Si hay un nexo capaz de unir en consenso a todo el mundo, sin importar nacionalidades, religiones, ni creencias, esa es la pasta. Un alimento que a cualquiera le gusta y que, de una u otra manera, se encuentra en casi todas las despensas.
Son muchas las veces que hemos leído y escuchado que el propio Marco Polo fue quien introdujo la pasta en Italia tras su llegada al Lejano Oriente a finales del siglo XII, pero lejos de ser quien la descubriera, la pasta se remonta al siglo IV a.C.
Los chinos preparaban este alimento desde el año 3.000 a.C. y los griegos ya hablaban de un dispositivo inventado por el dios Vulcano que era capaz de crear “hilos de masa”, es decir, espaguetis.
La pasta se seca en una fábrica en Nápoles, Italia, 1925.
1955.
Zelda Albano corta los espaguetis en una fábrica en Holloway, Londres, 1955.
En realidad, fueron los colonos ingleses los encargados de llevar la pasta al Nuevo Mundo, recalando en Italia como parte de una gira. Mientras que la máquina de crear macarrones se la debemos a Thomas Jefferson, tercer presidente estadounidense, un invento que propició la construcción de la primera fábrica de pasta industrial en Brooklyn, en 1848.
Desde entonces, la pasta en todas sus vertientes se consume por todo el mundo y no deja de fascinarnos el proceso por el que los espaguetis, con metros de longitud, se secan de palos y al aire libre, colgados como tiras decorativas.
Les dejamos con esta serie de imágenes tomadas entre las décadas de 1920 y 1950 para admirar el trabajo gastronómico que hay detrás de un alimento tan rico, versátil y nutritivo: