El SEÑOR llamó a cada uno de nosotros desde el seno materno, desde las entrañas de nuestras madres mencionó nuestros nombres y nos llamó por su gracia, Sus manos nos formaron y nos hicieron, entonces ¿Quién es el hombre para destruir? Dios nos ha modelado como al barro, Él es nuestro alfarero ¿y quiénes somos nosotros para hacer volver al polvo al semejante? No nos corresponde, la vida la da y la quita Dios, de nosotros no depende.
He aquí, don del SEÑOR son los hijos; y recompensa es el fruto del vientre, desde el vientre de nuestras madres, Él es nuestro Dios. Sus ojos nos vieron aun siendo embriones, y en su libro, se escribieron todos nuestros días que fueron dados cuando todavía no existía ni uno solo de nosotros. Porque Él formó nuestras entrañas y nos moldeó en el seno de nuestras madres.
Cantemos, porque asombrosa y maravillosamente hemos sido hechos; como sus obras somos espectaculares, y nuestras almas lo saben muy bien. No estaba oculto de El nuestros cuerpos, cuando en secreto fuimos formados y entretejidos en las profundidades de la tierra.
Así dice Dios, “Al cielo y a la tierra pongo hoy como testigos contra ustedes de que he puesto ante ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escoge, pues la vida para que vivas, tú y tu descendencia”, “no matarás” te dice Dios, porque Seis cosas hay que odia el SEÑOR, y siete son abominación para El y una de ellas son las manos que derraman sangre inocente.
Así dice el SEÑOR que te creó, que te formó desde el seno materno, y que te ama: ``No temas niña, hija mía, ni tú mujer, a quien he escogido, no te voy a desamparar, ni te voy a dejar, al contrario te sostendré con mi diestra de justicia”
“No matarás es su mandamiento”. Y si Dios lo dice, ¡Así es!