Guadalupe Lucero: Cuatro años sin respuestas, una ausencia que está en todos lados

Este 14 de junio se cumplen cuatro años desde la desaparición de Guadalupe Belén Lucero, la nena de 5 años que fue vista por última vez en la zona sur de la ciudad de San Luis, en el barrio 544 Viviendas. Desde entonces, su rostro se volvió parte del paisaje urbano, pero también de la memoria colectiva de una provincia –y de un país– que no deja de preguntarse: ¿Dónde está Guadalupe?
Aunque su paradero sigue siendo un misterio, su ausencia está en todas partes. Está en las lunetas de los colectivos, en los patrulleros, en las vidrieras y en los murales. Está en cada niño que hoy tiene la edad que tendría ella: nueve años. Está en las preguntas de quienes no la conocieron pero la ven cada día estampada en algún cartel, y en el corazón de una madre y un padre que siguen esperando respuestas.
Una búsqueda que no cesa, pero que no avanza
Guadalupe desapareció el 14 de junio de 2021 mientras jugaba en la vereda durante un cumpleaños familiar. Desde entonces, se activó un despliegue de búsqueda pocas veces visto en la provincia, pero sin resultados concretos. A lo largo de estos años se multiplicaron las hipótesis, los operativos, los allanamientos y las promesas oficiales. Ninguna respuesta.
Su causa acumula más de 100 testimonios en un expediente que parece dormido. La investigación judicial sigue abierta, pero sin avances visibles. A nivel institucional, los compromisos asumidos por el gobierno provincial y nacional se desdibujaron con el tiempo. La ministra de Seguridad, Nancy Sosa, el actual jefe de Policía y el propio gobernador Claudio Poggi no han dado señales claras de que el caso sea una prioridad, a pesar de que lo fue durante la campaña electoral.
El uso político y la desmemoria
En la última elección provincial, la imagen de Guadalupe fue utilizada de forma lamentable en discursos y publicaciones que intentaron vincular su desaparición con figuras del gobierno anterior. El caso, en lugar de ser tratado con la dignidad y el respeto que merece, se convirtió en una pieza más del ajedrez político. La política volvió a ensuciarse, esta vez con el dolor de una familia que todavía no sabe qué pasó con su hija.
Ese uso perverso no solo profundizó la herida, sino que generó un nuevo silencio institucional. La causa sigue sin resolución, y los funcionarios que prometieron ocuparse, simplemente callaron.
Una presencia que persiste en la memoria popular
Guadalupe no está en ningún lado, pero está en todos lados. Está en las marchas por Ni Una Menos, en las protestas por el ajuste, en cada jornada donde se recuerda a los que faltan. Está en las canciones que artistas como Fernando Quevedo le dedicaron, en las invitaciones a su madre para subir a los escenarios, en los cuplés de murgas que usan el arte para denunciar. Guadalupe está en la cultura, en la calle, en la tristeza compartida.
También está en otras ausencias. Está en Loan Peña, el niño desaparecido en Corrientes, cuya historia reabre viejas heridas en todas las familias que alguna vez pasaron por lo mismo. Guadalupe es parte de una historia más grande, la de un país que no sabe cuidar a sus niños, y que tampoco sabe dónde están.
Cuatro años, una sola pregunta
Este año, Guadalupe debería estar aprendiendo a multiplicar, soñando con su fiesta de cumpleaños, eligiendo qué mochila llevar a cuarto grado. Debería estar en su casa, con su familia. Pero no está. Y lo más doloroso es que no hay una respuesta real para explicar por qué.
A cuatro años de su desaparición, Guadalupe Lucero es un nombre que sigue siendo presente. Un presente inmóvil, detenido en el tiempo. La pregunta que comenzó el 14 de junio de 2021 sigue intacta, cargada de dolor y de silencio:
¿Dónde está Guadalupe?