Alrededor de las 23 horas, recibió una llamada alertándolo de que habían roto el vidrio laminado de su negocio. Apenas seis horas después, los delincuentes volvieron para llevarse algunos artículos del local.
"Me llamaron a las 23 para decirme que habían entrado a robar. Rompieron el cristal, que es muy ancho", relató Esteban mientras recogía los pedazos de vidrio que quedaron esparcidos en la vereda. Aunque la policía le aseguró que custodiarían la zona durante la noche, Esteban decidió retirarse confiando en esa promesa: "Me fui tranquilo, pensando que todo estaría bajo control".
Sin embargo, a las 5 de la mañana, otra llamada le trajo malas noticias: "Me dijeron que volvieron a entrar al negocio después de que me fui. Según la policía, esto pasó porque se fueron a llevar al detenido y dejaron el lugar sin vigilancia", explicó, visiblemente molesto.
El daño causado por los ladrones no solo es material, sino también emocional. "Lo que más nos duele es que nos rompan un vidrio que es carísimo, ahora tenemos que trabajar más de una semana para pagar este vidrio", lamentó Esteban. Aunque los delincuentes se llevaron solo objetos de menor valor, como una manguera reforzada y una estufa, el impacto económico y el temor que deja el incidente no son menores. "Tenemos una alarma, pero se activa con la cerradura de la puerta", agregó, resignado ante la situación.