Todos tenemos derecho a expresarnos. La palabra importa porque pone el nombre a las cosas, moviliza, expresa los sentimientos, emociones e ideas. Tiene la portentosa fuerza para comunicar, informar, exhortar, animar, organizar, construir… pero también seducir, alienar y destruir.
¿Existe una ética de la Palabra? Suele estudiarse que la Moral es la relación de los actos personales y privados con los valores que hacen a la dignidad de nuestra propia persona, con nosotros mismos, y que la Ética sería la relación de nuestros actos con las persona de los demás, con lo social, lo público, y en relación con esa dignidad que nos constituye como Comunidad, esto es, el derecho inalienable a la vida, a la convivencia justa y saludable. En realidad un eufemismo, porque ambos conceptos se refieren a los actos humanos, por la responsabilidad con uno mismo y los demás.
La Palabra, en cuanto generadora de actos humanos –sea aquélla de cualquier modo- es un instrumento. El contenido y la forma en que ella expresa ese contenido y el sentimiento o emoción que lo acompaña, devela la intención de una voluntad, que es la que ocasiona la mayoría de los actos humanos, sin perjuicio de los actos involuntarios.
Cuando esa palabra, no está en relación a la dignidad de las personas, y expresa contenidos de engaño, odio y violencia, o deliberadamente genera desinformación, lleva al daño de las personas y la comunidad.
Esto significa un rompimiento ético, que cuestiona un concepto generalizado de “libertad de expresión” que no es tal ni absoluta, al igual que la libertad en sí misma, porque al generar un daño en las personas, cabe preguntarnos desde cuándo hay libertad para hacer daño a los seres humanos, una libertad que se detiene justamente en ése límite, el único límite posible.
En este sentido, no sólo los Medios de Comunicación traspasan este límite, basados en la concepción de una libertad absoluta, propia de un capitalismo salvaje donde todo está permitido, sino que también es una concepción distorsionada de libertad, que se difunde por las Redes Sociales sin ningún tipo de responsabilidad asumida por parte de las personas que las emiten, de los medios virtuales que las permiten, y de la inexistencia o inoperancia de algún ente regulatorio sobre los Medios de Comunicación.
El hecho de que este tipo de libre expresión absoluta sea pública, desconociendo deliberadamente las consecuencias sobre los destinatarios –y también de los que no se hacen responsables de la misma ocultos en el anonimato-, no exime a los responsables de los medios, de las redes y a los que se aprovechan de esos medios para hacer daño.
En la libertad de expresión, hay que diferenciar claramente la duda, la opinión, el juicio y la certeza sobre lo que se dice y hace. En la duda, no hay prueba alguna de la certeza de algo; la opinión, es simplemente una expresión de algo sin necesidad de certeza probada, es un parecer, una conjetura; el juicio, es la afirmación taxativa o hipotética de algo, pero ello no significa que la información sea verdadera ó falsa, o producto de un error de razonamiento; y la certeza, es la correspondencia de un juicio con una situación real cierta, debidamente probada.
Eh aquí, que la Palabra es un camino de libertad que tenemos que tomar con responsabilidad.