La madrugada del sábado, mientras Roberto dormía en su quinta en calle Brigadier Francisco Ramírez, los ladridos de sus perros lo despertaron. Al salir a investigar, no encontró nada fuera de lo común, pero al día siguiente descubrió que le habían robado cinco corderos jóvenes, cuatro blancos y uno negro, con edades comprendidas entre 15 y 30 días.

A pesar del robo, Roberto decidió no denunciar el incidente en la comisaría. En lugar de ello, optó por usar las redes sociales para intentar recuperar a sus animales. Publicó un aviso en "Gitaneando", un grupo de compra y venta en Facebook, detallando el hurto y pidiendo información sobre el paradero de los corderos.

La estrategia de Roberto dio frutos, ya que logró establecer contacto con un joven de 18 años a través de Messenger. En la conversación, el joven admitió haber robado los corderos y se mostró dispuesto a devolver dos de ellos. Lamentablemente, los otros tres ya habían sido vendidos o sacrificados.

La situación concluyó con la devolución de los dos corderos que quedaban, y Roberto se encontró aliviado de recuperar parte de sus animales, aunque el robo completo no fue resuelto. Este caso destaca la eficacia de las redes sociales como herramienta para resolver conflictos y recuperar bienes robados, además de ofrecer un recordatorio sobre la impredecible naturaleza de los arrepentimientos y la ética de quienes cometen delitos.