La escena política giró una vez más y corrió al superministro Sergio Massa hacia un costado y puso a CFK arriba de la tarima y en el centro de la escena (otro análisis corresponde a si ese movimiento está provocado deliberadamente por parte de las fuerzas opositoras, pero eso queda para otra ocasión). Lo que venimos a señalar es que la calificación de un Gobierno peronista como una asociación ilícita explicitó lo que AGENCIA PACO URONDO ya ha señalado en su editorial. Perseguir Cristina, no es perseguir a Cristina sino a millones de argentinos que se sienten representados por el peronismo. Y ahí viene lo más interesante. En estos años de gestión albertista los problemas económicos trajeron múltiples problemas políticos de discusiones internas dentro del movimiento. Todos ellos sintetizados en la tensión Alberto y Cristina. Sin embargo, la acusación del Ministerio Público Fiscal generó lo que denominamos el efecto Luciani. ¿Qué es el efecto Luciani? Lograr el reordenamiento de todo el peronismo bajo la defensa de Cristina y revitalizar la mística perdida. Vayamos por parte y miremos la reacción de las distintas partes del movimiento. La CGT dejó de lado toda discusión interna con Cristina para calificar de "absurda" la acusación de Luciani. "Los actos de Gobierno a cargo de la máxima autoridad de la Nación realizados por el mandato popular no pueden constituir el vínculo que soporte un agravante para la calificación de una acusación sin sustento". Además, el comunicado describe como "show mediático" a la acusación y sostiene que no existe "prueba material" que vincule a Cristina "con el direccionamiento amañado de la obra pública".
También el Movimiento Evita que hasta hace unos meses había tenido una discusión con Cristina respecto a la administración de los planes sociales salió en defensa de la vicepresidenta y afirmó que “un Gobierno democrático y popular no puede acusarse de asociación ilícita”. Pero las cosas no terminan ahí, la defensa de Cristina alcanzó territorio amarillo. Dentro de las líneas macristas, el dirigente peronista macrista Miguel Ángel Pichetto (hoy actual Auditor General de la Nación) sostuvo: "No veo elementos contundentes que puedan cerrar la figura (asociación ilícita) porque no es concebible considerar a un gobierno democrático desde el primer día como una organización delictiva, me parece un poco mucho que un Gobierno se constituya para delinquir". La conclusión es obvia. Existe una amplitud de espacios políticos y sociales que pueden no estar de acuerdo con el programa político de Cristina, pero sin embargo cuestionan la persecución judicial en su contra.
Inclusive por fuera de la identidad peronista, los cuestionamientos a la acusación de Luciani se hicieron sentir. ¿Qué es lo que dice Carlos Pagni cuando dice que las acusaciones de Luciani se encuentran en potencial? "Debe ser probado", dice el periodista en La Nación. Expone que el fiscal no logro probar nada. Y no estamos en la instancia de inicio del juicio oral. La etapa testimonial ya concluyó.
De esta manera, la acusación contra Cristina unificó el peronismo bajo una bandera común de unidad de defensa de su identidad. Cristina ya no es Cristina, es una figura que excede su programa político y económico y convoca actores a defenderla que no son necesariamente kirchneristas. Es decir, existe un consenso por fuera de kirchnerismo que cuestiona la legitimidad de la Justicia Federal que funciona en los edificios de Comodoro Py. Es un dato que Luciani debería tener en cuenta. Además, ese consenso es tan amplió que alcanza a dirigentes dentro del macrismo y finalmente a uno de los analistas políticos más relevantes de La Nación. Todos estos datos exponen la fragilidad que expone la postura de Comodoro Py en términos de apoyo social. Finalmente, los funcionarios judiciales colaboraron a reordenar y movilizar durante toda la semana pasada a la militancia peronista silvestre que pobló las cuadras cercanas a la casa de Cristina en Recoleta para brindarle su apoyo. Tal vez, Luciani sea en realidad kirchnerista. ¿Quién lo sabe? Porque además expone a la Justicia Federal al riesgo del cuestionamiento del ojo público. El fiscal que cree que juzga, pero también está siendo juzgado a los ojos de la porción de la sociedad que se empieza a preguntar. “¿Cómo es posibles que estos funcionarios judiciales que no elige nadie tengan la potestad de juzgar a nuestros dirigentes políticos?”. En ese sentido, los alcances de estas decisiones van más allá de cualquier campo jurídico, para adentrarse en traumas míticos y sangrientos en la historia argentina, que nos remite a los 18 años de proscripción de Perón. Se trata de un aporte sustancial de Luciani y Mola a la división y al enfrentamiento social.
La semana política culminó el sábado con la movilización del peronismo kirchnerista a la casa de Cristina en una convocatoria que copó territorialmente el barrio de la Recoleta. La concentración confluyó luego de que se conociera que la cuadra donde vive Cristina había sido aislada con vayas policiales dispuestas por orden del jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta. La decisión fue contraproducente para las tropas amarillas. La medida generó el efecto contrario a lo que buscaba. Las bases desbordaron y la movilización fue tal que el larretismo tuvo que retroceder y sacar las vallas. En el medio hubo represión y detenidos en manos de agentes de la Policía de la Ciudad. Sin embargo, el hecho concluyó con que Larreta tuviera que ceder, dejando un perfume de debilidad en el aire que fue aprovechado por las declaraciones de la exministra de seguridad macrista, Patricia Bullrich.
En síntesis, es necesario señalar que el rebrote de mística dentro de campo nacional y popular no deja de estar enmarcado en un momento de repliegue y movimientos defensivos. Al fin de cuentas el destino real del Frente de Todos está supeditado a los resultados concretos de las políticas económicas del Gobierno. Más allá de eso, la conclusión de los acontecimientos vuelve insoslayable señalar la fuerte resistencia social que encuentra la avanzada contra Cristina.