La Marcha odiosa
Para mañana, hoy es el pasado. Y no, no es el diario del lunes sino un anhelo cumplido: salir a las calles masivamente, en paz, con un derrotero transversal, común en medio de las diversidades, con un cometido tan puro y tan claro.
Pero para algunos la marcha resultó odiosa porque al protocolo se lo tuvieron que meter en el horno; resulta que ahora nunca fueron en contra de, pero desregular la tarifa de la luz para que no la puedan pagar y no enviar los fondos pertinentes ¿Qué corno es?…
No es necesario que se sigan embarrando con dichos de embuste pues desde el lugar de poder -nunca de autoridad- con cerrar la canilla de a poquito basta. Si quieren auditar, que lo hagan; pero que la deuda externa que ya lo fué y está dictaminada no fué ejecutada; ¿de veras que los votantes ahora vienen a argüir que el príncipe azul -como decía Mafalda- no era tan azul?
Ayer mi deber era sumarme a la plaza, como canta Silvio; el hoy que mañana será pasado ha sentado un granito de arena precedente.
¿Por qué no más marchas similares por la salud pública, la seguridad y tantas otras obligaciones del estado? ¿Qué nos impide que razonablemente reclamemos la enmienda de un error tan garrafal como haber puesto, por acción u omisión, en tal lugar a quien ostenta burla -con las lágrimas de zurdo (o, como su segunda, evocando la memoria de una difunta)-, sorna, soberbia, violencia gestual -rojo se le pone el rostro al chabón cuando se calienta por nada y recurrentemente-.
Por favor, ¿es normal o común acudir a un perro para pedir consejo?; un can que ya no está en este plano y que, además, por la ciencia universitaria que ha denostado dejó descendencia.
¿No podemos confiar en nosotros mismos para seguir ofreciendo la resistencia debida a lo insostenible?
¿Se puede bancar que ni uno solo haya bajado la mano para no aumentarse la dieta mientras el mercado que se regula solo le tuvo que pedir la escupidera al estado para que las prepagas no afanen tanto?
Hoy la historia dice que ayer renació una esperanza.