Martes, 05 Noviembre 2024

La Urgente Necesidad de Humanizar la Política

Publicado el Martes, 09 Julio 2024 18:50 Escrito por Gabriel Rodríguez

Un llamado a la reflexión

La política tradicional se ha ganado un descrédito y rechazo popular sin precedentes. Las razones son evidentes: corrupción, fracaso económico, promesas incumplidas, y la desconexión generalizada de gran parte del arco político con las necesidades de la gente. Ante este panorama surge una pregunta fundamental: ¿vale la pena involucrarnos en política? Mi respuesta es un rotundo sí, porque la política es demasiado importante como para dejarla en manos de inescrupulosos.

En esencia, la política debería ser una herramienta para mejorar la vida de las personas. La actividad pública, cuando se lleva a cabo con idoneidad y por los motivos correctos, es un servicio honorable. Sin embargo, en la actualidad se ha convertido en un campo de batalla de intereses personales y corporativos. Ante esta realidad, pienso que es imperativo que la política se someta a un copioso baño de humanidad.

Los viejos actores políticos serán reacios a cualquier idea que amenace sus beneficios, y harán todo lo posible por impedirlo. Pero, ¿qué otra opción queda? Las consecuencias de una política deshumanizada están a la vista: la sociedad se fractura, la desconfianza en las instituciones crese, el tejido social se desgarra y las desigualdades se profundizan.

¿Qué significa humanizar la política?

Entonces, ¿qué significa humanizar la política? Lejos de ser una utopía, implica devolverle su dimensión más básica y esencial: la preocupación por el ser humano. Es reconocer que detrás de cada estadística, de cada decisión legislativa, hay vidas que se ven afectadas de manera profunda y tangible. Humanizar la política también supone no ahogar a las personas en un mar de regulaciones ni estrujarlas con impuestos extorsivos. Significa poner a los vecinos en el centro de las políticas públicas, de escuchar sus voces, de entender sus problemas y de trabajar incansablemente para solucionarlos. Como dijo el filósofo y escritor Hernest Renan: “La política debe ser la ética llevada a la práctica”.

La participación ciudadana como motor del cambio

¿Qué podemos hacer desde nuestro humilde lugar de ciudadano? Mucho, especialmente si actuamos colectivamente. La empatía es el antídoto natural contra la deshumanización. Pero no podemos quedarnos sentados esperando que milagrosamente surja en el sistema político dicha transformación. Hay que provocarla. La mera “esperanza” es un arma en manos de los enemigos del pueblo. Hay que remplazarla por la determinación.

Es tiempo de exigir más de nuestros “representantes”. Si queremos ver una política más humanizada es urgente tener una mayor participación en los procesos democráticos, no se trata solamente de votar cada cierto tiempo. Los inescrupulosos se aprovechan de la apatía generalizada de las personas de bien. Desentendernos de la política es un error fatal, porque los bandidos de siempre no tienen ningún prurito en ocupar espacios de poder. El historiador británico Arnold Toynbee, quien nos alerta sobre el riesgo de dejar el control de nuestras sociedades en manos de aquellos cuya motivación principal puede no ser el bien común, dijo: “El mayor castigo para quienes no se interesan por la política es que serán gobernados por personas que sí se interesan”.

Existen muchas maneras de involucrarnos activamente y de fomentar proyectos participativos que favorezcan la cohesión social y enriquezcan la vida democrática en nuestra propia ciudad, me detendré en ellos en otra ocasión.

A los que dicen que “no les interesa la política” les digo que pensar así es como decir “no me interesa el aire que respiro”. La política influye en prácticamente todos los aspectos de nuestras vidas, desde la calidad del aire que respiramos hasta la educación que recibimos, la seguridad en nuestras calles y las oportunidades económicas que tenemos. Incluso si no te interesa, las decisiones políticas seguirán afectándote.

Imagina que vives en una casa que necesita reparaciones urgentes en el techo. Decides ignorar el problema porque no te interesa la construcción ni las reparaciones. A pesar de tu indiferencia, cada vez que llueve, el agua entra y daña más la estructura de tu casa, afectando tu calidad de vida y tus posesiones. De manera similar, ignorar la política no evita que sus efectos te alcancen, puesto que las políticas públicas y las leyes moldean el entorno en el que vives, trabajas y creces. Si crees que la política es “sucia”, lo es solo porque está en las manos equivocadas.

De la indiferencia a la acción

Por lo tanto, humanizar la política no es una utopía, es una urgencia. La historia nos ha enseñado que el cambio es posible cuando muchas personas se unen con un mismo objetivo. ¿Permitiremos que otros definan nuestras vidas según sus propias agendas?

Un ciudadano activo es el mejor guardián de una política humana y provechosa. La política, bien utilizada puede transformar vidas y sociedades. ¿En manos de quienes la dejaremos?

Gabriel Rodríguez

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