativa; así que bien podría ser otro el título, como la "filosofía odiosa".
Como sabiamente señaló el filósofo argento José Pablo Feinmann, la batalla está en la interpretación; porque la realidad es una sola y no cambia, pero te pueden vender pescado podrido -o no- y quien más guapeza demuestra gana la contienda. Por eso en estos últimos tiempos ha sido tan codiciada la copada de los medios de comunicación, ya sea la prensa escrita, redes, radios o lo que fuera pero masivo; si se instala, verdad o mentira, ya es una partida ganada y -a veces- definitivamente.
Sí, realmente, si hubiera una explicación, sería odiosa; una explicación siempre enseña más que una imposición; pero la explicación puede ser falaz, mentirosa, excusatoria.
Convengamos en que, por definición, el "pero" generalmente es un intento de eximir la responsabilidad de nuestros actos, por supuesto, malos, porque los buenos no la necesitan.
Cuando era niño y me aplicaban colonia después del baño, me ponían una fragancia odiosa; repulsiva, como la que está transformando gradualmente nuestra Patria después de una serie de actos mórbidos, falaces, desquiciados y caprichosos. Ya hemos mencionado una serie de hechos que, poco a poco, nos están llevando a la ruina; a veces me prometo no escribir... o mejor dicho, no pensar para no escribir, pero la debilidad humana hace que caiga en la tentación de abrir los ojos y reconsiderar la realidad.
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