Opinión

Han muerto las ideologías ¡Vivan las ideologías!

Entre las dos posiciones más claramente antagónicas y conscientes de ello en nuestro País, las que sostienen y creen que el Anarco liberalismo nos llevará a la bonanza económica -pero no a todos, esto lo sabe el Gobierno- y los que sostienen y creen que el desastre económico a que nos está llevando generará una crisis social sin precedentes que lo terminará, ninguno de los dos finales sucederá -por lo menos ni a corto ni a mediano plazo- por lo económico.

“No creo que lo económico, sea decisivo. Marx lo pensaba. Comte, en cambio, sostenía que las ideas son las que gobiernan y revuelven al mundo. Y el éxito del marxismo probó que tenía razón Comte y no Marx, porque su influjo no es económico, sino ideológico”.

Julián Marías

Esta visión social -de uno y otro lado- no es en realidad económica, sino ideológica. Indudablemente, detrás de ambas posturas hay una ideología subyacente, que hoy ya no es explícita políticamente como en otras épocas (las posturas neoliberales y conservadoras dicen que son a-políticas y a-ideológicas, sosteniendo una falsa neutralidad política e ideológica que no es tal, y arguyen eso porque quieren evitar el rescate de la Política, pero esa asepsia falaz, ¿no es pura ideología y pura política? ¿Acaso la solución a los problemas nacionales no es exclusivamente política e inclusive más allá de lo que diga la Ley?) El Neoliberalismo y Conservadurismo explicitan su ideología cuando no tienen más remedio que acudir al fascismo para mantener su Poder. Sus personeros más recalcitrantes y torpes se asoman peligrosamente al fascismo a través de los Medios y las Redes sociales, cuando no, en actos de violencia sobre personas e instituciones. Son autoritarios, no les importan las Leyes, toman decisiones desde una postura -real, por cierto- del Poder absoluto.

Por otro lado, desde el Campo Popular, tampoco hacen explícita ahora su ideología -salvo las Vanguardias, que son las únicas que no cambian según René Clair, aunque algunas continúan encerradas en su dogmatismo, o romanticismo nostálgico de masas según nosotros- y tanto ellas como las electoralmente perdidas mayorías del Peronismo y las casi desaparecidas del Radicalismo, no hablan de ideología (ni política ni de pensamiento) debido a la crisis y fragmentación, no tanto por sus ideas primigenias como de sus malas acciones, que han llevado a la incredulidad social expresada masivamente en lo electoral y en la abstención. 

El gobierno, y los que  adhieren a sus políticas, creen haber tenido amplio éxito con su discurso y acción emocional, expresando sin pudor toda culpa, acusación, odio y violencia hacia chivos expiatorios -algunos reales pero la mayoría falsos; reales, lo de muchos políticos que se han aprovechado de los gobiernos para enriquecerse desde la mentirosa promesa electoral y exacciones al erario público; y falsos, los discursos del gobierno de que toda Política y por ende los políticos, son todo lo mismo, resucitando viejos clichés conservadores de que “los pobres son pobres porque no trabajan”, “las instituciones Públicas son un nido de ñoquis”, “las Empresas del Estado son ineficientes porque no se privatizan”, “el Estado no tiene que mantener vagos”, “el populismo es el responsable de la crisis económica”, “el problema de la salud no es problema del Estado sino de la familia” etc. 

Los otros -una oposición fragmentada-, siguen desconcertados porque continúa el apoyo social, político y electoral a un gobierno antipopular que no trepida en feroces ajustes sobre el empleo, jubilaciones, discapacidades, economías familiares, salud, educación y tecnología; sumado a esto, la desindustrialización nacional, la primarizacion de la economía, la violación de la Constitución, la obsecuencia del Poder Judicial y Legislativo, y el autoritarismo, criminalizando la protesta y la entrega de la soberanía a las decisiones norteamericanas y su geopolítica.

No obstante, el Poder gubernamental y jurídico con la cual se enriquecen las minorías influyentes por la escasa resistencia popular, y que esperan mantenerlo en el tiempo más largo posible, no sucederá. Tampoco desde el campo popular será lo económico lo que impulsará tarde o temprano la reacción o decisión de las grandes mayorías para cambiar las cosas.

No será lo económico, porque la gente cree poder seguir viviendo de algún modo aun con lo mínimo, mientras dure su esperanza, pero es altamente probable que sea lo ideológico subyacente en uno y otro lo que desencadenará la profundización o salida de la crisis. Desde el Gobierno, para mantener el Poder, se incrementará el autoritarismo, la represión y la pérdida de las garantías individuales con anulación de toda política que no sea la de ellos. La población ya sufre la pérdida de la libertad civil, que no será tanto física como en la desarticulación política y legal de cualquier organización y expresión popular, dejando a los ciudadanos librados a su suerte y sin derechos, a disposición arbitraria de los Grupos Económicos, del Gobierno y del Partido Judicial.

El Gobierno sabe que no existirá tal bonanza para el país, mientras lo endeudan y fugan esos préstamos al exterior, especulando que la gente saque sus dólares bajo el colchón para monetizar la Economía. Tampoco sucede.  La mayoría de la gente no tiene tantos dólares como dicen; los únicos que disponen de ellos son las elites financieras que viven presionando con devaluaciones para enriquecerse con el cambio, mientras que el resto de la población tiene unos pocos de ahorro para cuidarse de la inflación, que todos sabemos que no es real. Hay que entender que no está en el pensamiento de los ricos, en su visión del mundo, en su ideología, compartir y distribuir equitativamente el ingreso que producen los trabajadores, sino que siempre responderán a su avaricia, y si tienen el Poder, lo mantendrán y consolidarán desde lo ideológico. O sea, desde el falso Pensamiento de que todo está bien, exacerbando la emoción y echando culpas, como han venido haciendo con muy buenos resultados.

No obstante, su talón de Aquiles es ésa misma emoción, que rompe cualquier conciencia cívica y moral de la población, frustrada y desencantada, dejando que el odio serpentee libre y vigilante ante cualquier reacción ajena a sus deseos. Una emoción contagiosa como un virus, contrapuesta a la cultura histórica de luchas del pueblo argentino, de haber logrado y vivido derechos, negados por la iracundia de una falta de humanidad y extrema maldad, que niega y desconoce pautas culturales, creencias, espiritualidad y el derecho a una vida digna. Las emociones, en su libre juego, no siempre disparan al arco al que son dirigidas. Suelen volverse en contra.

¿En qué consiste esa ideología que se ha asentado con sus faldas negras sobre la población? En el gobierno, se sustenta en el discurso del liberalismo económico, del individualismo y la codicia. Legitiman como “natural” la plusvalía, el economicismo del tiempo y de las personas como objetos económicos (la “hora-hombre”, la “productividad”, el “mercado laboral”, el “precio del salario” etc.) y la inducción, desde los Medios, de esa visión materialista y salvaje en las personas, tanto en la mentalidad como en los valores humanos, reemplazando a éstos por el dios dinero como único sentido válido de la vida. En realidad, es la ideología del deseo sin límites, de los sentimientos y la emoción descontrolados, promovidos como verdadera “libertad”.

Pero como esta inducción directa o subliminal sobre la población, al igual que lo económico, no es determinante para conservar el Poder, una vez agotados estos recursos y dado que el Capitalismo en tanto modelo económico necesita reproducirse en nuevas formas para existir, va generando, a partir de crisis intencionadas, situaciones cíclicas, volviendo una y otra vez como vuelta de rosca al Poder, tratando de que se mantengan y profundicen las estructuras de desigualdad.

Respecto de la Ideología en la población, podemos decir que las ideas políticas, fruto de las luchas que alimentaron históricamente a los movimientos políticos y que catalizaron movimientos de masas, subsisten todavía en ideas fragmentadas que resuenan en el presente, pero sin la efectividad de aquél entonces. Quedaron en el discurso y el sentimiento, en sus pautas programáticas esquematizadas, y no son esas ideas la ideología que hoy está presente. Sí, en cambio, hay en vigencia un pensamiento que la dirigencia de esos Movimientos y la Intelectualidad política y sociológica argentina aún no comprenden, hundidos en el desconcierto, la duda, el cuestionamiento y la pelea interna por un futuro desconocido y a tientas. No ven que ese desconcierto es el resultado de gobiernos oportunistas, pragmáticos, colaboracionistas y dialoguistas alejados de lo que vive, sufre y sueña el Pueblo.

Hay que aceptar que el Pensamiento actual de la población más allá del hartazgo, la decepción, la abulia política de que nada podrá cambiar, es aquél que le dice que la única solución parece ser el autoritarismo, la mano dura, la intolerancia, buscar culpables… y abstenerse de comprometerse y participar. Y la ideología que encontramos en los que apoyan, creen y esperan en el gobierno, como los que no son del gobierno ni de la oposición, pero que apoyan (o esperan) acciones de unos y otros, no es por la disputa económica y el Poder; sino sustancialmente por mejorar la posibilidad de una vida más digna. Es verdad también que hay muchos que prefieren no querer ver, oír, sentir la humanidad del Otro, y negarlo, excluirlo, combatirlo y si se puede, destruirlo por sentirlo culpable y responsable del fracaso, de la frustración, del límite al progreso y bienestar propio, del egoísmo, en definitiva, pero tampoco son determinantes.        

Por ahora, la ideología del gobierno lleva la iniciativa. Hegemoniza la Política, la Economía, el Discurso, el sentimiento y la emoción. La oposición en cambio, aún no logra la disposición y voluntad de sentarse a construir, desde el debate y la participación, la unidad de concepción y de acción para un Proyecto, un Programa o un camino como mínimo económico -aunque se requiere mucho más- para contrarrestar aquellas políticas y ofrecer una alternativa real y factible. Necesitamos ver la Verdad y elaborar una acción que nos lleve a ella a través de la Justicia, que movilice a los argentinos hacia el camino de la auto sustentabilidad económica, social y jurídica, desde una lógica razonabilidad, con un profundo respeto y consideración hacia lo humano, y el regreso a la corresponsabilidad ciudadana, en una acción política colectiva posible. Esto implica promover con clara visibilidad lo que sucede y sus consecuencias, sin olvidar que a la par de esto, hay que tomar medidas en justicia con los responsables. Porque sin justicia, no hay ni paz ni progreso, ni se consolida ninguna sustentabilidad.             En otras palabras: la ideología vigente hoy, en unos y otros, es la indiferencia de lo que le pasa al Otro. Especialmente al Otro colectivo. Se ha perdido el sentido de la vida comunitaria, del progreso y promoción humana, de seguridad y felicidad en la convivencia, de la Justicia Social efectiva, de valentía para arriesgarse a sostener la Verdad y la Legalidad, objetivos posibles para construir un camino al bienestar común. No hay entusiasmo, solo chatura sin caminos razonables, solo complicidades y cobardías; y mucha resignación. Tampoco causas e ideales apasionados por los que luchar por amor a la gente, por quienes somos personas. El relajamiento moral y espiritual tolera la injusticia, nos hace cómplices de ella y debilita cualquier convicción para la lucha. Sabemos el camino; hay que levantarse y caminar.

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