Este miércoles se cumplen 110 años de la muerte del escritor irlandés Bram Stoker, célebre por haber escrito, hace 125 años, "Drácula", una novela que ha sido adaptada innumerables veces al cine y al teatro marcando un recorrido que va del terror a la estetización absoluta del miedo, una transformación que se puede leer en el viraje de la versión interpretada por Bela Lugosi en 1931 a la célebre producción de Francis Ford Coppola de cuyo estreno se cumplen también 30 años en este 2022.
A pesar de ser autor de dieciséis novelas, a Stoker solo se lo conoce por su obra de fantasía gótica, "Drácula". La novela fue publicada en español por Ediciones Hymsa en 1935, en la colección: "La novela aventura". La popularidad de su protagonista, un noble de Transilvania descendiente de Atila, no ha parado de crecer a través de los años. Al principio es un antiguo guerrero que fue alumno del diablo en Escolomancia, donde estudió los secretos de la naturaleza. Ya convertido en vampiro se muda a Londres, ciudad en la que engaña al joven comerciante Jonathan Harker, prometido de Mina, la protagonista femenina de la historia.
Stoker murió en Londres, el 20 de abril de 1912, antes de que su personaje vampiro alcanzara popularidad a través de numerosas películas y adaptaciones literarias. El escritor había nacido en 1847, en el número 15 de la calle Marino Crescent, en el barrio de Clontarf, al norte de Dublín, en un edificio de tres pisos de estilo georgiano con vistas al parque circular que hoy se llama Bram Stoker y está emplazado a espaldas de la bahía.
Hasta los siete años, por cuestiones de salud, el narrador debió estar postrado en la cama. Su madre y profesores privados le impartieron una temprana educación en su domicilio. Luego ingresó en el célebre Trinity College, donde en 1870 recibiría la matrícula de honor en matemáticas puras y en ciencias. En 1878, Stoker se casó con una exnovia de su amigo el escritor Oscar Wilde, Florence Balcombe. Días después se trasladaría definitivamente a Londres.
Su esposa, Balcombe, lo sobreviviría veinticinco años. Fue la albacea literaria de Stoker y quien vio la fama desmedida que empezaba a cobrar "Drácula". Se encontraba en una pésima situación financiera y no había dado permiso para la adaptación de la novela para que se realizara "Nosferatu", tampoco había recibido pago alguno por los derechos.
Este año, coincidente con los aniversarios de los 110 años de la muerte del autor, se celebran también 125 años de "Drácula" y treinta de la película de Coppola, pero además la versión alemana de Friedrich Wilhelm Murnau, "Nosferatu", cumple cien años. En 1922 la viuda había recibido un sobre con una carta anónima desde Berlín que incluía el programa de un reciente estreno cinematográfico, que había tenido lugar en el jardín de mármol del zoológico de Berlín. "Nosferatu" aparecía descrita en el folleto como "una adaptación libre de la obra Bram Stoker, 'Drácula'". El guionista, Henrik Galeen, había cambiado los nombres de los protagonistas y de los personajes y había modificado libremente ciertos puntos principales de la obra. Sin embargo, el parecido con la novela de Stoker no se alejaba en ningún momento del plagio.
Balcombe reclamó ser recompensada económicamente y, a la vez, que se destruya la obra. Este comienzo de vampirismo literario es el inicio de la fama del célebre monstruo.
Los abogados de la British Incorporated Society of Authors que representaban los derechos de Stoker ganaron la demanda, pero la productora alemana Prana-Film se declaró en quiebra, para evitar pagar los derechos. El fallo final, de julio de 1925, sentenciaba que debían entregársele todas las copias de la película, para ser destruidas. Sin embargo, las copias llegaron a proyectarse con éxito en Estados Unidos durante 1929.
La suerte de la fama de "Drácula" estuvo en mano de Balcombe, quien otorgó los derechos para una adaptación teatral a Hamilton Deane, que había sido su vecino en Dublín. La obra se estrenó en Derby en 1924. Tres años más tarde, Horace Liveright adquirió los derechos teatrales para Estados Unidos y contrató a John L. Balderston para adaptar la obra a los escenarios de Nueva York. La pieza estuvo durante un año en cartel en Broadway y se representó dos años más en una gira, rompiendo todos los récords anteriores de cualquier gira teatral en los Estados Unidos. Sin embargo, Liveright nunca llegó a pagar a la viuda por todos los derechos de la representación, ya que ella moriría, poco después, en 1937.
A partir de 1922, con el éxito de "Nosferatu", "Drácula" empieza un extenso y largo recorrido de adaptaciones. En 1923 "Drakula halála" es protagonizada por Paul Askonas y en 1931 el actor austrohúngaro Béla Lugosi la interpreta en el cine, dirigido por Tod Browning. La serie de adaptaciones son extensas, sobre todo en las décadas de los sesenta y setenta, con siete u ocho realizaciones por año.
El terror inicial que tenían estas adaptaciones se fue perdiendo con el paso del tiempo. Las nuevas obras intentan jugar con el humor, la parodia y la estetización del miedo. La cristalización del género, como sucedió también con el Frankenstein interpretado por Boris Karloff, no propició el declive del personaje, sino por lo contrario: alimentándose de su propia carnadura, rejuveneciéndose como su protagonista, la historia fue encontrando nuevo público en cada nueva obra.
En 1992, el exitoso y talentoso director de cine Francis Ford Coppola, ganador de varios Premios Oscar, sobre todo por "El Padrino", llevó al cine la historia como "Drácula, de Bram Stoker" protagonizada por Gary Oldman, Winona Ryder, Keanu Reeves y Antony Hopkins. Ya en el título de la película aparece el homenaje (y el respeto) por el escritor. Resultó ganadora de tres premios de la Academia en la parte artística: diseño de vestuario, maquillaje y edición de sonido.
La película fue calificada por la crítica como la mejor adaptación de la novela original. A pesar de esto se censuraron veinticinco minutos de escenas violentas, incluyendo un desnudo de Winona Ryder.
La estetización del miedo con la película de Coppola logra su punto máximo. No es el guion ni la historia la que ganan los premios, sino la producción artística. Sucede lo mismo con varias puestas en escenas de óperas o musicales, incluso una que se repuso en nuestro país este año, "Drácula, el musical", escrito y dirigido por Pepe Cibrián con música de Ángel Mahler, y producido en 1991 por Tito Lectoure.
Del 1º de abril al 10, luego de treinta años, volvió al Luna Park para demostrar que el vampiro se rejuvenece con el paso del tiempo, abandonando esta vez el terror para pasar a inmortalizarse junto a su autor. Bram Stoker logró su cometido: inmortalizó a Drácula y en esa sencilla operación se inmortalizó a sí mismo.
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