Humillación como motor político. ¿Por qué los pobres votan a la derecha?

En su ensayo El pobre de derecha, editado en Brasil, el sociólogo Jessé Souza intenta responder una de las preguntas más inquietantes del presente: ¿por qué sectores empobrecidos votan por candidatos de extrema derecha como Jair Bolsonaro o Donald Trump? Su análisis, sin embargo, trasciende fronteras y aplica también a fenómenos similares en otras partes del mundo. Entre ellos, se destaca el caso de Javier Milei, hoy uno de los exponentes más notorios de esa nueva derecha libertaria.

Lejos de refugiarse en el lenguaje académico, Souza escribe con claridad y sin rodeos. Su trabajo, que viene ganando protagonismo en el debate público brasileño, regional y global, no solo plantea una teoría social innovadora, sino que además ofrece explicaciones urgentes para comprender la compleja realidad sociopolítica del país.

Eso es precisamente lo que propone El pobre de derecha, un libro que pone el dedo en una de las heridas más candentes de la actualidad. El crecimiento del apoyo popular a la extrema derecha es un fenómeno reciente en Brasil, que a partir de 2018 modificó por completo el escenario electoral. ¿Cómo se explica esa adhesión repentina? ¿Por qué una parte importante de las clases más desfavorecidas respaldó las agendas de la extrema derecha en un momento en que sus condiciones de vida habían mejorado notablemente? ¿Qué lleva a los más pobres a apoyar a políticos que recortan derechos y beneficios?

Para responder, Souza focaliza en dos grupos sociales clave: el blanco pobre y el negro evangélico. Al escuchar de forma directa sus reclamos, el autor permite ver, por ejemplo, cómo ciertas demandas racistas, propias de la mayoría blanca del sur brasileño y del estado de São Paulo, terminan siendo replicadas incluso por sectores racializados. Esto ocurre, en muchos casos, bajo la fuerte influencia de los segmentos evangélicos, que juegan un rol decisivo en la construcción de poder político conservador.

Desde esa mirada, el libro propone una interpretación novedosa y profunda del Brasil actual, en la que el nuevo pacto conservador que alimenta a la extrema derecha va mucho más allá de la economía o la moral: se trata de una trama densa de identificaciones, estratificaciones sociales, fervor religioso, diferencias regionales e imaginación política.

Allí es donde Souza ubica el origen de lo que denomina la “venganza de los bastardos”: una forma de resentimiento social que empuja a los sectores humillados a organizarse desde las sombras de una promesa traicionada: la de la Constitución Ciudadana, que aspiraba a construir un país justo, igualitario, sin discriminaciones y con derechos garantizados para todos.

Souza rechaza las explicaciones que reducen el fenómeno a una supuesta irracionalidad económica o a un simple conservadurismo moral. A su entender, lo que realmente mueve a estos votantes es la humillación social y la falta de reconocimiento. En este contexto, introduce una figura potente: el «síndrome del Joker», que representa al individuo marginado y dolido que necesita explicaciones simples para su sufrimiento. Es ese resentimiento el que la extrema derecha sabe manipular con maestría a través de un “falso moralismo” que oculta el racismo sistémico, sustituyendo el racismo racial por uno de tipo cultural.

Este discurso opera como una simplificación brutal de la realidad. Apunta contra grupos vulnerables —como inmigrantes o minorías— y oculta al verdadero poder: las élites económicas, que permanecen fuera del foco. A esto se suma un ecosistema mediático altamente concentrado y la proliferación de noticias falsas, que generan desinformación, debilitan el pensamiento crítico y terminan reforzando las narrativas reaccionarias.

En este terreno fértil, la meritocracia juega un papel central. Souza la define como una falacia que sostiene que el éxito depende exclusivamente del esfuerzo individual. Esta creencia, muy extendida entre los sectores populares, impide responsabilizar a las élites por la situación estructural de desigualdad. Así, la frustración se canaliza hacia otros grupos aún más débiles.

Ese proceso de simplificación y deshumanización —clave en la estrategia discursiva de la extrema derecha— permite construir una dicotomía moral entre “civilización y barbarie”, y perpetuar la idea de que el Sur global está condenado a la corrupción mientras el Norte representa una supuesta superioridad moral. Se trata de una maquinaria ideológica que disfraza la desigualdad de sentido común.

En definitiva, para Jessé Souza, entender el voto de los sectores pobres a la extrema derecha no puede hacerse sin considerar las causas morales del fenómeno: la humillación cotidiana, la manipulación mediática y la construcción de un falso moralismo que esconde las verdaderas estructuras de poder.

Claves del análisis de Souza:

• Humillación como motor político: El voto de los sectores populares por la derecha radical se explica por la humillación cotidiana y la falta de reconocimiento social, más que por razones económicas. El «síndrome del Joker» ilustra esta experiencia.
• Falso moralismo y racismo cultural: La extrema derecha utiliza un «falso moralismo» que enmascara el racismo, sustituyendo el racismo racial por el cultural, para desviar la culpa de las élites hacia los más vulnerables.
• Manipulación mediática y desinformación: La concentración mediática y la proliferación de noticias falsas contribuyen a la desorientación y la manipulación de la opinión pública, creando un terreno fértil para el discurso de la extrema derecha.
• Meritocracia como falacia: La creencia en la meritocracia, especialmente entre los pobres, les impide responsabilizar a las élites por su situación, dirigiendo su ira hacia grupos más débiles.
• Deshumanización y simplificación: La extrema derecha deshumaniza a los sectores más vulnerables para justificar el odio y el resentimiento, ofreciendo una explicación simplista y cómoda del complejo funcionamiento social.