Después de la Batalla de Lusail contra Países Bajos, la "Scaloneta" tuvo una semifinal soñada ante los croatas, que venían de eliminar a Brasil y ser finalistas de Rusia 2018.
En aquella noche del 13 de diciembre de 2022 en el estadio Lusail, nuevamente colmado de hinchas "albicelestes" de todo el mundo, Julián Álvarez tuvo su partido consagratorio con dos goles que quedarán en la historia.
El cordobés no fue elegido la figura del partido solo porque en el gol del 3-0, Messi armó una jugada inolvidable en la que sacó a bailar tango a Joško Gvardiol, uno de los mejores defensores del Mundial que meses después fue comprado por Manchester City en 100 millones de euros.
Pese a los 15 años de diferencia de edad y los 70 minutos de juego, el astro tomó la pelota en la mitad de cancha y paseó a su marcador hasta la línea de fondo antes de asistir con su pierna menos hábil a Álvarez, quien le puso el toque final a la obra de arte del capitán argentino.
Si bien las luces se fueron con Messi, el delantero cordobés completó un partido imborrable porque le cometieron el penal que significó el 1-0 de Messi y luego armó y definió el 2-0 con una carrera gloriosa desde mitad de cancha llevándose puesto a cualquier croata que se puso en su camino.
Argentina se quedó con la sensación de un baile de película ante un rival disminuido pero en el inicio debió trabajar el partido con el plan ideado por Lionel Scaloni.
En los primeros 25 minutos, el equipo comprobó la reputación del mediocampo compuesto por Luka Modric, Marcelo Brozović y Mateo Kovačić, quienes hicieron correr atrás de la pelota a los argentinos.
"Nuestro cuerpo técnico es muy bueno y no deja nada al azar. Cada detalle del partido te lo hace saber y después pasa. Sabíamos que el partido de hoy se iba a presentar de esa, con mucha posesión de parte de ellos, pero que también íbamos a tener nuestras chances de contra porque ellos son muy desordenados y dejan muchos espacios", reveló Messi, apenas finalizó el partido.
El DT, en medio de la emoción por avanzar un paso más, le devolvió el elogio al 10: "Es el mejor de la historia, no hay ninguna duda", afirmó.
Y el plan se cumplió a la perfección porque la Argentina aprovechó un pelotazo largo de Enzo Fernández para Álvarez, quien luego fue derribado en el área por el arquero Dominik Livakovic y generó el penal cobrado por el árbitro italiano Daniel Orsato.
Messi pateó su penal de manera perfecta y dejó sin opciones al arquero croata que había sido el héroe en la semifinal contra Brasil.
El 10 despejó así la alarma que había encendido en los minutos previos cuando se tomó durante varios tramos el músculo posterior de la pierna izquierda.
La imagen que paralizó el corazón de los argentinos ahora ya forma parte de un recuerdo risueño.
Sobre el cierre, el seleccionado no tuvo que sufrir como le pasó con Australia y Países Bajos y los minutos finales se transformaron en una dulce espera del festejo final.
Scaloni, a su vez, confirmó su perfil de líder de grupo y se dio el lujo de darle minutos a los futbolistas que hasta ese momento no habían jugado como Paulo Dybala, Ángel Correa y Juan Foyth.
Con momentos inolvidables, como el tango de Messi con Gvardiol y la destacada actuación de Álvarez, el equipo argentino avanzó hacia una final del Mundo y desató el festejo de los miles de hinchas que aquel martes por la tarde se reunieron en el Obelisco porteño para celebrar.