Viernes, 28 Junio 2024
Marcelo García

Marcelo García

La Justicia de nuestro país está pasando por un momento de decadencia que nos hace al menos, preocupar. El Poder  Judicial, parece, como sucedió a fines del Siglo XX con las instituciones políticas, estar viviendo un momento de crisis terminal.

Si concebimos la sociedad como un contrato o acuerdo para vivir en comunidad, debemos ver por lo tanto, en qué o en quienes dejamos reposar el “poder” de decidir por sobre los demás. En nuestro caso como país presidencialista, esta capacidad recae sobre el Presidente de la Nación. Por lo que entonces coincidimos que al momento de ceder el poder en algún sector o individuo la cuestión implica la concepción implícita de estar, al mismo tiempo, estableciendo reglas de juego claras y acatadas por la mayoría de la sociedad. Como una parte importantísima de este esquema, que la justicia funcione correctamente  es el deseo de todos los ciudadanos de este país. Todos pretendemos que el principio de igualdad ante la ley sea al menos, respetado. En el marco de esta Justicia Show de estos días cada uno de los derechos que constantemente una sociedad debería buscar y consolidar, se convierten en meras declamaciones vacías y sin sentido.

Cómo debemos reaccionar cuando la justicia, un órgano central de poder gubernamental es una parte más de un proyecto político-económico sectorial que está perjudicando claramente a otro sector? Qué sucede cuando un gobierno desequilibra y rompe este contrato social entre las personas?  Cuál es la salida para una población defraudada que ve diariamente el deterioro permanente de su nivel de vida en pos del enriquecimiento de los “otros”, valiéndose del gobierno y sus políticas públicas para beneficio propio?

Este gobierno busca erosionar el contrato social que mantiene el pueblo argentino unido. El mismo que consolidó a lo largo de 200 años de independencia, características culturales y sociales únicas. Frente a sectores que desde ese lejano comienzo como nación, pretendieron una patria chiquita, para pocos. La dirigencia argentina debe levantar la nariz de las miserias momentáneas y convencerse que  este no un país chiquito para aquellos que como buenos hijos del neoliberalismo, creen en el individualismo y la autogestión.

Marcelo Garcia

 

La propia figurita santificada de CAMBIEMOS lo había dicho en campaña: “Cambiamos futuro por pasado”. Seguramente esta equivocación discursiva pudo haber sido la única verdad que salió de los labios de María Eugenia Vidal en todos estos años.

Tanto las actuales denuncias de fraude en la recaudación de las campañas electorales de este sector político, como así también la increíble cantidad de promesas que quedaron en la nada, nos llevan a recordar las oscuras épocas de fraude electoral de la Década Infame a comienzos de la década del ‘30. Momento de nuestra nación en el que la Oligarquía del campo pretendía imponer su idea de país mediante la sistemática implementación del fraude electoral y la represión militar. Les resulta conocido?.

El FMI , uno de los grandes causantes de las mayores desgracias del pueblo argentino vuelve a tener oficina en nuestro país. La titular del ente, Cristine Lagarde sirvió de estrella estelar a la última conferencia del ex TN Nicolás Dujovne, un Ministro de Economía cuyo único logro en su curriculum era tomar Whisky en un programa de TV. Otro retorno al pasado, pero sin Tato Bores los domingos, haciendo chistes al respecto.

En su último mensaje desde Campo de Mayo, Mauricio Macri nos coloca nuevamente en el pasado. La intención de volver a situar a las Fuerzas Armadas de la Nación en las calles, con autorización para actuar en cuestiones de seguridad interna, fue la esencia de los anuncios. Hace falta, después de 35 años de democracia explicar lo que esto significa? 

Al apoyar su gestión en dos sectores del poder político, el sector agro-exportador y financiero ( que siempre en nuestra historia, han sido socios y cómplices) faltaba la consolidación de la tercera pata: el sector de poder encargado de mantener el “orden” en la sociedad. Ante la implementación de políticas neoliberales de achicamiento del estado, devaluación, destrucción de la Industria Argentina y caída del salario y aumento de la desocupación, las Fuerzas Armadas serían, en la estrategia macrista, las encargadas de asumir ese rol.

Fraude Electoral, sumado al regreso del Fondo Monetario en el manejo de las cuentas públicas y las Fuerzas Armadas en las calles parece más un viaje a un oscuro pasado, que una revolución de la alegría.

Marcelo Garcia


En un principio, es indudable que la relación entre Perón y los militares era buena, sobre todo si entendemos que su llegada al gobierno y puntualmente a la Secretaría de Trabajo y Previsión social se da en el marco de un Golpe Militar. Al momento de enfrentar las elecciones, en el seno del Ejercito Perón contaba con un pequeño grupo que lo apoyaba, un grupo de antiperonistas, pero un importante sector que priorizaba la preservación de la moral de la fuerza, que esta debía permanecer ajena a las implicancias políticas. Una vez llegado a la presidencia, integrantes encumbrados del ejército argentino cercanos a Perón integraron algunos sectores claves relacionados con áreas importantes del desarrollo energético del país. El fortalecimiento de una industria armamentística nacional que la dotara de mejor armamento era un interés conjunto del Gobierno y las Fuerzas Armadas. Hacia fines de la década del ’40 la relación entre militares y Perón eran de respeto mutuo. En 1949, en una profunda crisis económica que atravesó el país, la relación comienza a mostrar grietas. Por un lado, enfrentamientos políticos y económicos entre el asesor económico presidencial Miranda y el ministro de Guerra Sosa Molina. La reforma constitucional del ‘49, que permitía entre otras cuestiones, la reelección de Perón, marcó a fuego el comienzo del deterioro de la relación Perón-Ejército. El posterior interés de sumar al proyecto peronista a distintas instituciones de carácter no político estaban direccionadas en el mismo sentido, lo que sumado al enfrentamiento y censura a los medios de comunicación opositores continuó tensando el trato.
Perón siempre manifestó la unidad de concepción entre los pensamientos justicialistas y los militares, en relación a la doctrina nacional. Pero ante la posibilidad de reelección de Perón, se comienza a pergeñar desde sectores opositores la posibilidad de que alguna manera no democrática pudiese terminar con otros seis años de gobierno peronista. Allí son determinantes los militares retirados, los intelectuales militares, los cargos superiores de las escuelas militares y navales de Buenos Aires. Un intento de golpe de estado, dirigido por el General Menéndez el 28 de agosto de 1951 y la posterior purga militar y la declaración del Estado de Guerra Interna lo demostraron. Luego de la elección que consagraría a Perón, se llevó a cabo un segundo levantamiento, encabezado por el Coronel José Suarez.

Los hechos de la semana pasada nos pusieron a todos a pensar. Algunos en los créditos, otros en el sueldo, otros en las tarifas otros (los menos) en los buenos dividendos que consiguieron con los vaivenes económicos recientes.

Un país con 35 años de democracia, debería reflexionar de otra manera. De la Dictadura hacia acá, sabemos bien que la grieta entre el pueblo y la oligarquía siempre existió. Con características propias y diferenciadas respecto a, por citar alguna, la oligarquía de fines del Siglo 19. Supongamos también que los intereses de unos y otros son genuinos. Ahora bien.

Entiende la sociedad argentina del peligro que significa para el conjunto poner a esa oligarquía egoísta al frente de los destinos de la patria?

Efectivamente en algunas cosas son muchos más efectivos que las organizaciones populares, los partidos políticos y los demás actores del todo social. No se preocupan por la historia, los sentimientos, las ideologías. Son un equipo bien articulado de comerciantes dispuestos a hacer negocios. Entre bueyes no hay cornadas.

Natalio Botana, politólogo argentino en las antípodas de mi pensamiento, da esta definición inicial de qué es la oligarquía. Realmente podemos dejarla del lado al momento de categorizar al actual gobierno argentino?.

“Hay oligarquía cuando un pequeño número de actores se apropia de los resortes fundamentales del poder y además está localizado en una posición privilegiada en la escala de la estratificación social.”

Por eso el título del artículo, la grieta existe y la debemos profundizar. Entre los que somos pueblo, los que queremos un país hermanado, pacificado y solidario que quiere y respeta al otro, al vecino, al compatriota. No un país sumergido en la pobreza y el individualismo de una oligarquía adicta a la especulación financiera.

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