Lunes, 25 Noviembre 2024

Una amistad fructífera, que nos dio dos discos clásicos relanzados hoy: The Idiot y Lust for Life.

Por Kevin Perry para nme.com – mayo 2020.

Traducción: Lepo para RadioValvular.

Una noche de jueves, en la ciudad dividida de Berlín, en 1977: Iggy Pop y David Bowie están juntos, sentados en el piso de su departamento del barrio Schöneberg. Llegaron a la conclusión de que las sillas no son naturales. Miran su televisor, esperando la transmisión del canal de las Fuerzas Armadas, que va a entregarles a sus amados Starsky y Hutch. Antes de que empiece el programa, el canal hace retumbar una serie de pitidos insistentes que suenan casi con un ritmo Motown. Inspirado, Bowie compone una progresión de acordes en un ukelele y gira hacia Iggy.

-Ponele «Lust for life» -dice-. Escribí algo.

Iggy, sensatamente, hizo lo que le dijeron. Los dos discos que publicó ese año bajo la dirección de Bowie, The Idiot y Lust for Life, fueron las primeras incursiones del icono punk con piel de lagartija hacia el territorio solista, desde que implosionó su banda The Stooges, en una catarata de botellas de cerveza, huevos y caramelos de gelatina, en el Michigan Palace de Detroit, tres años antes.

-Él estaba buscando una salida distinta -dice Mez Sanders-Green, frontman de los punks Life, de Hull (Inglaterra)-. Creo que esos dos discos fueron su manera de crecer mientras combatía sus demonios. Sus letras son muy potentes e inquietantes, y estaba expandiendo lo que podía ofrecer; algo que se escucha tanto en The Idiot, con sus influencias krautrock, y en Lust for Life, que es un poco más rocanrolero.

Los Life no están solos en su amor por The Idiot y Lust for Life. 43 años después, esos dos discos se convirtieron en piedras angulares para una generación entera de bandas británicas jóvenes. Esta semana se publica la remasterización de ambos álbumes, junto a un box set de siete discos titulado The Bowie Years. En el disco de «Correcciones y tomas eliminadas», se puede encontrar una grabación vieja y copada de Iggy recordando todas las cosas que aprendió de su mentor, incluyendo el expresionismo, el impresionismo y «qué pasó en Zurich con Tristan Tzara y los dadaístas».

-Yo no sabía nada de esas cosas. Él sabía cómo elegir un vino y qué carajo es un entrecot -añade humildemente.

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Eso no quiere decir que la influencia haya fluido hacia un solo lado. Había mucho que Iggy le podía enseñar a Bowie y muchas cosas que Iggy podía hacer musicalmente, que Bowie no podía hacer y salir airoso. Cuando al dúo se le ocurrió «Nightclubbing», una canción sobre sus noches alocadas por Europa, usaron un sintetizador barato y una caja de ritmos Roland. Bowie quería reemplazarla con un baterista real, porque le parecía que no podía sacar un disco que sonara así. Iggy, por otro lado, se dio cuenta de que no estaba atado a esas reglas.

-Esa anécdota es re interesante, porque demuestra que Iggy no tenía nada que perder -dice Cam Sims, de Hotel Lux, una banda de pub rock del sur de Londres-. Creo que lo vio como un borrón y cuenta nueva.

Ese loop de batería de «Nightclubbing» llegó a ser homenajeado por todos, desde Nine Inch Nails en «Closer» hasta Oasis en «Force of nature», y su impacto todavía se siente hoy.

 

-Si recibiéramos un centavo por cada vez que intentamos copiar «Nightclubbing», podríamos contratar a Iggy para nuestra fiesta de cumpleaños -admite Callum Parker, guitarrista de la plebe Feet de Coventry, que agrega que admira la manera en que los discos te transportan a una época y lugar específicos: -En la actualidad todos graban con laptops, así que es más difícil conseguir un sonido propio. Cuando escuchás esos discos de Iggy y Bowie en Berlín, es muy evidente dónde estaban y en qué tipo de lugar y situación estaban en ese momento.

La tensión de ese lugar y esa situación particular, una ciudad aún dividida por el Muro de Berlín, es algo que Bowie buscó específicamente. En los años anteriores a su mudanza, tanto Bowie como Iggy habían vivido en Los Angeles, donde habían descarrilado, incluso para las normas de las estrellas de rock de los ’70. Iggy llegó al punto de internarse en un hospital psiquiátrico para «limpiarse», hasta que Bowie apareció con merca. Algo que parecía contraproducente.

-Era claramente un hospital donde no se podía ingresar con drogas -recordó Bowie más adelante.

No es descabellado decir que era necesario un cambio de ambiente. En 1976, Bowie invitó a Iggy a su gigantesca gira Station to Station, durante la cual fueron detenidos por posesión de marihuana en Rochester, New York.

-Estuve muy nervioso todo el camino, hasta que llegamos al juzgado -me contó Iggy cuando lo entrevisté en 2016, recordando con cariño a su amigo-. David siempre estaba atento a mí. ¡Me compró un traje! Más adelante le pagué todo lo que le debía en la vida, pero en ese momento yo simplemente no tenía guita suficiente.

Cuando Bowie sugirió trasladarse a Berlín Oeste, Iggy estaba al salto. Empezaron a trabajar en música nueva incluso antes de llegar allá. Gran parte de The Idiot se compuso en el Château d’Hérouville, cerca de París, donde Bowie había grabado Pin Ups (1973), pero Iggy una vez le contó a la BBC que la música «se inspiró, en muchos sentidos, y se tiñó en Berlín; la idea de Berlín».

En esa entrevista, Iggy describió un proceso de colaboración intencionalmente distante.

-«China girl» fue compuesta en una borrachera amable, justo después de cenar; un vaso de vino de más; con un piano de juguete para chicos y una batería de juguete -dijo-. Bowie en piano y yo en batería. Me llevé esa pequeña grabación y creé una voz en una sesión de 12 horas, sin su presencia. Después él entraba y llamaba al técnico: «¿Ya se fue Iggy? ¡OK!». Entonces entraba y plasmaba algo completo. Después yo decía «¿Ya se fue Bowie?». Hacíamos muchas cosas así.

 

Después de hacer los demos iniciales en el Château, la grabación de The Idiot continuó en Munich, antes de que Iggy y Bowie llegaran finalmente a su anhelado Berlín. El disco tuvo una mezcla final a cargo del productor de Bowie, Tony Visconti, en el estudio Hansa de esa ciudad, y se publicó el 18 de marzo de 1977. Para Sims de Hotel Lux, The Idiot es un disco que es mejor cuanto más raro es.

-Realmente admiro el material que simplemente se hunde en la demencia -dice-. The Idiot tiene la mejor apertura y el mejor cierre de todos los discos. «Sister Midnight» es impresionante y con «Mass production» te quedás sentado pensando: «Escuché ocho minutos de esto y probablemente podría escuchar ocho minutos más».

El 1 de marzo de 1977, el lugar más copado del planeta fue el boliche Friars de Aylesbury (Inglaterra). Ahí fue que Iggy hizo su esperado regreso en vivo, con el respaldo de una banda que incluía a Bowie en piano y coros, Ricky Gardiner en guitarra y los hermanos Tony y Hunt Sales en bajo y batería, respectivamente.

 

Las actuaciones de Iggy en esa gira ahora son material de leyenda, como lo explica elocuentemente el frontman de Sports Team, Alex Rice:

-Vi cientos de veces ese video de «Lust for life» en Manchester 1977 -dice-. Hace que un asistente lo lleve despatarrado hasta el micro, lo sostiene ahí más o menos un minuto, después arranca tras 12 compases de intro y entrega todo. La manera en que juega con la expectativa del público con respecto a cómo se supone que tiene que ser uno de sus shows, es increíble. Tiene mucho carácter, pero en muchos sentidos, debajo de la superficie, es absurdo, casi una comedia musical. Creo que por eso es tan cautivador verlo, porque siempre se tambalea hacia el colapso, nunca es tan consistente; es andrógino. Es el mejor show que he visto en mi vida.

Sucesivamente, Rice se pregunta qué pensará Iggy de la actuación de su banda:

-Lo vimos en nuestra presentación en New York el año pasado. Asistió bajo un seudónimo; seguro que no se impresionó.

Iggy no perdió nada de tiempo cuando volvió a Berlín en abril de 1977. Llevó a la banda de la gira directamente a Hansa y compusieron, grabaron y mezclaron Lust for Life en solamente ocho días. Iggy apenas si durmió, pero tenía una razón para todas esas trasnochadas.

-Mirá, Bowie es un chabón más rápido que el carajo -contó una vez en una entrevista-. Me di cuenta de que yo tenía que ser más rápido que él… si no ¿de quién iba a ser el disco?

Lust for Life se publicaría solo cinco meses después que The Idiot, el 29 de agosto de 1977, con Iggy usando por completo el título que Bowie le había regalado tan generosamente.

-Ya desde el nombre del disco podés sentir la energía de la música -dice James McGovern, cantante de los post-punks The Murder Capital, de Dublin-. Lust for Life es simplemente uno de esos grandes títulos. Hay pocas cosas en el mundo con las que decís «Mierda, me gustaría que eso fuera mío», y Lust for Life es definitivamente una de esas cosas.

McGovern escoge «Tonight» entre sus favoritas del disco.

-Es una historia de amor muy triste -dice-. Me encantan esos temas que te atraen con acordes mayores. Bowie siempre se tambaleaba al borde del pop.

 

Dado que la mayor parte del disco fue compuesta por los supergenios musicales Iggy y Bowie, vale notar que uno de sus temas más conocidos, no. «The Passenger» fue compuesta por el guitarrista Ricky Gardiner. Un ritmo impulsivo acompaña la letra de Iggy, que dijo que «habla parcialmente del hecho de que anduve infinitamente por Norteamérica y Europa en el auto de David; yo no tenía ni carnet de conducir ni vehículo».

Charlie Steen, frontman de los post-punks Shame, de Londres, señala ese tema como su favorito de la trayectoria solista de Iggy.

-Fue el primero del que me re enamoré cuando era pibe -dice-. Uno de mis periodistas favoritos, Nick Kent, era cercano a Iggy Pop. Dijo que la principal atracción de Bowie hacia Iggy, era la manera en que podía convertir las letras en una forma verbal del jazz.

 

Ya desde esa batería exuberante de apertura, Lust for Life es un disco que late con la agitación y espontaneidad de una banda en vivo que la está pasando como los dioses mientras toca. «Success» muestra a Iggy seguido por el coro entusiasta de los hermanos Sales, que hacen absolutamente lo mejor que pueden por repetir cada verso que él pronuncia. Iggy estira ese concepto a extensiones absurdamente cómicas, hasta colapsar: «¡Oh, mierda!», exhala. «Oh, mierda», responden los hermanos Sales.

-Esa fue la primera toma, ¡y fue la única que hicieron! -dice Callum Parker, impresionado, y añade que Feet se inspiró para lograr un nivel similar de espontaneidad en el estudio-. Creo que es muy importante preservar eso en la música. Suena todo muy natural, como si él estuviera a punto de saltar dentro de la cabina: «Hacé esta toma y eso es todo». Es muy auténtico.

Oliver Southgate, de los punks Heavy Lungs de Bristol, dice que Lust for Life es «todo lo que quiero de un disco, y más».

-Siempre es un deleite escucharlo, y eso es lo que atrapa a la gente: ese deleite.

Él resalta la pomposidad honesta de «Neighbourhood threat»:

-El maridaje perfecto entre la reciente sofisticación de Iggy en esa época y la chita rugiente del pasado de los Stooges.

 

Iggy siempre tuvo la «energía cruda», pero en 1977, Bowie la dirigió hacia un lugar nuevo; un lugar donde el punk no había estado antes. Cuatro décadas después, tanto The Idiot como Lust for Life siguen sacando chispas.

-Mezclaban los mundos maravillosos de Bowie con ese lado mugroso de Iggy -dice McGovern-. Fueron una de las cosas más copadas que pasaron en la historia.

The Bowie Years, un boxset de siete CDs que explora los discos de la era Berlín de Iggy Pop, está disponible desde hoy, por medio de Universal Music Company.

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