Opinión

La ausencia de la imaginación al poder

En París, en mayo del ’68, estalló el hartazgo de una sociedad descreída, abúlica, sin expectativas de sueños ni de progreso. Minorías conservadoras y autoritarias gobernaban; la protesta era reprimida, el periodismo se mostraba oficialista y obsecuente, y los jóvenes —políticamente sin raíces— rechazaban las certezas proclamadas por los partidos tradicionales.

“Un pensamiento que se estanca, es un pensamiento que se pudre”

Grafiti en la Sorbona

Las estructuras eran esquemáticas y rígidas: en la universidad, en los sindicatos, en la política y en gran parte de la sociedad. No había ningún interés por el Poder institucional. (¿Cualquier parecido con la realidad argentina será pura ficción?)

Este clima ocasionó una rebelión obrero-estudiantil, con la adhesión espantada de la clase media, atemorizada por la supuesta amenaza comunista alimentada por la exagerada propaganda del gobierno.

Comenzó cuando los universitarios pretendieron reuniones políticas en las aulas para el cambio de planes de estudios, y al tomar la facultad, fueron reprimidos, lo que llevó a exigir otras reivindicaciones, producidas por la asfixia social. Ello generó progresivamente huelgas generalizadas de los académicos, los empleados púbicos, de los obreros y hasta pedidos de dimisión del gobierno, con rechazo a la personalización del Poder, al menosprecio de la Política, a los Partidos, a los Sindicatos y al Periodismo.

Ese gran movimiento obrero-estudiantil propuso cambiar las estructuras de una sociedad esquemática y burguesa, autoritaria e hipócrita, que enviaba militares a Sudamérica como instructores de tortura, aunque había sido derrotada en Argelia y en Vietnam; una rebelión social -es la palabra exacta- que sacudió a las elites tradicionales, a la clase media y al gobierno mismo, que cayó a los pocos meses.

Sus ideas de “revolución permanente”, las consignas de “Cerrar la Escuela para aprender”, “la Imaginación al Poder”, “La Poesía está en la calle”, “Prohibido prohibir”, “Liberar la Palabra”, “Liberar el Inconsciente que es Revolución”, “Hagamos el amor y no la guerra”, “La barricada cierra la calle, pero es el camino”, “La guerra es una herida absurda” etc., todo ello se diluyó al poco tiempo. ¿Qué pasó? Ese Movimiento, sin ideología política definida, con una izquierda romántica, tuvo gran adhesión de dirigentes sindicales, políticos, académicos y de filósofos, y no obstante, también miradas críticas.

Lacan, Psicoanalista y Filósofo francés, si bien decía que esta “Revolución de la subjetividad” sacaba a las personas y a la sociedad de la cerrazón de las ideas, de las costumbres tradicionales hipócritas y de la esquematización del gobierno, sostenía en cambio que las revoluciones no tienen otra finalidad que la búsqueda de otro amo, y en ese sentido, la Revolución Francesa habría dado lugar a Napoleón, la Revolución Rusa a Stalin, y la República Española a Franco, todos gobiernos autoritarios como resultado de sangrientas guerras civiles. De igual modo ocurrió en otros países. Según él, los movimientos revolucionarios terminan en autoritarismos.

Sin embargo, la decadencia moral, espiritual, cultural y legal de una sociedad, donde todo se cuestiona, donde se pierde el valor humano de lo colectivo y el de la dignidad de las personas por el individualismo y el “sálvese quien pueda”, profundizan las desigualdades, agudizan los antagonismos… y sucede la descomposición social. Un síntoma de ello, es la progresiva elección de una parte de la población por el autoritarismo y otra parte que se resiste, con la negación y la abstención.

Lo del Mayo francés no fue solo una revolución de la subjetividad, fue una rebelión; una respuesta al anonimato indiferente e insensible de las estructuras rígidas y tradicionalista de la familia, la escuela y la administración pública. Fue habilitar, libre y espontáneamente, la discusión de todo pensamiento y organización, de toda costumbre, conocimiento, cultura, gobierno, partidos políticos y sindicatos, cuestionando su razón de ser y permanencia. Liberar al inconsciente, significaba expresar el sentimiento y la emoción, para dar lugar a la creatividad, sin permiso alguno.

En nuestro país, está sucediendo algo similar. Está ocurriendo el desacato. Tímidamente, pero espontáneo y sin dirección. Mientras una dirigencia desconcertada busca las causas del Poder de un gobierno que sigue sostenido por las masas populares, y éste, cuanta más abstención electoral promueva, más se consolida por un porcentaje que lo apoya participando… seguirá profundizando el saqueo al Estado y a la gente.

Basta mirar alrededor y ponerse en el lugar de los demás con realismo, para sentir lo que la mayoría percibe. Las voces de los Medios, del Gobierno y de las Redes, no hablan de la Verdad, de lo que le pasa a la gente. Cuando la dirigencia quiera una vida digna para la Patria, y escuche a la gente y no a los Medios y a las Redes tóxicos con su odio y frivolidad, como si aquí nada pasara, y oiga el clamor y palpitar dolorido del Pueblo, allí, tal vez con un mensaje de consuelo infinito que le dé no sólo esperanza, también un camino que lo entusiasme y conmueva, quizá entonces nos decidiremos a debates comunales, a una democracia combativa, a organizarnos libremente como se nos antoje, a construir un programa de justicia de lo que hay que rescatar, establecer, y aplicar y no olvidar responsabilidades sobre los que nos llevaron a esta situación.

Con una profunda reforma Constitucional e Instituciones democráticas de Control Popular, aseguraremos con ese rango la sustentabilidad jurídica y social que asegure el bienestar con una distribución equitativa de la riqueza para todos los argentinos, evitaremos definitivamente las exacciones al erario público, a las Cajas de los Jubilados y Pensionados, a las Obras Sociales, a la Salud y Educación, etc., considerando las decisiones unilaterales y autoritarias de los tres Poderes como delitos de lesa humanidad y con retroactividad. Un “Nunca más” a la injusta desigualdad y olvido de las personas. Liberar el inconsciente, la palabra -decir lo que las cosas son y cómo deberían ser-, el sentido común, la razonabilidad, y la legalidad para asegurar la historia y los valores de la cultura que hacen a la cohesión y bienestar colectivo, es comenzar un movimiento comunitario multiplicador. Allí, la Imaginación será Poder.

“Seamos realistas, pidamos lo imposible”

Pintada en un puente sobre el Sena

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