La ULP, entre el olvido institucional y el abandono de su misión educativa

De emblema provincial en innovación educativa a un rol meramente administrativo. La Universidad de La Punta (ULP), que supo destacarse por proyectos transformadores, hoy transita un presente desdibujado, marcado por la inacción, la falta de propuestas concretas y la precarización de su comunidad docente.
Durante años, la ULP fue sinónimo de inclusión, creatividad, tecnología y participación. El Parque Astronómico, el Parque Informático, el programa de Ajedrez Escolar, las olimpíadas del conocimiento y la Búsqueda de Talentos marcaron una era de apertura e interacción con toda la provincia. Pero hoy, todo eso parece formar parte de un recuerdo lejano.
Según expresan trabajadores de la institución, que solicitan preservar su identidad por temor a represalias, «las actividades que dieron prestigio y sentido a la ULP fueron desmanteladas o reemplazadas por propuestas improvisadas, sin rumbo ni planificación». Uno de los casos más paradigmáticos es el del ajedrez: una herramienta pedagógica poderosa que fortalecía el pensamiento lógico en miles de estudiantes. Hoy, el programa ha sido abandonado y sustituido por talleres aislados, sostenidos únicamente por la voluntad de los profesores, quienes deben recurrir a materiales caseros y reciclados para mantener algo de espíritu lúdico en el aula.
Infraestructura ociosa y espacios vacíos
El Parque Astronómico, ícono de la divulgación científica, permanece cerrado. Y el Parque Informático incluso sufrió un cambio de nombre que, según denuncian, “responde más a caprichos de gestión que a una verdadera renovación de identidad”.
“Todo lo que hizo grande a la ULP fue reestructurado para peor o directamente dejado de lado”, lamentaron desde el interior de la universidad.
Condiciones laborales degradadas
Pero no solo la oferta educativa ha sido golpeada. La estructura de trabajo se resiente día a día. Docentes y talleristas denuncian que deben trasladarse por diferentes puntos de la provincia sin recibir viáticos ni reintegros. En muchos casos deben utilizar sus vehículos particulares, lo que implica un desgaste económico y físico significativo. Esta disposición no escrita genera desigualdades internas y un clima de desmotivación generalizada.
“¿Dónde está el presupuesto de la ULP? ¿Por qué no se destinan fondos a sostener y potenciar proyectos educativos de calidad? ¿En qué se invierte si los docentes deben financiar su tarea y trasladarse sin garantías mínimas?”, se preguntan con indignación.
Una institución silenciada
El malestar es palpable, pero el temor a perder el trabajo silencia voces. Los trabajadores coinciden en que el personal jerárquico no sufre las mismas condiciones ni carencias, y que existe una desvalorización constante del rol de los talleristas, que en muchos casos llevan adelante propuestas que deberían ser políticas institucionales sostenidas.
En este contexto, la Universidad de La Punta parece alejarse cada vez más de su propósito fundacional: ser un motor de cambio, innovación y crecimiento educativo para toda la comunidad sanluiseña.
Queda por ver si este rumbo se podrá revertir o si, como temen muchos, la ULP seguirá siendo un reflejo vacío de lo que alguna vez supo ser.