Con un historial delictivo marcado por la violencia y la evasión, Lescano ha sembrado miedo tanto en Buenos Aires, de donde es oriundo, como en la comunidad de Cortaderas, donde se ocultaba como fugitivo.

A pesar de haber sido condenado por portación ilegal de armas y robo agravado en Buenos Aires, crímenes que deberían haberlo mantenido en prisión hasta 2026, Lescano logró escapar de la justicia y vivir clandestinamente en San Luis. Apenas siete meses después de su llegada a Cortaderas, su implicación en el homicidio de un policía lo volvió el objetivo de una intensa búsqueda policial.

El hecho que lo vincula al asesinato de Fuentes ocurrió durante un asalto violento en una vivienda, donde, junto a su cómplice Mauro Maximiliano Vieyra, golpearon y ataron a las víctimas bajo amenazas. Cuando los oficiales llegaron al lugar, la confrontación con Lescano y Vieyra resultó en un tiroteo que le costó la vida al oficial Fuentes.

Lescano, con su historial de crímenes y su capacidad para eludir a las autoridades, se mostró desafiante ante la Justicia. En su reciente audiencia, interrumpió repetidamente el relato de la fiscal con un tono burlón, señalando: "Están perdiendo el tiempo". La evidencia en su contra es sólida: cámaras de seguridad, objetos robados en su poder y la declaración de su cómplice antes de morir lo señalan como responsable.

La conducta de Lescano, marcada por la manipulación y la violencia extrema, lo presenta como un criminal experimentado y carente de empatía. De concretarse su condena, la cadena perpetua parece inevitable, poniendo fin a una vida de crímenes y evasión.