Domingo, 24 Noviembre 2024

James A. Robinson: La Desigualdad Global y el Camino hacia Sociedades Inclusivas

Publicado el Martes, 15 Octubre 2024 10:34 Escrito por Cecilia Barría

James A. Robinson, uno de los economistas galardonados este lunes con el Premio Nobel de Economía, junto a Daron Acemoglu y Simon Johnson, fue reconocido por sus estudios empíricos y teóricos sobre las diferencias en la prosperidad de las naciones y su análisis de la desigualdad.

Profesor de Estudios de Conflictos Globales y director del Instituto Pearson para el Estudio y la Resolución de Conflictos Globales de la Universidad de Chicago, Robinson ha destacado por sus influyentes investigaciones sobre la relación entre el poder político, las instituciones y la prosperidad.

El economista, de 64 años, ha mostrado un especial interés en el estudio de África Subsahariana y América Latina, lo que lo llevó a impartir clases en la Universidad de los Andes en Bogotá entre 1994 y 2022, y a realizar trabajo de campo en países como Bolivia, Colombia y Haití, entre otros.

Junto a Daron Acemoglu, Robinson ha publicado aclamados libros como "Orígenes económicos de la dictadura y la democracia", "Por qué fracasan las naciones: los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza", y "El corredor angosto: Estados, sociedad y el destino de la libertad".

Durante tres décadas, ha investigado la desigualdad, no solo en la esfera económica, sino también en la social y la política. La mayor parte de su trabajo se ha enfocado en entender por qué el mundo está dividido entre países prósperos y otros que permanecen en la pobreza.

Él y sus colegas se han preguntado cómo surgió históricamente esta diferencia y cómo se ha mantenido, pese a sus enormes implicaciones para el bienestar humano. Ese ha sido el tema central de su investigación durante los últimos 30 años. Específicamente, han tratado de entender cómo las instituciones establecen las reglas que, en diferentes sociedades, influyen en la prosperidad y la pobreza.

Hemos visto enormes mejoras en los niveles de pobreza en algunas regiones del mundo, como China, pero no ha sido así en otras, como África Subsahariana y América Latina. En países como Estados Unidos, también observamos amenazas a la inclusión social y la prosperidad.

Aún hay enormes desafíos para crear sociedades más inclusivas, prósperas y democráticas en el mundo. Personalmente, he trabajado mucho en América Latina, en países como Colombia, Chile y Bolivia.

Me parece bastante simbólico que el premio se otorgue en estos días, cuando se recuerda la llegada de Cristóbal Colón y su encuentro con los pueblos indígenas de América Latina.

Nuestra investigación muestra que la pobreza y la desigualdad en América Latina están profundamente arraigadas en el colonialismo, la explotación de los indígenas y la esclavitud. Estas desigualdades se reproducen de muchas maneras en la actualidad. Latinoamérica enfrenta grandes problemas de inclusión, marginación y explotación, por lo que sigue siendo una región pobre que lucha por encontrar una salida.

Por otro lado, gran parte de nuestro trabajo analiza cómo Estados Unidos difiere históricamente de esos patrones.

Ha habido avances en algunos países latinoamericanos en términos de inclusión social, como en Chile en las últimas décadas tras el colapso de la dictadura. También podemos pensar en Costa Rica o en el ascenso de los pueblos indígenas en Bolivia.

Sin embargo, otras partes de América Latina han ido en dirección opuesta. Pensemos en Venezuela o Argentina, que siguen trayectorias complicadas, o en Nicaragua, donde se ha consolidado una autocracia.

¿Cree usted que existe una gran amenaza para la democracia en América Latina, dada la profunda desigualdad que prevalece en la región? Las encuestas revelan que la gente está dispuesta a sacrificar la democracia en favor de líderes populistas.

La democracia es un sistema relativamente nuevo en América Latina. Piense en Centroamérica, donde solo desde la década de 1990 se han logrado crear sistemas más democráticos.

Uno de los problemas es que a las personas en América Latina se les prometió que la democracia resolvería todos sus problemas, lo cual obviamente no era cierto.

La democracia ha sido decepcionante en la región, lo que lleva a la gente a desesperarse y buscar otras soluciones.

Crear instituciones democráticas que funcionen y cambien la vida de las personas lleva tiempo.

Observe lo que sucede en El Salvador con el presidente Nayib Bukele. Hay una razón por la cual la gente vota por él: la inseguridad es un problema grave.

También pensemos en el presidente Andrés Manuel López Obrador en México. Son tiempos difíciles, pero, por otro lado, podemos decir que en México existe una democracia genuina.

Esa ha sido la decisión popular, y debemos reconocer que la democracia necesita tiempo para consolidarse y mejorar la vida de las personas.

En Colombia, probablemente tuvimos una de las elecciones más democráticas cuando el presidente Gustavo Petro llegó al poder, pero no es fácil, hay muchos desafíos por delante.

Usted publicó hace más de una década el aclamado libro "Por qué fracasan las naciones". ¿Qué ha cambiado desde entonces?

Sigo viendo el mundo de la misma manera. En el prólogo del libro hablábamos de la "Primavera Árabe" y su potencial para generar más inclusión en el Medio Oriente.

Sin embargo, hemos visto que fracasó completamente. Este es un ejemplo interesante de lo difícil que es cambiar el mundo hacia la creación de instituciones más inclusivas.

Como menciona, es muy complicado construir un mundo más inclusivo y reducir la desigualdad. ¿Cuál es el mejor camino para lograr ese objetivo?

La clave es construir instituciones políticas y económicas más inclusivas. Ese es el desafío en América Latina, en África Subsahariana, en Estados Unidos y en muchas otras partes del mundo.

Aún prevalecen muchas instituciones extractivas, en lugar de inclusivas.

En Estados Unidos, persisten altos niveles de pobreza, un gran aumento de la desigualdad y una disminución de la movilidad social.

Vivo en Chicago, y se puede observar esa realidad todos los días. Por lo tanto, se trata de incluir a las personas y ofrecerles oportunidades tanto en la esfera política como en la económica.

Mirando hacia el futuro, ¿qué desafíos nos trae este siglo a nivel global?

La desigualdad desafía todo, especialmente el contrato social fundamental de las sociedades. Es muy difícil mantener una sociedad verdaderamente democrática cuando existen altos niveles de desigualdad.

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