Martes, 03 Diciembre 2024

Revoluciones: el post-capitalismo es posible

Publicado el Jueves, 17 Mayo 2018 22:40 Escrito por Rodrigo Lugones
RELAMPAGOS. Ensayos crónicos en un instante de peligro. Selección y producción de textos: Negra Mala Testa. RELAMPAGOS. Ensayos crónicos en un instante de peligro. Selección y producción de textos: Negra Mala Testa. Fotografías: M.A.F.I.A. (Movimiento Argentino de Fotógrafxs Independientes Autoconvocadxs).

"La era está pariendo un neo-liberalismo global. El fantasma que recorre el mundo no es el del proletariado que se alza frenético y no tiene nada que perder salvo sus cadenas, sino un fantasma neo-fascista ultra neo-liberal".

"La esperanza de un mundo mejor, porque ya las masas saben que se puede, saben a través de sacrificios, que demanda densidades enormes, pero que a través de todo esto se puede llegar a la victoria"
Ernesto Che Guevara

La redistribución progresiva, la movilidad social ascendente, la democratización del acceso a los modos y formas de producción y reproducción de la vida y de las ideas, articula, crea síntesis, vuelve inteligible los procesos sociales y la vida. Los reorganiza, discursivamente, en una cadena de acontecimientos de la que pueden extraerse sentidos. El todo comienza a tener una lógica. A articularse. Aunque, bien y mal sabemos, que no todo puede articularse(r). 
En tiempos de tempestades neo-liberales la desarticulación del tiempo, el desguace de la psiquis, la proliferación de los padecimientos del Yo (las “enfermedades del alma”), la ausencia de sentido, en fin: la angustia, se vuelve la moneda de cambio de la crisis. La incertidumbre fragmenta. 

¿Qué re-articula? ¿Qué re-ordena, cohesiona, otorga, retroactivamente, sentido, construye mitos posibles dónde sólo reina la ininteligibilidad de la locura que producen los procesos sociales neo-liberales? El Estado nacional popular, las revoluciones y la democracia. Tres conceptos que, aunque contradictorios, y aunque no salven, aunque no nos priven de la renuncia que debe pre-existir a toda participación política, incluso previamente a la cogitación frente al estado de las cosas, y al momento leninista del ¿Qué hacer? Ellos y ellas están ahí, crean síntesis donde había caos, crean condiciones de posibilidad y condiciones de reconocimiento para que puedan emerger. Re-articulan el tiempo, en un espacio, una época, re-ordenan las historias de La Historia. Esas que se disgregan, que se desterritorializan. Porque para el neo-liberalismo sólo hay desterritorialización, y no sólo de la producción, que se hace en China lo que se traslada a Francia para ser consumido en Bolivia. No es sólo eso. Lo que se produce es la fragmentación subjetiva, y la fragmentación social, que van por caminos separados y juntos  a la vez. Como una partícula elemental que actúa por súper-posición. Pasan dos cosas al mismo tiempo que se muestran, a primera vista, y si nos regimos por las leyes de la lógica mecanicista, contradictorias. 

Los padecimientos del Yo en las sociedades contemporáneas (la melancolía, la nostalgia, la depresión, las distintas neurosis de angustia, el propio proceso de la paranoia, como así también las psicosis, como máxima expresión del sistema) no son más que el síntoma social, producción lógica de la histeria que ofrece lo que nadie puede tener, y demanda que todxs lo tengan al mismo tiempo ¿quién puede responder a esa demanda? Nadie. La locura es el resto, la factura más lógica en un sistema que reproduce desigualdades. Al mismo tiempo, provee todas las instancias culturales para repetir y crear el hiper-individualismo clásico de la división de clases, la expulsión de lo que va más allá de la piel de lo Uno. Es pura muerte. El neo-liberalismo es tanhático. Pura máquina de producción y reproducción tanhática. Expulsa al Eros, que, en su agonía (aunque, al decir de Freud, no menos inmortal) lucha contra su mortífero adversario que es una bestia con los colmillos bañados en sangre del Tercer Mundo, y regados de neurosis de los propios amos que creen ser amos mientras son esclavos de sus propias y remilgadas artimañas, supersticiones, y suposiciones que construyen el mundo tal cual es. Otorgándole validez. 

¿Por qué es que todxs respondemos al mundo tal cual es? Zaffaroni lo ha escrito más de una vez, ¿queremos que el régimen del mundo caiga, que la organización social, cultural, comercial, política, caigan? Bueno, dejemos ya mismo de responder a cada uno de sus mandatos. Pero no, nuestra conducta los sostiene. Y eso es porque estamos divididos. Estamos partidos en dos. Porque más allá, o más acá de lo que queremos siempre hay algo que no sabemos que es que está, y que, como dicen, opera, y provee algún tipo de goce. Ahora, Alemán también lo señala, dimitir frente lo que parece imposible es perpetuar la impotencia. ¿Qué impotencia? La más obvia de todas, ¿Te creés que al mundo lo vas a cambiar vos, militante? No, es imposible. Nadie puede solo. Es imposible. El problema de toda revolución es que su auto realización implica, necesariamente, una realización de la totalidad de las revoluciones, entonces, dice García Linera, toda Revolución está destinada al fracaso, pero, entonces, ¿para qué sirve? Para avanzar. Para conquistar derechos. Para conseguir mejores condiciones de vida, para construir nuevos horizontes. Aún en la derrota siempre parcial, aún en la victoria siempre parcial, lo importante es conservar una idea intacta: Nada es irreversible, pero la idea reguladora de la igualdad social es verdadera. 

Son los hombres y las mujeres quienes cambian las circunstancias, pero sólo organizadxs y unidxs transforman el número en fuerza. No se puede pretender, tampoco (y esto vale como ley sociológica de las revoluciones) realizar ninguna revolución sin antes cuestionar principios básicos, elementales, incuestionables, del cuerpo teórico básico revolucionario. Todas las revoluciones de la humanidad que se han hecho para abolir el sistema de clases han tenido que suprimir, trastocar, modificar, o desconocer algo dicho por Marx, o por cualquier de los nombres que hablaban, hablaron y hablarán en su nombre. China, Cuba, Nicaragua, Vietnam, la propia Rusia lo atestiguan. Al decir de Gramsci son revoluciones hechas “contra El Capital” (el sistema y el libro, por si quedó en duda).

Está claro que el tercer momento de las revoluciones es siempre el momento de “administrar la disolución del Estado” en el choque con el límite de lo individual de un acontecimiento aislado. “No se puede instaurar el socialismo en un solo país”, grita el compañero o la compañera Trotskysta al Stalin de los gulags y el exterminio de la disidencia. Es cierto. Lenin lo supo. Creó la Nueva Política Económica porque esperaba que suceda algo más en Europa luego del 17. No ocurrió. El tercer momento es el momento de la administración del Estado, el momento en que se construye una alternativa económica distinta en un mundo globalizado que no sostiene los mismos principios filosóficos, políticos y/o éticos del socialismo, la transición al tan ansiado comunismo, una forma de organización social colectiva donde el hombre no es el lobo del hombre, sino su hermano o hermana. A Cuba le ha ocurrido lo mismo, sólo que no es el gigante ruso, es apenas el valor de una isla ubicada a escasos kilómetros del epicentro del Imperio. Nicaragua, Vietnam, la propia Venezuela, siempre a medio camino entre la democracia nacional popular y el revolucionarismo, queda como bastión del siglo XXI frente al neo-liberalismo global post 11-S, luego de la muerte de las ideologías y la caída del muro: El realismo capitalista. Venezuela es la Cuba del Siglo XXI, en este realismo neo-liberal. Con sus límites, con sus alcances. Expresa exactamente lo mismo que, en su contexto, expresaba Cuba. No pudo hacer ni la mitad de lo que realizó la epopeya cubana, ni hablar de la Rusa. Todxs somxs hijxs de nuestra época. La era está pariendo un neo-liberalismo global. El fantasma que recorre el mundo no es el del proletariado que se alza frenético y no tiene nada que perder salvo sus cadenas, sino un fantasma neo-fascista ultra neo-liberal. Una nueva organización del comercio y una nueva división del trabajo son necesarias, es cierto. La guerra parece no estar permitida (porque de darse, extingue a la especie o acaba el planeta). La nano-tecnología avanza. La blackmirrorización es un hecho. Wetware para todxs. La ciencia ficción es el realismo del Siglo XXI. Vigilancia, castigo, control y aniquilación de la disidencia son los signos reguladores que el sistema-mundo necesita para mantener todo tal cual está. Pura muerte. Tánhatos. Sumisión y acatamiento a las leyes “naturales” del sistema-mundo vigentes. La gobernanza internacional todo lo domina. El joystick de los cinco ojos que todo lo ven, todo lo recogen, todo lo asocian, todo lo analizan, ¿todo lo controlan? Así parece. ¿Qué hacer? Nos volvemos, una vez más, filosóficamente leninistas, sin embargo nadie puede extrapolar experiencias vaciándolas de sus re-significaciones, de sus acciones por fuera de los “pie de la letra”, de las citas revisitadas de memoria. Toda revolución se hizo matando la letra que vivía muerta. Nacida para caer, en la práctica, que muchas veces resuelve lo que no puede la teoría, y viceversa.

No podrá haber gulags en nuestras futuras revoluciones. Deberán ser universales. No hay posibilidad de salir del fracaso en que han caído quienes se propusieron un sistema económico, político y social alternativo si sólo surge la esperanza en un solo país. La Revolución Permanente Trotskysta, leída desde el Tercer Mundo da una mirada positiva. Con sus mayores y menores aciertos, los gobiernos pos-neoliberales de la región no son bonapartistas, en todo caso, abrevando en Gramsci pueden ser considerados como Cesarismos progresivos sui géneris de izquierda (todos con condiciones particulares que deberán ser cuidadosamente revisadas en cada caso), gobiernos que crean condiciones para conseguir mayores grados de conciencia, participación, mayor y mejor interés por la política, por las discusiones que se da consigo misma una sociedad, en la lucha pública que expone sus antagonismos, etc. Estos gobiernos no son la realización de las utopías, son condición de posibilidad para pensarlas. Para que se le aparezcan en la cabeza a mi vieja, a mi viejo, al verdulero, a la verdulera, a/la villlerx. Y no es etapismo. El desarrollo, bien sabemos, es desigual y es combinado. Podemos saltear etapas. Lo que no podemos es rechazar identidades, tradiciones, especificidades, en nombre de doctrinas universales. Lo que no podemos es fusilar homosexuales, o recrear categorías clínicas capitalistas en nuestra concepción de la salud. Las revoluciones deberán ser integrales. Al llegar a México Trotsky tuvo que reveer varias de sus ideas, sin ceder (hay que ser justos) en aceptar a Cárdenas como un “compañero”. No olvidemos que venía del otro lado del mundo y su concepción cultural de la vida, de las ideas, del amor, del mundo, eran otras. La territorialidad suele ser intransferible. Sin embargo, no dejó de ver en él reformas que, en ciertas condiciones y apoyadas en la clase obrera, podían significar avances en la lucha de clases a favor de los sectores populares. Resta decir que hay datos que se desconocen. Cuando Cárdenas nacionaliza el petróleo Leo Davidovich defiende la medida. Luciano Galicia, un ultra-izquierdista trotskista la rechaza por considerarla una medida clásica de un “bonapartismo” “nacionalista burgués”. Trotsky lo expulsa de la 4ta internacional. Podemos arriesgarnos, y éste texto es de riesgos, ya que tiene como tema las revoluciones, a propósito de aquella heroica gesta de los pueblos del 17, y decir que el gobierno de Juan Domingo Perón produjo transformaciones políticas mucho más radicalizadas que las de su par Mexicano. El fenómeno peronista, en Argentina, alcanzó un inusitado grado de transformación de la vida cotidiana de las masas populares locales. No contó con el apoyo de lxs trotkistas. Sí con sus críticas más acérrimas. Ellxs, que poseían el arsenal teórico, dejaron sólxs a lxs obrerxs resistentes. Querían esa “sana distancia”. La necesitaban para no tener que negar toda la construcción teórico práctica que habían desarrollado. Sin embargo existieron hombres como Carlos Olmedo, quienes cancelaron (y lo pagaron con su vida) éstas contradicciones pueriles de la izquierda argentina. Las canceló, conteniéndolas en una superación dialéctica. Desde la Critica del la razón dialéctica de Sartre. Su respuesta al PRT-ERP hoy se vuelve instrumento necesario para la lucha irrenunciable por las igualdades sociales.

¿Será posible una internacional progresista donde confluya Podemos, Syriza, el Kirchnerismo, el Mas Boliviano, el Chavismo (y todxs los gobiernos nacional populares latino americanos) junto con las fuerzas más avanzadas que hoy crecen en el mundo? Muchxs dirán que no, ellxs, sin duda, estarán bien cuando nosotrxs estemos mal, “disfrutan nuestro excedente” y, cuando podemos estar bien nosotrxs, es porque les arrancamos un porcentaje de ese “bienestar”.

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