Opinión

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¿Existe el Peronismo en San Luis o ha desaparecido? Las últimas contiendas electorales demuestran su declive. Subsistiría electoralmente en pequeñas poblaciones al Interior provincial, pero ya no hegemoniza electoral y gubernamentalmente. Mucho menos como fuerza de cambio y progreso.  

El peronismo de San Luis, una fuerza sin protagonismo o latente de esperanzas… sin dirigentes.

¿Qué ha pasado con la fuerza política que en gran medida dio Justicia Social a la población de San Luis y cuál fue su fracaso? Porque indudablemente ha fracasado. Lo demuestran no sólo las derrotas electorales de los últimos años, también se ha desdibujado como opción de cambio para una vida mejor del Pueblo.

¿Por qué la población ya no lo ve como una opción política para sus problemas y demandas? Seguramente no por sus pilares de Justicia Social, Soberanía Política e Independencia Económica -ideas autosustentables para cualquier sociedad que aspire a una vida justa y saludable-, sino por la decepción al incumplimiento de estas banderas, que alejaron al Pueblo del Justicialismo.

No se trata sólo de su régimen partidario obsoleto, del verticalismo, de la burocracia política, de sus prácticas partidocráticas y conservadoras, de sus políticas demagógicas, candidatos digitados y testimoniales, del menosprecio a la militancia, que prefirió otros caminos y la ausencia de la práctica militante; la causa del declive continúa por no valorar ni escuchar al Pueblo.

Respecto a la ausencia de la práctica militante, se debe al vaciamiento de contenido y sentido de las ideas del Peronismo, que sirvieron de base para la aplicación y sostenimiento de sus políticas fundantes. El progreso y bienestar de la población, han sido suplantados por discursos anacrónicos y fuera de la realidad que vive la gente. Mas que palabras y promesas, se necesitan hechos y realizaciones, y terminar con concesiones, dulzuras y no pasar por alto sin hacer justicia con los responsables que están causando daño al Pueblo.

El Peronismo todavía existe, en San Luis. Tal vez no sólo como fuerza social recluida en el sentimiento y la nostalgia familiar. Pero ya no acompaña al Partido Justicialista. Muchos peronistas, afiliados o no, no se sienten contenidos por el Partido Justicialista. Muchos militantes se han difuminado en corrientes disidentes conservando la ideología; otros, desviados por un pragmatismo oportunista se han aliado al gobierno provincial bajo el manto ominoso de las políticas de Nación, y aunque se digan Peronistas, y sin negarlo, sostienen que están en el andarivel de lo que creen que piensa y conviene al Pueblo. Son sospechosos de continuismo y Poder. No niegan su Peronismo porque especulan.

Por último, están los que creen que el Partido Justicialista es el Peronismo; algunos por soberbia, otros por ignorancia y otros por desconcierto, impidiéndoles ver el bosque, o sea la realidad de la población y del Justicialismo. Se miran en el espejo de su propio y cerrado refugio, y no ponderan correctamente la exigencia simple de ponerse al frente de las urgentes necesidades de la gente y dar muestras, con lucha y resistencia, de seguir peleando al lado del Pueblo, mal que le pese al Justicialismo.

El conservadurismo partidocrático de sus dirigentes -al que le toque que acuse recibo- ha reducido al Peronismo sólo al Partido Justicialista, una elite burocrática donde no hay verdadera democracia; libre, abierta, amplia, pública, sin digitaciones de ningún tipo y a ningún nivel, sin paternalismos, padrinos y apadrinados, amigos, hijos e hijos de amigos, parientes, figuras institucionales y de frívola apariencia u otras yerbas que han pretendido imponer o establecer, muy lejos de la aceptación popular. Incluidas acciones instituyentes no consensuadas por el Pueblo. Son los mayores responsables.

Una cosa es el Partido Justicialista, y otra distinta el Peronismo; recluido en sus hogares, aplastado como chivo expiatorio por el odio Libertario, acusado de planero, empleado público, jubilado, ama de casa jubilada, discapacitado, sindicalista… y hasta populista.

 Y ningún dirigente del Justicialismo y de fuera del Justicialismo dice nada. No ven a la gente que no tiene trabajo, que el comercio vende poco y nada, que la salud está colapsada, que todos los meses aumentan tarifas, precios y alquileres, y que la marginalidad crece y la comida no alcanza. La omisión es complicidad, y necesitamos un Peronismo con fuerza que se involucre, que salga de su colmena.

El anquilosamiento del Justicialismo de San Luis es de larga data -en otras provincias igual-, y se fue cristalizando cuando dejó de valorar las discusiones y debates de las bases en sus contextos, encorsetando la participación militante dentro de los tiempos que le convenía a la burocracia dirigencial, con la pretendida legalidad de sus estamentos, encubriendo acciones antidemocráticas y la imposición de candidatos, impidiendo el trasvasamiento de dirigentes e ideas.

Al no reconocer el Partido Justicialista de San Luis al Peronismo Nacional, decantando y cooptando a cualquier dirigencia combativa militante, barrial y sindical local, por un ortodoxo pseudo peronismo llamado histórico y cuasi conservador, -y a nivel sindical Vandorista- y posteriormente con un anti-kirchnerismo sembrado por la soberbia personalista, obstaculizó y perjudicó la unidad y la renovación del Justicialismo.

Ni el Peronismo que subsiste en el sentimiento y razón de la gente, ni en la población en general, le dan credibilidad al Partido Justicialista. No es casual que al gobierno en San Luis haya llegado una social-democracia sostenida por la obsecuencia radical que renegó de su origen popular, acompañada de un neoperonismo oportunista sin peronismo, de un conservadurismo antiperonista y una fascista extrema derecha libertaria; todos abroquelados en un exacerbamiento antipopular y antiperonista promovidos por Nación, de lo cual aquí, ¿quién les dio lugar y abrió las puertas?: la dirigencia peronista, al abandonar la Justicia Social que necesitaba la gente.

“Los espacios que no se merecen, lo ocupan otros. Inclusive los malos”

El Justicialismo en San Luis ha perdido tanto el rumbo que no sabe responder a la coyuntura; y no recuperará la credibilidad plantándose sólo como una oposición que no es creíble, mandados por la burocracia elitista que dañinamente persiste en el Justicialismo. No son garantía de ninguna opción real ni de cambio alguno.  

A nivel Nacional, el reciente aglutinamiento del Peronismo, agudizado por el ataque del gobierno a sus ideas y la destrucción del Estado de Bienestar, y, en segundo lugar, por el sufrimiento común con la población, con resistencias fragmentarias, se está articulando espontáneamente sin demasiada unidad de acción y concepción, pero que, con la condena del antiperonismo a Cristina, produjo su rápido abroquelamiento, con adhesiones a la unidad de sectores muy contrapuestos entre sí y hasta antagónicos.

Los gobernadores, arrodillados a la extorsión y obsecuentes al gobierno nacional a cambio de mandar a votar en el Congreso Leyes antipopulares, dan vergüenza -especialmente los que se dicen Peronistas y que en realidad son Neoperonistas- por su cobardía a pelear valientemente para sus provincias y por el conjunto de la Nación, escudándose en sus propias estrategias electorales y especulando con la incipiente unidad. La escasa participación electoral demuestra su debilidad real.

¿Y cuál es su situación en San Luis? Si el Justicialismo llama no a  Congresales de la burocracia política,  no a una autodirigencia discutida y rechazada, sino a un asambleísmo general y no solo del Justicialismo, no solo del Peronismo, sino de la población en general, con un llamado abierto, público e inclusivo de asambleas barriales, sindicales, estudiantiles, y de todo aquello que exprese una intención popular y democrática, si el Justicialismo no se pone a la intemperie en su totalidad para renovarse, sin ningún permiso de perimidas autoridades partidarias, con reglas claras, amplias, participativas, de democracia directa y respeto a los representantes que salgan de las bases con objetivos que respondan a las necesidades de la gente, con ideas y acciones nuevas, entonces recién allí podría resurgir el protagonismo de una fuerza que existe, pero que está ninguneada por el gobierno local, provincial y nacional de turno.

El gobierno social-demócrata de San Luis y sus aliados locales, que ajusta al empleo público y pretende con sus limitadas obras encubrir su alianza con el Mileísmo, tampoco ve la profundidad de la crisis.

Si el Partido Justicialista sigue en manos de la Burocracia Política, es de esperar que no esté en condiciones de integrarse a una estrategia peronista nacional de unidad y acción. Si lo hace con los de siempre, limitará la participación de muchos sectores del Peronismo disidente e inclusive de la población, lo que impedirá cualquier cambio y terminará con el Peronismo más importante: el que pervive en la gente.

Si se logra integrar a un Peronismo y a un Justicialismo renovado en todo sentido, sin exclusiones y reglas claras e iguales para todos, que no sea solamente -y si es necesario excluyente- de dirigentes, entonces se podrá rescatar e impulsar la fuerza popular para los sueños hoy apagados que todos necesitan: de progreso, estabilidad y justicia social, de algo distinto y posible.  Seguir sin cambios en la acción, es dar lugar a que el Pueblo de San Luis opte por otras políticas no necesariamente populares, pero que así lo crea, sin renegar al Peronismo. La población no se ha derechizado, sino la dirigencia, que ha perdido legitimidad y busca sobrevivir.

“La unidad es el camino y la renovación la manera”. Juan Monteverde

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