Según el Indec, en 2016 hubo una contracción de la actividad de 2,3%, en contraste con la suba de 2,6% del 2015, esperamos que los índices del 2017 sean al menos igual de malos que el último año de la larga noche kirchnerista y no tan buenos como el primer año de Cambiemos, ese en el que el gobierno logró frenar una crisis tan inminente como esquiva contrayendo el PBI.
El kirchnerismo fue acusado de toquetear el IPC y estafar bonistas, una tarea que no requiere de gran valor, el macrismo decidió toquetear el cálculo de la ANSES para estafar jubilados. Y como todos sabemos, ser débiles con los fuertes y fuertes con los débiles requiere de mucha audacia y determinación.
El 22 de diciembre de 1894, el capitán Alfred Dreyfus, oficial de artillería del ejército francés, fue condenado por traición a la patria. La instrucción, llevada adelante por un consejo de guerra apurado, determinó que era un espía de Prusia a partir de una carta de autoría dudosa. Su condición de judío lo transformó en el chivo expiatorio ideal para cerrar un caso de espionaje que ridiculizaba al gobierno, pese a la ausencia de pruebas y a sus constantes declaraciones de inocencia. La prensa dio rienda suelta a una histeria antisemita con fondo de nacionalismo mientras algunos manifestantes en París clamaban "¡Muerte a Dreyfus! ¡Muerte a los judíos!". El condenado fue enviado a la Isla del Diablo- una especie de cárcel bonaerense pero con malaria y cólera- y convertido en el mal absoluto.
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