Escuelas en alerta: advierten que el uso del celular interfiere en el aprendizaje y deteriora los vínculos

La implementación del celular en las aulas se ha convertido en motivo de preocupación para especialistas en educación, quienes señalan que los dispositivos portátiles interfieren en la atención de los estudiantes y erosionan los vínculos entre pares y docentes. Por esa razón, crece el debate sobre la necesidad de fijar límites claros al uso de estos aparatos en el ámbito escolar.
Desde la investigación pedagógica se apunta que los teléfonos celulares —más allá de su utilidad como herramienta de búsqueda o comunicación— también fomentan la distracción constante, la interrupción del flujo de clase y una fragmentación del tiempo destinada al estudio y a la interacción presencial. En ese contexto, algunos directivos y organismos educativos plantean su prohibición o fuerte restricción durante la jornada de clases.
Un estudio reciente revela que más de la mitad de los adolescentes declara que se distrae con su propio celular durante clases, y que muchos reconocen que sus compañeros también provocan interrupciones desde sus dispositivos. Esta situación no solo compromete el rendimiento académico, sino que afecta la calidad del intercambio interpersonal, al reemplazar momentos de diálogo o reflexión con consumo pasivo de contenido digital.
Quienes sostienen la medida alegan que la prohibición podría contribuir a que los alumnos recuperen la concentración, participen más activamente y fortalezcan relaciones cara a cara. Además, plantean que limita el acceso a contenidos inadecuados o el intercambio compulsivo durante el horario escolar.
Por otro lado, especialistas en tecnología y educación alertan que el simple hecho de prohibir no resuelve el problema de fondo: la clave estaría en educar para un uso responsable de los dispositivos y en incorporar herramientas tecnológicas de forma planificada, cuando aporten valor al aprendizaje. En algunos países y regiones se ha adoptado un enfoque mixto: mantener el dispositivo guardado la mayor parte del día y permitirlo sólo con autorización docente para actividades específicas.
El debate continúa en las escuelas argentinas. Mientras algunos gobiernos provinciales avanzan hacia regulaciones que limiten el uso del celular en el aula, directivos y familias se preparan para implementar protocolos más estrictos. Lo cierto es que, ante la evidencia de distracción masiva y el impacto en la formación integral, la discusión sobre el rol de los dispositivos móviles en el aula asume un carácter urgente.