El carajo odioso
Dicen que en los barcos existía un lugar como de penitencia en las alturas de mástil, de donde viene figurativamente el mandarte al carajo; es como decir «andate a freír churros» o «esto está terminado, andate al carajo».
Bueno, parece que no le importa uno sino tres carajos; o sea un carajo por tres o al cubo quizás o a la tercera potencia, lo que parezca. El asunto es el contexto: un vino no es nada, pero a las 8 am, mmmm… parece que sí.
En fin, siguen pasando cosas; negativas, ciertamente, porque no está bueno que no te importe no uno, sino tres carajos la institucionalidad de una cámara de diputados o un instrumento democrático como una ley para ser vetada desquiciadamente; volver apocaliptícamente no sé de qué fantasía futurista para salvar a la humanidad del remedio del socialismo o destruir por odio al estado (sic), tampoco.
Patria viene de «pater», es decir «padre»; odiar al padre por los flagelos de la infancia y ahora destruir la paternidad de todos de un estado -necesario y equilibrante- de quien es presidente quien no lo quiere, es más: ¡lo odia!.. es complicado. El odio debe ser lo más vil y miserable del humano, las antípodas del amor que es lo más noble y puro que podemos cultivar en esta vida, lo mejor que podemos dejar y llevarnos de este mundo.
¿No te parece profundamente triste todo lo que nos está pasando? De veras, ¿no te da a pensar que esto mismo es el triple carajo odioso que elegimos, por acción o inacción? ¿Cómo es posible justificar tan cínicamente (y por quién) que está bien el aumento de diputados, que el mesías -¡pobrecito!- no tiene las herramientas para destruir más rápido al estado que odia y del que -¿para qué lo eligieron?- es presidente. Ni hablemos de las emociones.
Está todo feo para la mayoría; no sé por qué tan prolongada agonía de algo que está terminado, matado y rematado; es decir, tres carajos.
Sé que la pregunta es recurrente, ¿pero para qué lo votaron?