Sosa desmintió las declaraciones de su predecesor, David Rivarola, quien afirmó que dejaba un superávit de aproximadamente 283 millones de pesos al entregar la gestión de la universidad. Sosa señaló que existe una diferencia de aproximadamente 500 millones de pesos con esa cifra, ya que parte de esos supuestos excedentes se deben a deudas pendientes con la AFIP y a préstamos que deben ser devueltos, lo que no debe considerarse como ingresos disponibles.

Uno de los problemas más graves que enfrenta la UNViMe es la falta de pago de aportes patronales, lo que ha generado intereses adicionales por un total de 17 millones de pesos. Además, se han encontrado irregularidades adicionales, como la falta de pago de patentes de vehículos de la universidad y cargas de combustibles, lo que afecta incluso la operatividad de sistemas críticos.

El rector ha designado a un auditor interno y planea una auditoría externa para determinar con precisión el monto total de las deudas. Se espera que esta cifra aumente a medida que se recopilen más información y se contacte a proveedores para verificar los montos adeudados.

El rector enfatizó que se iniciará un período de austeridad en la universidad, suspendiendo nuevas contrataciones y evaluando los gastos considerados innecesarios. Además, se convocará a todos los claustros para crear un plan participativo de gobierno para los próximos cuatro años de su gestión.

La UNViMe también enfrenta desafíos en términos de infraestructura, con la falta de un edificio propio para la cursada. La obra del campus en la zona norte está detenida, con un 65% de avance, y se ha publicado un llamado a licitación para finalizar el primer módulo. Sosa lamentó la falta de gestión de proyectos en la universidad y espera abordar estos problemas en su mandato.

La situación financiera de la UNViMe plantea un desafío importante para la nueva gestión, que busca restaurar la estabilidad económica y asegurar la sostenibilidad de la universidad en el futuro.