Estas formas de violencia son particularmente frecuentes cuando las mujeres no tienen la posibilidad de trabajar y, por lo tanto, dependen económicamente de sus parejas o familiares.
La violencia psicológica es una de las formas más insidiosas de abuso, ya que no deja marcas visibles, pero sí cicatrices profundas en el bienestar emocional de las víctimas. Cuando una mujer es constantemente menospreciada, controlada o manipulada debido a su situación de dependencia económica, su autoestima se ve gravemente afectada. Comentarios como "No puedes hacer nada sin mí" o "Eres inútil porque no trabajas" son solo algunos ejemplos de cómo se perpetúa esta violencia. Estas palabras pueden llevar a la mujer a sentir que no tiene valor, limitando su capacidad de tomar decisiones y perpetuando un ciclo de dependencia y sumisión.
La violencia monetaria es otra forma de abuso que se manifiesta cuando el agresor controla y restringe el acceso de la mujer a los recursos financieros. Esto puede incluir la imposición de un presupuesto estricto, la negativa a permitir que la mujer trabaje o el control absoluto sobre el dinero que se gasta en el hogar. En muchos casos, las mujeres no tienen acceso a cuentas bancarias, tarjetas de crédito o cualquier recurso financiero, lo que las deja completamente dependientes de sus parejas. Esta dependencia económica limita la capacidad de la mujer para abandonar una relación abusiva, ya que teme no poder mantenerse a sí misma o a sus hijos.
La combinación de violencia psicológica y monetaria tiene un efecto devastador en la salud mental de las mujeres. La constante humillación y la falta de autonomía económica pueden llevar a la depresión, la ansiedad y otros trastornos psicológicos. Además, la sensación de estar atrapada en una situación sin salida puede conducir a sentimientos de desesperanza e incluso a pensamientos suicidas.
Para romper este ciclo de violencia, es crucial que las mujeres tengan acceso a oportunidades de empleo y educación. El trabajo no solo proporciona ingresos, sino que también es una fuente de independencia, autoestima y empoderamiento. Además, es esencial que existan redes de apoyo, como refugios, asesoramiento legal y programas de capacitación, para ayudar a las mujeres a escapar de situaciones abusivas y construir una vida independiente y segura.
La violencia psicológica y monetaria que sufren las mujeres por no poder trabajar es una realidad que debe ser visibilizada y abordada con urgencia. Solo a través del empoderamiento y el acceso a recursos se podrá poner fin a este tipo de abuso y garantizar que todas las mujeres puedan vivir con dignidad y respeto.