El sentimiento odioso
Viste que tener un cero kilómetro es fantástico; todo perfecto, todo funciona y hasta el olor tan particular nos llena la mente y el ánimo de ponderación; con decirte que se siente como que uno conduce mejor! Ahora, ¿te acordaste que hay que echarle nafta (esa que ahora indiscriminadamente aumenta porque la misma hace tres meses era fea), pagar un seguro mucho más caro, impuestos más elevados…
Eso sí, al taller -a menos que lo muy maltrates- por un tiempo no lo vas a tener que llevar. Lo que pasa es que cuando uno compra, compra todo: fortalezas y debilidades, favores y desventajas; y, si el vendedor es competente, lo más probable es que escuchemos lo que queremos oír; y lo que no lo omitirá y nosotros elegantemente lo disimularemos.
Qué sentimiento más odioso debe ser el de haber elegido a alguien que admira a la hundidora del Belgrano, que suspende un desfile históricamente contemporáneo para muchos de nosotros con todo el peso de su significado, que escupe la historia y la dignidad de quienes dejaron su sangre y su vida por una soberanía en la que se canta. Tengo un amigo ex combatiente, que enterró a un par de camaradas que fallecieron a su lado por las balas absurdas, el lodo y el gélido viento malvinense; y muchos otros que fallecieron a causa del olvido, la indiferencia y alguna que otra enfermedad psiquiátrica o de otra índole. Mi amigo aún padece los zumbidos de la guerra, el estigma social y la carga de acompañar a familiares que han perdido o van perdiendo a cada uno de estos héroes denostados.
Decime, ¿Qué se siente haber elegido a quien no cree en ellos? Está perfecto que uno elija, pero ¿es bueno congratularse con el éxodo turístico de un fin de semana larguísimo mientras vamos agotando los recursos que los ‘malos gobiernos’ nos permitieron ahorrar y que en algún momento se van a terminar?
Es cierto, el sol sale para todos y -de seguro- en buena hora que disfrutemos de los buenos días; hay gente a la que realmente le va muy bien y está buenísimo que eso pase; pero, ¿al resto que no? Tan malo es que haya oportunidad para todos. ¿Qué pasó con la famosa ‘casta’? ¿Quién paga este mes trescientos mil de luz, el panadero o el que no le mueve la aguja esa cifra ni una más grande aún?
¡Qué error, Dios mío!