Lunes, 25 Noviembre 2024

‘The Batman’, dirigida por Matt Reeves, toma distancias con las convenciones más fantasiosas del audiovisual superheroico. El resultado es una especie de ‘super-noir’ de acción e investigación en una ciudad corrupta hasta la médula. Por Ignasi Franch (EL Salto).


Batman nació en 1939 siendo un eslabón más, que se convertiría en especialmente exitoso y comercialmente explotable, de una larga cadena de héroes de la ficción pulp. Como los terratenientes El Zorro (cuya primera aventura se publicó en 1919) y su variación española El Coyote (que debutó en 1943), como The Shadow (que debutó en un serial radiofónico en 1931) o como aquel aristocrático Robin Hood cuya leyenda se metamorfoseaba desde el folklore oral, Batman era un justiciero perteneciente a una élite social. El Hombre Murciélago era un hijo de millonarios que se había embarcado en una doble vida como vigilante para gestionar un trauma infantil: haber sido testigo del asesinato de sus padres a manos de un atracador.

Quizá la proliferación de héroes pudientes tenía sentido en un contexto histórico de nula porosidad de las clases sociales. Psicoanalizando la pulp fiction, podríamos entender que estos personajes fijaban un relato de impotencia ciudadana. Un ricachón tenía que protegernos porque nosotros mismos no podíamos hacerlo. Porque El Zorro o The Shadow sí disponen de amplios recursos económicos y logísticos. Y porque las respuestas colectivas o cooperativas que implican cuestionamientos radicales siempre han tenido un encaje complicado dentro de la cultura pop industrializada estadounidense.

La visión del mundo que han proyectado algunas de estas aventuras de justicieros de las élites ha llegado a ser sorprendente. En la versión estrenada en 1940 de La marca del zorro, los espectadores son trasladados a una California donde otrora reinaba la armonía. En ausencia del protagonista, el gobierno benévolo de su padre terrateniente ha sido desplazado por una tiranía de violencia institucional e impuestos confiscatorios. La llegada del héroe inspira una rebelión reactiva. La escena final de campesinos y propietarios luchando codo con codo para restablecer la paz social tiene algo de fantasía interclasista que quizá solo se puede concebir si se contempla la realidad desde una cierta altura de la pirámide socio-económica.

De alguna manera, estas ficciones (conservadoras) exploraban los puntos de encuentro posibles entre el mundo burgués y las clases populares a través del señalamiento de enemigos comunes. Los aristócratas y sus privilegios hereditarios podían ser un objetivo, o también las cargas fiscales impuestas en los pasados históricos de monarquías absolutas o de estados carentes de iniciativas sociales que diesen un destino comprensible y visible a la fiscalidad. Sin cuestionar el estado de las cosas, estas historias proporcionaban una cierta satisfacción (mediada por las acciones del justiciero-ricachón) al público popular. Porque se escenificaba la caída de algún gobernante corrupto, de algún cacique, de algún empresario criminal.

Todo está podrido, pero no todo está podrido

A diferencia de la tendencia a la alegría y luminosidad de las aventuras del Zorro o Robin Hood, las aventuras cinematográficas de Batman han tendido (con excepciones como el largometraje sesentero o el barroquismo hortera que dominaba Batman y Robin) a mostrar unos paisajes más tenebrosos. Al fin y al cabo, su mismo protagonista es un hombre de vida dual y más bien inquietante. Y la Gotham City donde reside tiene a funcionar como el reverso gótico de la Metropolis de Superman.

Los responsables de ‘The Batman’ ensayan un giro escéptico: la inversión con fines de progreso social deviene una fuente de corrupción.

DC Films_Warner Bros

Si Batman begins hablaba de las infraestructuras como intento de vertebración de una mejora social colectiva, los responsables de The Batman ensayan un giro escéptico: la inversión con fines de progreso social deviene una fuente de corrupción. Esta temática dota de cierto aire de cine negro a una narración que intenta tomar muchas distancias con las convenciones más estridentes del audiovisual superheroico. Se potencia ese Batman más detectivesco que no había tenido demasiado peso en sus encarnaciones fílmicas previas. Y la apuesta por la fantasía moderada permite centrar la propuesta en la exploración sensorial y sensacionalista de un cierto vómito de malestar.

Si Joker podía guiñar el ojo a Scorsese, The Batman también mira atrás en busca de un referente o un paraguas de prestigio estilítico. Este super-noir lluvioso y de iras contenidas, espectacularizador hasta cierto punto, intenta acercarse al thriller setentero comercial, sucio y feísta, de Sidney Lumet (Serpico) y compañía. O a continuadores neoclásicos como Zodiac, aunque el resultado quizá se acerque más al talante shocker de Seven. El resultado no deja de lado algunos peajes del audiovisual multimillonario, franquiciado y franquiciador: un par de escenas de acción aparatosa, la consabida acumulación cansina de desenlaces y un lanzamiento final de hilos que retomar en nuevas películas.

‘The Batman’ es una película fundamentada en una narrativa mítica que se relaciona de manera problemática con el mundo real.

Aunque se opte por el realismo entre muchas comillas, The Batman es una película fundamentada en una narrativa mítica que se relaciona de manera problemática con el mundo real. A falta de cargas de profundidad, los autores se fijan en las puntas del iceberg de lo que no funciona. Por ejemplo, no se articula un apunte crítico sobre las consecuencias gentrificadoras y excluyentes de las reformas urbanísticas, al estilo del reciente (y apreciable) noir Húerfanos de Brooklyn. La premisa es algo más rudimentaria: sencillamente, el dinero puede desaparecer con más facilidad cuando está diluido en un fondo de desarrollo enormemente dotado.

El realizador Matt Reeves (Amanecer del planeta de los simios) y su equipo lanzan otros dardos con punta de velcro. En el filme, el Hombre Murciélago sigue el rastro de una vieja trama de corrupción de las autoridades políticas y policiales que alcanza a la herencia familiar del protagonista, históricamente representado como un hijo de benefactores. En Batman begins, por ejemplo, se mencionaba que el padre de Batman casi arruina su empresa porque combatió la pobreza durante una depresión económica.

En The Batman, en cambio, se problematiza hasta cierto punto esta herencia recibida mediante la revelación de un pecado del pasado: un momento concreto de debilidad personal embrutece el legado. No es que su fortuna hubiese sido acumulada de maneras explícitamente abusivas, ni que hubiese sido empleada voluntariamente con usos perversos. El patriarca falló, pero su fortuna está limpia. Así que el héroe puede seguir pagando la factura de combustible de su Batmobile sin demasiados cargos de conciencia.

We can(not) be heroes, just for one day?

En The Batman no hay una gran mascarada superheroica, aunque no falten los disfraces. Comenzando por la capucha que emplea el protagonista y continuando por la que usa un Enigma que encarna los riesgos de la seducción populista al estilo del Bane de El Caballero Oscuro: la leyenda renace. En paralelo, se ponen límites al habitual paralelismo entre los trastornos del Hombre Murciélago y algunas de sus némesis. El revanchismo homicida de este último, que acaba propulsando asesinatos al azar, le aleja del justicierismo de orden (inquietante) que defiende Bruce Wayne.

A pesar de su apariencia furibundamente desencantada, ‘The Batman’ acaba conectando con el contradictorio estado anímico de ese neoliberalismo que estimula la desconfianza y la desolación antipolítica.

Publicado el Sábado, 09 Abril 2022 20:04 Escrito por

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Publicado el Viernes, 08 Abril 2022 10:02 Escrito por

A 40 años de la guerra, la muestra propone narrar Malvinas a través de testimonios de excombatientes que se ponen en diálogo con discursos como los de la prensa, la ficción y documentos que forman parte del patrimonio de la Biblioteca.

La Biblioteca Nacional inaugura la muestra Contar Malvinas, a 40 años de la guerra. El eje central está conformado por los testimonios de excombatientes que articulan su recorrido y que se ponen en diálogo con otros discursos, tales como los de la prensa y la ficción, y también, con documentos que la Biblioteca Nacional guarda en su acervo y que permiten recorrer tanto la dimensión geográfica como la histórica.

Malvinas constituye en el diccionario emocional de los argentinos el término polisémico por excelencia. Sus diferentes sentidos multiplican las perspectivas y los modos de abordaje posibles, puesto que representa un espacio de memoria en el que se hace evidente un entramado histórico, jurídico, geográfico y simbólico. Geográficamente, Malvinas forma parte de la plataforma continental del país. Históricamente, es un territorio heredado de la Corona española luego de la constitución de Argentina como nación que fue usurpado por los ingleses en 1833 y que, en la actualidad, implica el hecho vergonzante de una situación de tipo colonial en el continente americano. Malvinas es, asimismo, el recorrido jurídico de reclamaciones diplomáticas que Argentina lleva adelante desde entonces y que recuerdan los derechos irrenunciables a la soberanía nacional.

A su vez, todos estos sentidos se actualizan y resignifican luego de 1982, cuando el peso simbólico de las islas se acentúa, puesto que cobran un significado diferente en el imaginario argentino según se las piense antes o después de la guerra. A partir del conflicto bélico, pensar en Malvinas entonces es pensar en la guerra, sus significaciones, causas y consecuencias. Y es, también, poder encontrar entre todas las dimensiones y ámbitos de análisis una forma de contar Malvinas.

En este marco, la muestra Contar Malvinas se propone como un espacio de reflexión y un ejercicio colectivo de memoria donde la cuestión Malvinas permita indagar sobre el pasado reciente de los argentinos y su identidad. Por último, se trata también de un homenaje a todos los veteranos que combatieron heroicamente por la recuperación del territorio, a los caídos en combate y a sus familiares.

Se exhibirán documentos del patrimonio de la Biblioteca Nacional en diversos formatos como textos literarios e históricos, cartas y notificaciones conservadas en la Sala del Tesoro de la Biblioteca, mapas de la región en distintas épocas, fotografías de archivo y publicaciones periódicas de cada etapa de la guerra.

Contar Malvinas se puede visitar desde el 8 de abril en la Sala Juan. L. Ortiz de la Biblioteca Nacional de lunes a viernes de 9 a 21 h. La entrada es libre y gratuita.

fuente: https://www.argentina.gob.ar/

Publicado el Jueves, 07 Abril 2022 23:27 Escrito por
Publicado el Miércoles, 06 Abril 2022 15:02 Escrito por
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