Claro está que cualquier traición es odiosa, básicamente porque se trata en una elección y de un voto de confianza; a menos que sea una extremísima urgencia, si andamos enfermos generalmente elegimos a un médico y ponemos en sus conocimientos, experiencia y profesionalismo todo nuestro potencial para ser curados; lo horrible es que te opere y sigas andando mal porque no te puso la malla o cosas por el estilo que -de momento- son improbables hasta tanto trascurre el tiempo y te seguís sintiendo mal. Y vas a otro hasta que te dice: "te operaron mal".
Hace un par de días que vengo pensando, por qué no empezar por las coincidencias, un poco por cosas que vengo mirando, leyendo, escuchando y prestando atención a distintas opiniones en redes principalmente, a diversas encuestas, artículos periodísticos. En algún punto todos convergemos en que queremos un mejor país para vivir.
Si uno presta atención más allá de la denominada grieta, de las opiniones encontradas entre distintos sectores ideológicos, políticos, entre los jóvenes y los no tan jóvenes, entre ellos si son hombres o mujeres, y la segmentación etaria. En fin, en el fondo de todos esos reclamos, posturas u opiniones, todos más o menos queremos lo mismo. Una mejora en todos los aspectos de nuestra vida, estabilidad económica, trabajo, educación, salud de calidad.
Que se cumplan y respeten nuestros derechos. Todos queremos un país vivible.
A lo largo de estos meses de la gestión libertaria, hemos comprobado como en distintas oportunidades, principalmente el 24 de marzo, el Día de la Memoria y luego en la marcha por la universidad y la educación pública, estuvimos todos juntos. Como el pueblo, los ciudadanos de distintos sectores sociales, ideológicos, políticos, de diferentes franjas etarias y género, incluso muchos votantes libertarios, estábamos todos juntos. Marchando juntos en defensa de los mismo.
Observar y analizar esto me llevo a pensar por qué no empezar a construir una alternativa o un proyecto, a partir de estas coincidencias, de estos puntos en común, en el cual también se contemplen las diferencias.
Si uno mira ciertas encuestas, en especial las de Zuban Córdoba[i], en muchas de sus preguntas en especial sobre el rol del Estado, de las instituciones, de la oposición, democracia, la gente responde y reclama, más Estado. Pero, un Estado que responda por sus necesidades, más diálogo, más consenso, más democracia, mejorar las instituciones democráticas, educación y salud pública de calidad. Es decir, la gran mayoría responde en contra de lo que este espacio libertario que hoy nos gobierna, piensa, dice y hace frente a estas consignas.
Entonces, qué lleva a este gobierno a pesar de estar en contra de todo de lo que la mayoría de los ciudadanos reclamamos y queremos, que continúe manteniendo su imagen positiva y apoyo. Si lo analizamos de cerca y sin sesgos ideológicos, no es porque los que lo apoyan sean ignorantes, o fachos. No, en su gran mayoría es gente desilusionada, defraudada con la política, con los políticos.
Qué podemos hacer frente a esto. Mucho. Empecemos a mirar la historia y no nos vayamos tanto para atrás. Pensemos y miremos que hicieron y que hizo la política y los políticos, para buscar una salida a la última y cruel dictadura del 76. Formaron la “multipartidaria”. Recomiendo la lectura de un artículo del politólogo Facundo Cruz, para Cenital, sobre “el rol de la mulpartidaria en la vuelta a la democracia”[ii].
La multipartidaria fue una gesta colectiva política, conformada por distintos partidos, pero principalmente por peronistas y radicales, que buscaron precisamente encontrar la salida a esa situación, mediante las coincidencias, en lo que sí estaban de acuerdo.
Crearon un proyecto alternativo a partir de las coincidencias y para eso se necesitó consenso, diálogo, y mucha política. Y hoy a 40 años de la vuelta a la democracia, con todas las dificultades podemos decir que, ese proyecto cumplió un rol más que importante en la vuelta a la democracia. La multipartidaria fue el triunfo de la política frente a la barbarie. El triunfo de los acuerdos, de los consensos y el diálogo frente a la violencia y el autoritarismo, que estaba sumida nuestra sociedad por aquellos años.
Otro hecho que rescato de la historia reciente, es la reforma constitucional del 94.Hoy estamos próximos a cumplir los 30 años de este hecho. Pero previo a eso, otro suceso el “Pacto de Olivos”. El Pacto fue lo que posibilitó la reforma constitucional, pero sobre todo fue lo que también con errores, con vacancias y aciertos ha permitido una cierta estabilidad política democrática en nuestro país. Sobre este punto te recomiendo el podcast, “Generación del 94”[iii], ahí vas entender de qué te hablo.
Vas a poder comprobar como todos los convencionales constituyentes entrevistados para la realización de este podcast, todos coinciden y rescatan la posibilidad de diálogo y consenso. A pesar del desafío que implicaba de reformar una constitución. El desafío que representaba para la reciente y joven democracia argentina. De la pluralidad de voces. Porque como te mencioné había voces de diferentes espacios políticos, ideologías diferentes, voces que representaban a la iglesia, a los militares. Es decir, cada espacio o cada persona tenia intereses particulares diferentes, pero aun así primó el diálogo y consenso. Todos señalan eso, como el puntapié inicial, eso fue lo hizo posible la reforma constitucional del 94.
Este Pacto como así también la reforma constitucional, fue producto de la política, fue el triunfo también de los acuerdos, del consenso. Primero uno puede rescatar la vocación política de los dos líderes, Alfonsín y Menem. Ambos demostraron entender la política, entender que, de la única manera de lograr cosas, pero principalmente de lograr cosas con legitimidad, era a partir del diálogo, del acuerdo, del consenso. Eso fue el Pacto de Olivos, que luego dio lugar a la reforma.
Y la reforma constitucional del 94 fue producto y llegó a aprobarse precisamente por la legitimad que le dieron esos acuerdos, esos consensos, esos diálogos. En la cual la pluralidad de voces que había dentro de la convención reformadora. Es decir, los convencionales elegidos, pertenecían a distintos espacios políticos, provenían de diversas profesiones.
Ellos eran los encargados de debatir, dialogar, consensuar qué era lo mejor para nuestro pueblo, para la política. Ellos llevaron a cabo la reforma que hizo posible no sólo que se reformara la constitución, sino que se lograra con un alto valor de legitimidad, por la posibilidad de la pluralidad de voces.
Hay que recordar que, había 305 convencionales constituyentes, que convivieron por tres meses en Santa Fé. Los cuales provenían de diferentes espacios políticos, ideológicos, con intereses, también distintos. No es un dato menor este.
Pero el punto el punto de partida fue primero, partir desde lo que estaban todos medianamente de acuerdo, para luego pasar a las diferencias y poder encontrar a través del diálogo la salida.
Por lo tanto, para ir cerrando esta idea y sin caer en utopías, siento que la salida es por acá, desde lo colectivo. Por el lado de la política, por el lado de los valores democráticos, por el lado del diálogo, de los acuerdos, del consenso. Sólo por acá podremos construir algo distinto.
Por qué no volver a intentarlo, tan mal no nos fue, llevamos 40 años de democracia, con falencias sí, pero sin la violencia previa de esos años oscuros y recurrentes en nuestra historia política. Logramos una reforma constitucional legítima, con pluralidad de voces, la que nos rige hasta hoy, con errores sí, pero con muchos aciertos.
Por qué no volver a creer que, desde lo colectivo, desde la política podemos encontrar una salida democrática a nuestro país. Yo tengo fe y esperanza en nuestro pueblo, en la política, en la democracia y ¿vos?
¡Vamos! intentemos arrancar por las coincidencias y después vemos.
[i] https://zubancordoba.com/
[ii] https://cenital.com/la-multipartidaria-y-su-rol-en-la-vuelta-a-la-democracia/
[iii] https://open.spotify.com/show/257dDhCYUwgQ0trcojXyZv?si=fb6f9e01b6364e82
No podemos aceptar que la burla, la denostación, el insulto, la indiferencia a los reclamos y el maltrato, sean lo normal del gobierno y tengamos que aceptarlo. Eso es soberbia. No es bueno. Necesitamos respeto y consideración, el ejemplo de lo bueno, de los mejores valores, de la verdad y la justicia. Porque existen, aunque no los veamos con frecuencia.
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