Estos montones de desechos, que proliferan tras las lluvias, se convierten en criaderos de insectos como el mosquito transmisor del dengue, además de atraer ratas, moscas y perros callejeros.
Barrios como San Antonio, Güemes, San José, La Ribera, Eva Perón, Altos del Oeste y Kilómetro 4 son solo algunos de los sectores más afectados, donde los residuos se acumulan peligrosamente cerca de las viviendas. Los vecinos expresan su preocupación por la falta de intervención de las autoridades municipales, no solo por el impacto en la salud, sino también por la contaminación que podrían estar generando en el Río Quinto.
Más allá del riesgo físico, el problema tiene un fuerte impacto social: la presencia de basurales en los barrios es vista como una señal de abandono y desinterés. Los residentes se acostumbran a vivir entre los residuos, mientras la calidad de vida en la ciudad se deteriora.