Sábado, 23 Noviembre 2024

El arte de interrogar

Publicado el Lunes, 25 Septiembre 2017 08:06 Escrito por

La culpabilidad de un par de perejiles es el objetivo buscado por la jerarquía militar, tal como ocurre hoy con el Ministerio de Seguridad y la desaparición de Santiago Maldonado: las oportunas manzanas podridas funcionan como eficaz control de daños.

En 1992 se estrenó Cuestión de honor (A Few Good Men), una gran película de Rob Reiner. Tom Cruise interpreta a un joven y talentoso abogado militar que debe defender a dos marines acusados de haber golpeado hasta la muerte a un tercero. La única posibilidad para salvar a sus clientes es demostrar que siguieron órdenes directas del coronel Jessep, interpretado por Jack Nicholson, máxima autoridad de la base militar de Guantánamo dónde ocurrieron los hechos. La culpabilidad de un par de perejiles es el objetivo buscado por la jerarquía militar, tal como ocurre hoy con el Ministerio de Seguridad y la desaparición de Santiago Maldonado: las oportunas manzanas podridas funcionan como eficaz control de daños.
 
En la gran escena final, Cruise logra quebrar al coronel, quien, enardecido, confirma haber dado la orden sin entender la gravedad de lo que está confesando. El interrogatorio está plagado de golpes bajos destinados a vencer la resistencia de un viejo lobo como Jessep, seguro de su impunidad y de la necesidad de mantener a cualquier precio la ilusión del liderazgo como garantía de seguridad (el monólogo final es en ese sentido antológico).
 
Como espectadores aceptamos esos trucos de abogado y disfrutamos del póker mentiroso entre ambos ya que entendemos que se trata de un interrogatorio que busca llegar a la verdad y no de una entrevista al coronel Jessep sobre sus logros militares o las bondades del clima caribeño.
 
Hace unos días, Luis Novaresio llevó adelante una larga entrevista en vivo a CFK en la redacción de InfoBAE. El periodista dejó de lado el anticristinismo emocional de gran parte de sus colegas, generoso en adjetivaciones, e intentó preguntar con honestidad y, sobre todo, dejar que su entrevistada respondiera. Ese objetivo elemental le generó las críticas de esos mismos colegas, quienes esperaban algo más acorde con su deber de periodista, como tal vez un fusilamiento sumario.
 
Pese a esos esfuerzos encomiables, gran parte de la entrevista siguió el tono inquisidor y autorreferencial de nuestro periodismo de púlpito y se concentró en las sospechas de corrupción de CFK antes que en sus iniciativas como presidenta o sus propuestas como candidata a senadora.
 
Esa visión de encuesta judicial hizo que Novaresio eludiera los hechos políticos más relevantes de sus dos mandatos, como el fin de las AFJP, el conflicto de la 125, la crisis con los holdouts, la AUH, el matrimonio igualitario, la Ley de medios o la expropiación de YPF, y se concentrara en su relación con Lázaro Báez (de quien Novaresio consideró que CFK era socia por haber firmado un contrato de locación), los bolsos de López, las denuncias contra el ex ministro De Vido, el programa 678 e incluso los afiches en contra de algunos periodistas que manos anónimas pegaron en la Plaza de Mayo “durante su mandato”. Si se interesó por un tema político como el memorando con Irán, lo hizo desde un ángulo criminal, al considerar que se trataba efectivamente de un caso de “traición a la patria” como sostiene el imaginativo juez Bonadío, referente de nuestra #JusticiaFabioZerpa, de máxima creatividad.
 
Eludiendo el estilo de Torquemada de rigor en los medios masivos, Novaresio sin embargo emuló al personaje de Tom Cruise en Cuestión de Honor, buscando que la ex presidenta confesara sus crímenes o al menos dejar asentado que él intentó que lo hiciera. Al respecto, recordé lo que escribió Martín Caparrós hace algunos años: “el honestismo es la resignación del debate político en aras de la encuesta judicial”.
 
¿Sería concebible una entrevista a Mauricio Macri en la que tuviera que explayarse sobre su procesamiento por el contrabando de Sevel, el contrato rescindido de las cloacas de Morón, las denuncias por trabajo esclavo de la empresa familiar de su esposa, las excepciones inmobiliarias en la CABA, la sociedad entre Sideco y Odebrecht, el espionaje a su cuñado por el Fino Palacios- caso por el que estuvo procesado durante 6 años, hasta que asumió como presidente-, los más de 600 millones de pesos blanqueados por su hermano y socio Gianfranco- una suma 5 veces mayor al patrimonio declarado por el presidente- o cualquier hecho que el entrevistador considerara criticable ocurrido durante su gobierno? Parece difícil.
 
Ocurre que a los funcionarios oficialistas se los entrevista mientras que a los ex funcionarios kirchneristas se los interroga. Otro maravilloso ejemplo del #Léxico de nuestro tiempo. 

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