Crece la polémica por la privatización del sector nuclear: alertan por pérdida de soberanía y fuga de cerebros

Mientras la oposición en el Senado no logra avanzar con el proyecto para frenar la privatización de parte de Nucleoeléctrica Argentina Sociedad Anónima (NA-SA), el gobierno de Javier Milei continúa desprendiéndose de organismos clave del sector nuclear.
Esta semana se conoció que la administración libertaria abrió la puerta para privatizar la planta de agua pesada de Neuquén, cuya producción resulta fundamental para el enfriamiento de los reactores nucleares.
Carolina Komar Varela, delegada general de la junta interna de la Asociación de Trabajadores del Estado y de la Comisión Nacional de Energía Atómica (ATE CNEA), advirtió que “lo que hoy está bajo ataque de privatización son las centrales nucleares y las empresas que las operan”. Según explicó, de concretarse el traspaso a manos privadas, “lo que se priorizará será la ganancia y no el desarrollo estratégico del país”.
La representante sindical recordó además que el sector nuclear argentino se construyó con una enorme inversión pública: “Es una inversión gigante hecha por parte del Estado, con nuestros aportes, es plata del pueblo puesta para que funcionen esas centrales”, subrayó.
Komar Varela denunció que existe “un ataque coordinado a todos los organismos que componen el sector nuclear”. Mencionó entre ellos a NA-SA —la operadora de las centrales nucleares—, la CNEA —hoy asfixiada por la falta de presupuesto y con salarios por debajo de la línea de pobreza—, Dioxitec —la planta que produce el dióxido de uranio para las pastillas de combustible y fuentes para medicina nuclear— y la planta de agua pesada de Neuquén.
Según la trabajadora, este proceso incluye despidos, recortes y desfinanciamiento deliberado que allanan el camino hacia la privatización. Recordó además que las centrales nucleares no solo generan energía para el sistema interconectado nacional, sino que también producen radioisótopos esenciales para la medicina, el diagnóstico y el tratamiento del cáncer.
Komar Varela advirtió que las consecuencias de esta política “serán devastadoras” y que el país podría sufrir una fuerte “fuga de cerebros”. “Profesionales, técnicos y administrativos especializados van a renunciar para irse a trabajar de cualquier cosa —hoy sería manejar Uber— porque ganarían más”, lamentó.