“La mandaron al depósito por pensar distinto”: indignación por el caso de una enfermera desplazada en Nogolí

Mónica Mansilla es enfermera y fue apartada de su función por supuestas diferencias políticas. Hoy cumple tareas ajenas a su profesión, en condiciones precarias. La comunidad exige su restitución.
La comunidad de Villa de la Quebrada y Nogolí está conmocionada e indignada por el caso de Mónica Mansilla, una enfermera con años de trayectoria que fue trasladada de manera arbitraria a un depósito, donde debe realizar tareas totalmente ajenas a su profesión. Según denuncian allegados y vecinos, la decisión tiene un trasfondo político: Mansilla estaría siendo víctima de persecución ideológica.
El caso fue expuesto por un lector de El Diario, que pidió mantener su nombre en reserva por temor a represalias. La propia Mansilla también dio a conocer su situación a través de redes sociales, donde compartió imágenes del lugar donde hoy cumple funciones: una oficina sin calefacción, mal acondicionada y muy alejada de cualquier práctica profesional vinculada a la enfermería.
“Rastrillar, barrer, entregar resmas de hojas y bobinas” son algunas de las tareas que realiza diariamente, pese a que es una profesional de la salud con experiencia en instituciones como el Hospital Garrahan y el Policlínico de San Luis. Además, la situación se agrava porque fue operada de las piernas y padece cuadros depresivos, pero no recibe contención adecuada.
Según el testimonio del denunciante, Mansilla trabajaba en Villa de la Quebrada hasta que comenzó un proceso de rotación arbitraria: fue pasada a administración, luego a vacunación, más tarde al tráiler sanitario, y finalmente al Centro de Atención Primaria de Salud de Nogolí. Allí, tras apenas una semana en enfermería, fue enviada al depósito, supuestamente por “problemas con el personal administrativo”.
Sin embargo, aseguran que el verdadero motivo es su negativa a cumplir “órdenes políticas” dentro del sistema de salud. La enfermera se habría resistido a dar prioridad en la atención a personas con vínculos partidarios, algo que provocó su desplazamiento progresivo.
“La quieren cansar, humillarla, aislarla”, sostuvo la fuente consultada. Agregó que viaja todos los días desde La Punta a Nogolí, sin apoyo, y que ni siquiera han contemplado su estado físico ni emocional. “La mandaron a junta médica por sus piernas, pero su estado anímico no le importa a nadie”, agregó.
Vecinos y pacientes de la zona recolectaron firmas para que Mónica vuelva a su puesto como enfermera. “La comunidad la quiere, valoran su entrega y su vocación. Esto que le están haciendo es inhumano”, expresaron.
Hoy, Mónica Mansilla representa no solo un caso de maltrato laboral, sino también un símbolo del autoritarismo con el que a veces se maneja el poder, donde la ideología pesa más que la vocación, y la persecución reemplaza al reconocimiento.
La comunidad exige una respuesta urgente y una solución definitiva: que Mansilla pueda volver a lo que eligió como forma de vida, su pasión: la enfermería.